Domingo, 24 de julio de 2016 | Hoy
ENTRE RIOS HISTORIA, NATURALEZA Y AGUAS CáLIDAS
El corredor del río Uruguay, en territorio entrerriano, ofrece un abanico sin fin de propuestas termales, donde se rinde culto al esparcimiento y el relax. Para todos los públicos, y todas las edades, a los complejos que se extienden de Federación a Colón se les suman la belleza natural litoraleña y lugares que tienen curiosas historias que contar.
Por Sonia Renison
La adoración del cuerpo y el “estar bien” –wellness según el término impuesto más recientemente en la industria mundial del spa– existe desde las más antiguas civilizaciones. Era un hecho entre los griegos y los romanos, pero también entre los incas y los tehuelches, en un largo viaje temporal y geográfico que llega hasta las modernas propuestas y tecnologías, roza la ciencia y se vuelve una necesidad. Para ellas y ellos, para grandes y chicos, para solos y acompañados, nuestra geografía parece haber pensado un lugar especial para volver a este viejo y bienvenido hábito: las lomadas entrerrianas y los verdes de un paisaje que, junto al río Uruguay o el Paraná, abrazan a esta provincia de la Mesopotamia argentina.
ARGENTINA TERMAL Si el mapa nacional muestra unas 17 provincias que ofrecen sitios más agrestes o súper top para relajarse gracias a las aguas que corren mineralizadas debajo de la tierra -o simplemente una batería de masajes para devolver el alma al cuerpo- son quizás los entrerrianos los que desde 1979 vienen diseñando las mil y unas propuestas en torno al agua termal.
Los buscadores de lugares para hacerse una escapada deben saber que, desde el vamos, la travesía rutera para llegar a uno de estos oasis entrerrianos le consumirá entre tres y cinco horas de manejo sobre la Ruta 14 del litoral ribereño.
Y debe ser uno de los pocos destinos donde con la ropa puesta, un abrigo, la malla y las ojotas, poco importa el clima porque, al aire libre o en piscinas cubiertas, siempre se puede disfrutar de estas aguas. Ni la lluvia es impedimento. Un mes atrás, en Federación, los huéspedes de las cabañas y hoteles del complejo termal que está dentro de la ciudad deambulaban con salida de baño como si fuera pleno verano. Lo colosal es verlos por las calles yendo de la piscina a su morada. Y a la hora del almuerzo, las mesas mostraban una fauna humana increíble, porque la etiqueta del vestir aquí se distingue así: salida de baño y traje de baño. Cuando decimos que se trata de un “complejo” hay que imaginar al sitio con sus siete piletas de aguas termales al aire libre, una de ellas con olas donde también se puede practicar buceo, una de uso exclusivo para personas con movilidad reducida y otra para niños, además de dos piscinas cubiertas destinadas a recreación. El detalle del agua es que ronda entre los 37 a 41 grados. Caliente.
POR DONDE EMPEZAR Para los mayores, la ciudad de Federación es aquella que se construyó de cero cuando se erigió el lago artificial de la represa de Salto Grande, allá por 1979. El pueblo quedó bajo las aguas, por lo que sus residentes debieron emigrar a sus nuevas casas, barrios construidos desde cero para los pobladores. Todo el mundo tiene una historia para contar y aquí se puede recorrer en un tren turístico o en micro, con la guía experta Silvia Dángelo, que dirige Excursiones Júpiter y revela desde la historia de los aserraderos hasta cómo pintaron las escuelas de la nueva ciudad para que cada una tenga su sello: porque de la noche a la mañana todos pasaron a habitar casas idénticas, que sólo con el tiempo lograron distinguir unas de otras con su impronta personal.
La visita a la fábrica de alfajores artesanales Mis Pichones es un clásico de esta ciudad, pero desde ya el campo siempre está cerca. Así que un paseo por la parte más antigua de Federación que aún se puede ver lleva hasta un emprendimiento de apicultura donde se participa de un taller sobre la miel y las abejas. Apimanía, así se llama, es apto para todo público y muy dulce. Jabones, cremas, caramelos de propóleo y por supuesto la miel pura son parte de este mundo.
Desde Federación –donde incluso se puede visitar el museo sobre la primera perforación de agua termal– hasta Colón y Gualeguaychú, las propuestas abarcan complejos con juegos de todo tipo, entre toboganes y olas artificiales, hasta una batería de masajes que completan la idea de relax. En cada ciudad la historia, la producción y la gastronomía integran un combo perfecto.
La vieja idea de que las termas son sólo para gente muy mayor y con una propuesta terapéutica aquí es otra, porque se conjuga con esparcimiento y el divertimento. El entrerriano se acostumbra a disfrutar desde niño y adolescente, y el visitante encontrará nuevas propuestas en las que cada complejo está pensado como una ciudad en miniatura donde se perfila el mundo termal.
