INDIA LOS TEMPLOS ERóTICOS DE KHAJURAHO
Crónica de un viaje a Khajuraho, un pueblo milenario del centro norte de la India, donde se conserva un conjunto de templos construidos entre los años 950 y 1050, famosos por las tallas eróticas que ornamentan columnas y paredes. Declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986, los templos generan una extraña atmósfera de misticismo erótico.
No fue simple llegar a los templos eróticos de Khajuraho.
No es simple llegar a ningún lado en la India. Aquí las distancias
son lentas y están atravesadas por el polvo hasta en los pliegues de
las arrugas. Cada vez que uno decide trasladarse por este país, sabe
que va a convertir las próximas horas –incluso días–
en una experiencia religiosa. Que tendrá que cruzar marañas de
brazos, hombros, olores, sabores y pedidos de todo tipo. Había salido
en tren hacia Khajuraho desde la oscura y confusa terminal de Benarés,
la ciudad sagrada a orillas del Ganges, con una imagen: un hombre, acuclillado
sobre su cuerpo, me preguntaba si quería andar en bote por el mítico
río, pero yo le decía que no. Y sin inmutarse seguía ordenando
sus anzuelos, doblado sobre sí mismo.
Hice el viaje en dos tramos: en tren desde Benarés hasta Satna (ocho
horas), y de ahí en micro a Khajuraho (otras cuatro). En el camino, encontré
dos norteamericanos asustadísimos ante tanta maraña de sensaciones.
MIL AÑOS DE PASION. Existen
diversas teorías sobre el origen de los templos de Khajuraho: que servían
para “enseñar” a las castas bajas de la India; que se trata
de una extensión natural del Kamasutra, occidentalizado hasta el hartazgo;
que aquí las castas altas se daban orgías apoteósicas que
hubiesen descalabrado al mismísimo Marqués de Sade. Lo que queda
de los Templos del Erotismo en Khajuraho, a unas horas de Benarés en
camino hacia el Taj Mahal, son varios grupos de edificios particularmente decorados
-basta remitirse a las fotos para comprender lo que se entiende por “particularmente”–,
que tienen mil años en esa misma posición. Los edificios de arenisca
fueron construidos entre 950 y 1050, cuando Khajuraho era la capital del reino
de Jejakabhukti, dedicado por los reyes Rajput Chandella de Bundelkhand a dioses
hindúes Siva, Vishnu, y a patriarcas jain. Pasada la época de
su esplendor, Khajuraho decayó en el olvido. Tanto, que ni siquiera los
ingleses lo encontraron cuando colonizaron. El pueblo se encuentra en Chhatarpur,
estado de Madhya Pradesh, India central. “Khajuraho” deriva de la
abundancia en la zona de khajur o palmeras datileras. De los 85 templos, sobreviven
una veintena, en 6 kilómetros cuadrados. Según me dice un guía
en la puerta, esta agrupación de templos, decorados con una cantidad
increíble de estatuas e insertos en un escenario bucólico, marca
un punto culminante de la arquitectura y escultura de todos los tiempos. Los
templos de Khajuraho fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco
en 1986.
TALLAS MUY AMOROSAS. Es un poco por casualidad que
estos templos no están en algún museo europeo, pues fueron “descubiertos”
por los occidentales en el siglo XIX. El capitán T.S. Burns, británico
que los encontró en 1838, publicó una descripción: “Hallé
entre las ruinas de Khajuraho siete grandes templos hindúes, bella y
exquisitamente tallados, pero el escultor a veces se había dejado llevar
por el calor de sus temas más lejos de lo que era necesario para su realización;
desde luego, algunas de estas esculturas eran extremadamente indecentes y ofensivas,
por lo que me sorprendió mucho al principio hallarlas en templos supuestamente
erigidos con buenos propósitos y fines religiosos”. La perplejidad
del señor Burns fue mayor al ver la reacción de los porteadores
de palanquines, que mostraban más deleite que horror ante la contemplación
de las esculturas.
Al llegar a Khajuraho, negocio un bici rickshaw por 5 rupias hacia el centro.
Hay que decirlo: los monumentos son caros en la India, en relación con
otros precios. La entrada a Khajuraho sale U$S 10 y un señor me pide
que deje mis zapatos afuera de todo templo. A pesar del calor. Entonces, me
aflojo los cordones para no tener que andar atando y desatando.
