EE.UU. JOHN STEINBECK EN CALIFORNIA
La tierra de los sueños
El valle de Salinas, en California, inspiró las principales obras del Premio Nobel norteamericano John Steinbeck. Al este del paraíso, Las viñas de la ira o Cannery Row están grabados para siempre en el soñado paisaje californiano.
Por Graciela Cutuli
Texto y fotos
El valle de Salinas, a pocos kilómetros de San Francisco, la capital de las artes y las letras californianas, es conocido como “la gran ensaladera norteamericana”. No se trata del célebre crisol de razas del que puede enorgullecerse la ciudad del Golden Gate, sino de un término literal: en estas tierras siempre soleadas se producen gran parte de la lechuga y los tomates que llegan a las mesas de todo el país. La región vive de la cultura concentrada en la Universidad de Stanford, el vino del Valle de Sonoma y el turismo que se vuelca a la península de Monterrey, las misiones jesuíticas y la “17-Mile Drive”, la ruta costera sobre las bravías aguas del Pacífico que está considerada entre las más hermosas del mundo.
California, que le debe el nombre a una mítica isla cargada de riquezas de la novela de caballerías española Las Sergas de Esplandián, es hoy tanto como ayer el símbolo del sueño americano de progreso y prosperidad eternos. No importa cuántas veces ese sueño se haya chocado con la dura realidad. John Steinbeck, que nació en Salinas, el corazón de la “ensaladera”, reflejó este choque en sus novelas tantas veces y con tanta vehemencia que terminó –aunque premiado con un Nobel y consagrado por el cine– aborrecido por la gente de su región natal. Ofendidos por su opresiva visión de la vida del trabajador californiano y la oscura percepción de sus ciudades, quemaron sus libros y le negaron el saludo. El mismo llegó a decir que “California ya no era su país”. Sin embargo, Steinbeck sigue siendo el “escritor de la gente”, y para sus lectores es quien mejor cristalizó el costado trágico del sueño americano.
STEINBECK, CINE
Y LITERATURA. La imagen de Steinbeck no es hoy la misma del pasado, cuando tenía un lugar inamovible en el panteón de grandes escritores norteamericanos que alberga a John Dos Passos, Ernest Hemingway o William Faulkner. Con este fenómeno de percepciones extraliterarias tienen que ver su posición política –la denuncia social de sus novelas lo situó largo tiempo a la izquierda, su posterior defensa de la actuación norteamericana en la Guerra de Vietnam lo hizo virar bruscamente a la derecha– y su éxito en el cine, desde Tortilla Flat (La vida es así, con Spencer Tracy), hasta Al este del paraíso, con James Dean, o el guión de ¡Viva Zapata, de Elia Kazan, con Marlon Brando y Anthony Quinn. Sin olvidar la versión de Las viñas de la ira que dirigió John Ford en 1940 (y según los críticos muy superior a la novela). Pero Steinbeck es el tipo de escritor que sobrevive en el corazón de los lectores independientemente de lo que digan la crítica y los cánones de la “nueva literatura”: apegado a una estructura de novela tradicional, bañada en tragedia pero capaz de rasgos picarescos, la enorme fuerza de sus personajes se proyecta desde la ficción hasta los paisajes que inspiraron sus mejores páginas. Detrás de la prosperidad de la agricultura de su valle natal o de los negocios elegantes de Monterrey siguen latiendo el sufrimiento de Tom Joad y su familia, en peregrinación desde la árida Oklahoma hacia el sueño californiano en Las viñas de la ira, la lucha por la supervivencia de De ratones y hombres o la dureza de Cannery Row, la avenida de Monterrey donde antes se levantaban decenas de galpones para enlatar sardinas, hoy reemplazados por negocios, restaurantes y un famoso acuario.
CALIFORNIA DREAMIN’.
Como muchas ciudades y pueblos norteamericanos pensados más para los autos que para la gente, en las calles de Salinas –donde nació Steinbeck el 27 de febrero de 1902– no se ve un alma. Las manzanas prolijas se suceden en hileras de chalets de madera y techo a dos aguas, con jardines que revelan prosperidad y autocomplacencia. La traslación literaria de Salinas no suele ser halagadora para la ciudad, pero sus habitantes prefieren hacer caso omiso de ese detalle y aprovechar la industria turística derivada de la literatura.
En la Central Avenue Nº 132 existe todavía la casa natal del escritor, una gran construcción victoriana que hoy funciona como restaurante. La habitación de Steinbeck en el primer piso está cerrada al público, con el fin de proteger de cualquier deterioro la liviana estructura, pero el resto de las habitaciones de esa planta pueden visitarse durante el mediodía para ver las fotos que cuelgan de las paredes. En la planta baja, un local llamado The Best Cellars vende libros de Steinbeck y todo tipo de recuerdos del escritor. La ciudad también tiene una biblioteca pública, la Steinbeck Library, en Lincoln Avenue 350, que exhibe cartas, fotos y primeras ediciones del autor en una habitación especial (en la entrada, una estatua de bronce del escritor recibe a los visitantes). Para ver el material reservado del archivo, hay que establecer previamente una cita con la biblioteca. Pocos años atrás, Salinas inauguró además el National Steinbeck Center, un moderno edificio que funciona como librería y centro cultural consagrado al autor de Cannery Row. Desde allí se organizan además visitas guiadas al “Steinbeck Country”, es decir la región de California donde ambientó sus novelas. Todos los años, en agosto, Salinas es el centro del Steinbeck Festival, que incluye desde exhibiciones cinematográficas hasta conferencias, documentales y otros eventos: ésa esa la fecha ideal para los Walking Tours of Salinas (paseos a pie) o los Monterrey-Salinas Bus Tour (recorridos en ómnibus entre ambas ciudades).
CANNERY ROW. Los itinerarios californianos de Steinbeck lo llevaron a varios lugares del estado: Pacific Grove, hoy una importante localidad turística junto al mar, fue el escenario de sus vacaciones infantiles, y también su lugar de residencia durante su primer matrimonio (aún existe la Hardley Street House, donde vivió en los años ‘40). También queda una casa en Monte Sereno (localidad antes llamada Los Gatos) donde Steinbeck terminó De ratones y hombres y empezó Las viñas de la ira (que terminó en una estancia de las montañas de Santa Cruz). Esa casa de Monte Sereno fue inscripta tiempo atrás en el Registro Nacional de Monumentos de Estados Unidos.
Sin embargo, el lugar más emblemático del mito Steinbeck se encuentra en una avenida de Monterrey: antes llamada Ocean View, el escritor la llamó Cannery Row y ambientó allí una de sus novelas más conocidas, ya un clásico del siglo XX. Esa calle que bordea la bahía hasta Pacific Grove era en el pasado el asentamiento de los galpones de enlatado de pescado, cuando Monterrey no vivía del turismo sino de las conservas de sardinas. En 1944 Steinbeck compró una casa en Monterrey, pero no fue bien recibido por la burguesía de una ciudad que se negaba a ver en su esencia lo que el escritor describió como “una poesía, un hedor, un ruido estridente, una costumbre, una nostalgia, un sueño”. Un año más tarde se publicaba Cannery Row, y en homenaje a Steinbeck la avenida Ocean View tomó ese nombre en los años ‘50. Un modo de hacer justicia literaria, como Francia hizo con el Illiers-Combray de Marcel Proust, cerca de París.