Si se elige hospedarse en Concordia, las Termas Vertiente de la Concordia se encuentran inmersas en un bosque de eucaliptos donde se despliegan las nueve piletas con diferentes atractivos. Una es cubierta, hay lago termal y circuito hídrico, pero además cuenta con bungalows, hostería, cabañas y hotel. También podrá combinar la excelencia en la gastronomía en la ciudad, dado que esta considerada una perla dentro de los sitios de pesca en agua dulce y los locales destacan que los dorados más grandes del mundo se han pescado por aquí. De la pesca deportiva y del turismo rural hay una visita insoslayable que reserva una historia curiosa: el Castillo San Carlos, una antigua casona de hace dos siglos, hoy en ruinas. Allí llegó por accidente Antoine Saint Exupery, protagonist de un encuentro casual que terminaría marcando su obra literaria.
Concordia está de estreno y para demostrar la importancia que el “producto termas” tiene en esta región y en la Argentina, hace un mes fue sede de la V Expo Termal que se desarrolló en el flamante Centro de Convenciones construido junto a la vieja estación del ferrocarril, que cuenta con vagones temáticos convertidos en bares.
Dentro del corredor del río Uruguay, los citrus y los arándanos cubren los campos y lo rural se impregna en cada recorrido. De las áreas de naturaleza, es en esta orilla donde se encuentra uno de los Parques Nacionales más pequeños de la Argentina: El Palmar, que no se achica por cuestiones de superficie, ya que es uno de los más estudiados y visitados. Atrapa a científicos de todas partes del globo que quieren saber de qué se trata esto de la ecorregión del espinal, que puebla las 8500 hectáreas llenas de palmeras yatay. Una curiosidad que devuelve a la actualidad una postal de lo que fue el litoral argentino y hasta Uruguay en tiempos remotos. Aquí se ha preservado el paisaje único y, si el atardecer lo alcanza, será un rojo que se sumerge al río, lento y suave mientras recorta las figuras de las palmeras. Una gran parte de El Palmar se puede recorrer en senderos demarcados y señalizados, a pie o en bicicleta. Es más interesante aún cuando conduce un guía, pues conoce las cuevas, nidos y huellas, de modo que puede narrar la historia de vida de cada animal. A paso lento se llega hasta lo que fue una cantera de canto rodado donde antiguamente se extraía la piedra que se transportaba, luego, por el río. Ahí nomás, entre el follaje se abre un claro que revela unas playas de arenas claras casi blancas. En la orilla, el río Uruguay finge tranquilidad y es todo transparencia. La novedad es disfrutar del río que bordea todo el Parque Nacional en lanchones, ya que hay arroyos internos que se meten dentro de esta selva en galería que balconea en la costa.
Para la coordinadora del corredor turístico del río Uruguay, Claudia Pagnota, la hora ideal es antes del atardecer para poder ver la caída del sol casi naranja sobre el monte de palmeras, que se extiende hasta el horizonte donde se recortan contra el cielo.
ORGULLOS DE COLON En esta ciudad, que ya se va acercando al sur de la provincial, el orgullo por sobre todas las cosas está en la Fiesta de la Artesanía que se realiza cada febrero y se distingue por contar con la presencia de artistas encumbrados de todo el territorio argentino y países limítrofes. Son más de 500 los artesanos que exponen a mediados de febrero desde hace 32 años. Dos bodegas son parte del atractivo para visitar en la zona y organizan cada año la expo Colón Vinos: Entre Ríos se convirtió así en una de las primeras provincias en recuperar sus viñedos, que existieron antiguamente pero luego fueron desplazados en favor de Mendoza. Después de ella, también en Buenos Aires y otras localidades del país tradicionalmente no vitivinícolas se empezó a experimentar con una vuelta a la raíz del vino, probando qué cepaje se adapta mejor a cada clima.
Por supuesto Colón tiene su complejo termal, donde las trece piscinas incluyen una con diseño octogonal con jets de hidromasaje, además de desplegar en otras los toboganes que le imprimen el divertimento para los más jóvenes. Este parque acuático cuenta precisamente con un tobogán que describe un “rulo” de nueve metros. Impecable. Y, con vista al río Uruguay y al golf del Colón, tiene una ubicación privilegiada. Sobre todo primavera y verano, muchos las eligen por sus playas de arenas claras a la vera del río.
Desde el extremo norte del corredor sobre el río Uruguay, donde se ubica a Chajarí con sus termas, hasta Concepción del Uruguay, donde se encuentra el palacio San José (que es Museo Histórico Nacional y se visita para conocer la historia del general Urquiza), pasando por Gualeguaychú, famoso por su carnavales, Villaguay y hasta el pueblo de Ubajay con la impronta de las colonias de los Gauchos Judíos, el territorio entrerriano se abre en una travesía por la que bien puede jactarse de ser Capital Nacional del Turismo Termal.
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