CORDOBA LOS VALLES DE PUNILLA Y CALAMUCHITA
Las ondulaciones del paisaje cordobés son el marco ideal para las caminatas de montaña, los vuelos en parapente o el descanso invernal en una cabañita de troncos en lo alto de un cerro. Las diversas alternativas en La Cumbre, Capilla del Señor, El Manzano y la Villa General Belgrano con su Fiesta del Chocolate Alpino en el mes de julio.
Córdoba, que siempre estuvo asociada al turismo familiar, se forjó en los últimos años una imagen de destino turístico ideal para los amantes del contacto con la naturaleza y los deportes de aventura. Su geografía se presta: los valles serranos tienen los relieves ideales para salidas de trekking con distintos grados de dificultad; las paredes de roca son un gran desafío para los amantes de la escalada, y en sus cielos despejados los parapentes se despliegan como grandes aves artificiales que concretan el viejo sueño de volar. La provincia tiene muchos lugares de interés, y entre ellos las localidades del valle de Punilla ofrecen una diversidad de opciones combinadas con buena infraestructura y ofertas de turismo alternativo.
Natural y sobrenatural Capilla del
Monte, al pie del cerro Uritorco –una de las montañas sagradas
de los comechingones, antiguos habitantes del lugar–, es el punto de partida
para numerosas visitas en la región. Es la puerta norte al valle de Punilla.
Este pueblo tranquilo, que muchos consideran como una “auténtica
fuente de energía”, es conocido por una rareza: la única
calle techada de Sudamérica, la Diagonal Buenos Aires, donde se concentran
los principales cafés y restaurantes de la ciudad. Esta calle techada
fue construida en los años 60, en ocasión de un festival de fotografía.
Pero el punto de atracción principal es, por supuesto, el cerro Uritorco
y su fama de “imán de ovnis”. Todos los veranos, trekkers,
turistas y curiosos que buscan concretar algún “encuentro cercano
del tercer tipo” recorren el cerro, donde –marcianitos aparte–
los paisajes son bellísimos.
En los alrededores de Capilla del Monte, tomando distintos senderos y caminos,
vale la pena visitar también parajes como los cerros Las Gemelas, el
dique El Cajón, el parque natural El Zapato –que le debe el nombre
a la curiosa roca con esa forma natural– y Los Terrones. También
se puede llegar hasta San Marcos Sierra, un tranquilo pueblo que hace de la
naturaleza un culto y que fue declarado incluso territorio no nuclear. Además,
es la “capital argentina de la miel”. Todos estos lugares ofrecen
numerosas opciones para practicar deportes tradicionales, como la pesca o las
cabalgatas, y algunos menos comunes como el tiro con arco o ballesta, el parapente
y la escalada en roca.
Pocos kilómetros al norte de Capilla del Monte, un camino de ripio lleva
hacia la Quebrada de la Luna y las Cuevas de Ongamira: de allí nace también
el sendero hacia el Parque Los Terrones, un lugar donde reina el monte serrano,
con sus algarrobos, molles y quebrachos entre grietas, cerros y rocas de extrañas
formas. Hay quienes creen que en Los Terrones estaba la puerta de entrada a
misteriosas ciudades subterráneas, no ajenas a los raros fenómenos
del Uritorco. Pero no hace falta buscar sus rarezas en el subsuelo: aquí
sobresalen los relieves eternos, esos terrones tallados por el viento y el agua
donde los visitantes ven, entre infinitas formas caprichosas, la Cabeza del
Indio, el Dedo de Dios, la Tortuga, el Cofre y hasta la estatua de Sarmiento.
Los Terrones puede recorrerse a través de dos circuitos: el corto, que
requiere apenas un cuarto de hora, y otro de dos horas, con ascensos, descensos,
trepadas, estrechos pasadizos entre las paredes, y escaleras naturales que van
llevando hacia la cima, donde se divisa el espléndido paisaje de las
gargantas de la quebrada y el dique Cruz del Eje.
Vuelo en las cumbres Desde Capilla
del Monte, por la Ruta 38 rumbo a Córdoba Capital, se llega a la localidad
de La Cumbre, donde se asentaron a lo largo de los años diversas colonias
de inmigrantes, sobre todo ingleses, que legaron elestilo arquitectónico
de muchas de las casas de los barrios de Cruz Chica y Cruz Grande. Justamente
en Cruz Chica, a sólo tres kilómetros del centro de La Cumbre,
se levanta El Paraíso, la casa donde vivió Manuel Mujica Lainez,
hoy convertida en un museo con recuerdos del escritor. Muchos llegan atraídos
por la cancha de golf de 18 hoyos, pero La Cumbre es por sobre todo la capital
cordobesa del parapente y el aladelta.
Al este de la ciudad se levanta el Mirador de Cuchi Corral, sobre el río
Pinto, donde se realizan la mayor parte de los vuelos en parapente y aladelta
(es sede de una fecha del campeonato mundial de ese deporte). El relieve, la
altura, los vientos y el microclima del lugar lo hacen ideal para los vuelos
sobre la montaña, que practican tanto los expertos como quienes quieren
iniciarse en la actividad de la mano de un instructor. Saliendo del Mirador
de Cuchi Corral, hacia la derecha de la plataforma de lanzamiento hay una quebrada
que se puede descender a pie: es uno de los más hermosos circuitos de
la región, matizado por cascadas, desniveles y una densa vegetación.
Para bajar se requiere conocer algunas técnicas de escalada y contar
con cierta experiencia para superar las seis horas del tramo... para luego volver
preferentemente en auto (el regreso debe organizarse de antemano).
Hacia el sur de La Cumbre, entretanto, la vecina Villa Giardino es conocida
como “el jardín de Punilla” y es el lugar de residencia de
muchos artistas y artesanos que buscan tranquilidad, hermosos paisajes y un
microclima que la hace agradable durante todo el año.
Chocolate caliente Ya fuera de los circuitos del valle de Punilla, a menos de cien kilómetros de Córdoba Capital, Villa General Belgrano es otro de los centros muy visitados de la provincia. Sobre todo cuando se aproxima la Fiesta del Chocolate Alpino, que se realiza todos los años en julio, cuando el frío hace tentador probar toda clase de chocolates artesanales en un marco que recuerda el paisaje de los Alpes suizos. Entre las Sierras Grandes y las Sierras Chicas, Villa General Belgrano es un buen punto de partida para recorrer el valle de Calamuchita. La ciudad tiene una fuerte influencia de los inmigrantes centroeuropeos que se establecieron en la zona. Villa General Belgrano ha firmado un “convenio de hermandad” con la ciudad suiza de Sigriswil, con la que tiene un importante intercambio de pasantes y programas de cooperación. Además la ciudad es conocida por la elaboración de cervezas artesanales.
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