TANDIL ESTADíA EN UNA CASA DE CAMPO
Criolla y elegante
En Tandil, la casa de campo Las Acacias ofrece descanso y confort en una antigua casona criolla del siglo XIX que albergó el primer tambo de la ciudad. Un bosque de tres hectáreas con piscina, hamacas y gran variedad de aves.
Por Julián Varsavsky
La casa, levantada en 1890, es un típico ejemplo de arquitectura criolla con reminiscencias europeas y claros toques de estilo colonial. Están presentes el aljibe, la infaltable galería abierta al tranquilo jardín, el piso en damero de granito y los techos bordeados con cenefa de chapa recortada que todavía existen en cualquier vieja estación de tren, estancia o simples casas de pueblo bonaerense. La influencia de las casas de campo europeas se refleja en el hermoso jardín de invierno vidriado -con muebles reciclados de estilo francés–, donde el huésped puede tomar un té o disfrutar en silencio de la buena lectura.
Desde cualquier punto del cuerpo central o las habitaciones de Las Acacias se capta el exuberante verde que la rodea. Una pared de ligustro, pinos y eucaliptos alberga el predio de tres hectáreas. La ubicación al pie de la Sierra de las Animas, en una zona de casas muy espaciadas, es ideal por estar lejos del ruido de los autos.
Recostado en una hamaca, el visitante puede apreciar en paz la variedad de acacias que le dan nombre al lugar: la francesa, la falsa acacia, el aromo –una clase de acacia– y la de Constantinopla. Además hay varios tipos de pinos, seis frondosos nogales, olivos y abedules, donde habitan la calandria, el tero, el pechito colorado, el carpintero y cuatro garzas que han establecido sus nidos en el lugar. A un costado está la pileta, y al otro lado de los árboles, el campo de golf, al que el huésped tiene libre acceso. Las cinco habitaciones de Las Acacias dan a la galería con vista al parque. Sus puertas y ventanas, a tono con el estilo criollo, fueron adquiridas a diversas estancias de la zona y luego recicladas. Cada cuarto tiene TV por cable para los días de lluvia y una videocasetera para quienes deseen seleccionar alguna película en la completa videoteca de clásicos del cine. También la buena música es otra inusual virtud de este lugar, pensado para que cada cual se sienta como en su casa. Así, cuando el huésped lo desee, puede instalarse en el living, servirse un trago y poner un CD en el equipo de música. La variedad oscila entre Dino Saluzzi, Ella Fitzgerald, Luis Salinas, J. S. Bach, Nat King Cole y una selección de óperas famosas.
La comida de Las Acacias se basa en un menú fijo que suele incluir como entrada un arrollado de berenjenas, tortilla de papa con chorizo colorado o soufflé de queso. El plato principal es por lo general pollo con verduras glaseadas, solomillo de cerdo con ajo y jamón crudo con guarnición de chauchas, lomo con papas a la crema y pastas caseras. Para los postres se sirven frambuesas con helado, arrollado y membrillo o higos con queso.