TIGRE SAFARI FOTOGRáFICO EN EL DELTA
Una excursión entre islas y canales buscando los mejores encuadres y la luz ideal para captar la exuberante naturaleza isleña y descubrir lugares sorprendentes como un antiguo convento franciscano y la vieja planta de Sidra Real. Además, un enfoque sobre la arquitectura isleña de la “belle epoque”.
› Por Julián Varsavsky
Una de las modalidades de paseo turístico que más ha crecido en los últimos años es la de los safaris fotográficos combinados con una escapada de fin de semana cerca de la gran ciudad. En un principio, eran salidas de estudiantes de un curso avanzado de fotografía con su profesor, pero con el tiempo la propuesta se fue abriendo a los aficionados y autodidactas que simplemente quieren tomar fotos y de paso ampliar los conocimientos con la ayuda de un fotógrafo profesional, quien la mayoría de las veces oficia de prestador turístico y de guía de viaje.
Luz, encuadre y ¡click! En primer
lugar hay que tener en claro que un safari fotográfico no es un curso
de fotografía ultra-rápido. Por lo general son salidas grupales
con distintos niveles de conocimiento. Se debe tener en cuenta que no hay requisitos
mínimos para participar, ya se trate de conocimientos o de la calidad
de la cámara. Una simple automática es suficiente para empezar
y probar si se enciende una nueva pasión por la fotografía. Muchos
son los que van, justamente, a tomar sus primeras lecciones.
El lugar ideal para este tipo de escapadas es sin duda el Delta por la variedad
de tomas y temas que ofrece: atardeceres sobre el río, aves, árboles,
arbustos y plantas de todo tipo, y una interesante arquitectura histórica
de la “belle epoque”. Una de las propuestas para sacar fotos por
las islas del Delta es la que organiza el fotógrafo Mario Cocchi desde
el hospedaje La Real, ubicado en el cruce del río Carapachay y el arroyo
Gallo Fiambre, a 15 minutos de la estación fluvial de Tigre.
La salida comienza a las 9 de la mañana en la Estación Fluvial
de Tigre, luego se hace un descanso para almorzar y se continúa hasta
el atardecer, la hora melancólica de las imágenes reflejadas en
el agua. Durante el safari hay ciertas explicaciones que son generales para
todos, especialmente las indicaciones sobre composición y encuadre de
una buena foto. El instructor conoce los mejores lugares y cuál es la
hora para encontrar la mejor luz (en muchos casos se regresa a un mismo lugar
a distintas horas para probar cómo queda una foto con diferente luz).
Por momentos se navega en una lancha para buscar encuadres desde el agua, pero
la mayor parte del tiempo se camina por algunos de los rincones más sorprendentes
de Tigre. Uno de éstos es un refinado convento franciscano escondido
entre la vegetación, que alguna vez fue el casco de una estancia de la
familia Anchorena, luego una escuela y más tarde un lugar de retiro franciscano.
El edificio está aislado por un puente levadizo.
Entre foto y foto se cruzan puentecitos sobre los arroyos, se ve pasar la lancha-almacén
cargada de frutas en el techo, se llega a la fábrica abandonada de Sidra
Real y se descubre la colorida flor del ceibo, que como todo el mundo sabe es
la flor nacional y sin embargo, muchos no la conocen.
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