El sol les da a las figuras un relieve especial sobre el ocaso del día,
y las esculturas resaltan de manera deliciosa. Da ganas de recorrerlas con la
mirada, como devorando las curvas. No sólo hay imágenes eróticas,
de hecho son las menos. Pero se hacen notar. Todo esto pareciera un culto alorgasmo.
Me pongo los zapatos, me saco los zapatos y me los vuelvo a poner. Las plantas
de los templos, están orientadas este-oeste: los templos están
compuestos por un vestíbulo, un cuerpo central y una celda pequeña
y oscura que hace de sancta-sanctorum custodiando la estatua de la deidad correspondiente.
Los techos de las naves (que hacen despegar la imaginación) reposan sobre
capiteles y ofrecen un auténtico derroche de riqueza ornamental.
UNA ESCENA MISTICA. Según dicen en el pueblo, estas esculturas, cuyo
erotismo es comparable al templo de Konarak, en la costa oriental, fueron “malinterpretadas”
por los europeos. Y explican que tienen sus raíces en el ritual. “En
la consumación concreta que simboliza la abolición de cualquier
clase de dualismo, debe lograrse la experimentación de la vivencia de
la unidad.” Los edificios están divididos en grupos: Primitivos
(Chausat Yogini, Lalguan Mahadev), Oeste (Varaha, Lakshmana, Kandariya Mahadeva,
Parvati, etc.), Central (Javari, Vamana), Este (jainistas), Sur (Duladeo, Chaturbhuj,
etc.), por nombrar algunos. Voy pasando los templos de uno en uno. Hace calor
y todo transpira un poco. Los edificios están esparcidos por un campo
de pampa húmeda y calurosa. Pero no todo termina en los templos acordonados
para el turismo. Antes de que el sol termine de ocultarse, cruzo el pueblo de
Khajuraho hacia los otros templos al otro lado de la ciudad, donde no se paga
entrada.
A la salida, un niño me ofrece su bicicleta y, esta vez, ni siquiera
me pide unas rupias. Subo al niño en la misma bicicleta y mientras vuelvo
hacia el centro un puñado de guríes corren al lado: me siento
como el Papa en su Papamóvil. El niño me indica el camino y termino
en su casa, ante la mirada de sus padres: me invitan a pasar, muestran su terraza
y quieren vender algo.
Son ya las 7 de la tarde y Khajuraho está oscuro y cerrado. En ese momento,
se escuchan campanadas de un templo ubicado en la puerta de entrada a la zona
paga de los templos. Es rarísimo. Un hombre toca instrumentos, otro sopla
una especie de trompeta y la gente da vuelta alrededor de un cilindro de hierro,
que representa al dios Shiva. Es una escena mística y pienso que sólo
puede conmoverme en este extraño lugar. Un hombre dice oraciones, la
gente deja plata y le dan de comer una especie de hostia. El templo tiene diez
siglos. Es más viejo y simple que los otros. Cuando termina la ceremonia,
se acerca un hombre para hablarnos de su cultura. En la puerta, el cuida-zapatos
está descalzo.
ULTIMAS TEORIAS. Además de esculturas mitológicas y eróticas, hay escenas sexuales con animales. Pero el erotismo sólo está en los templos de Lakshmana, Kandariya, Jagadambi y Vishvanatha. Aquí relato las teorías encontradas durante el día: que se consideran buenos auspicios, fertilidad y alegría; que protegen al templo de los rayos cósmicos; que el investigador Meister dijo que se dan en una juntura arquitectónica, lugares de debilidad y, por tanto, necesitados de una especial protección. Otros opinaron que ilustra las bodas místicas de Siva y Parvati, con dioses, diosas, semidioses y seres celestiales en la fastuosa celebración de importancia cósmica. Un hombre en chancletas, que tiene en su rienda un camello vestido con un estilo muy kitsch, me cuenta que una doctora consideró que hay un significado oculto de un estado de meditación. Para otros, Khajuraho ofrece protección contra el mal de ojo. Unos opinaron que India pasaba por una fase decadente cuando los británicos la salvaron y construyeron su imperio. Otros decían que simplemente se describía la vida de su época. Y otros más opinan que Khajuraho era el centro de alguna rama esotérica de la comunidad tántrica que hubiera caído en la depravación. Cuando ya me estoy por ir a dormir, cansado de tanto vuelo místico, encuentro en un libro de historia de India la teoría más firme según la ciencia moderna de Stella Kramrisch y Ananda K. Coomaraswamy quedescubrieron los simbolismos de los dioses hindúes. La unión sexual, dijeron, era la metáfora empleada para expresar la verdadera comunión entre el alma humana y Dios.
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