SAN JUAN - AVENTURAS EN LA CORDILLERA
Paisajes muy activos
La provincia de San Juan es uno de los principales centros de turismo de aventura del país, en el marco de los increíbles paisajes cordilleranos. Carrovela en Barreal, escalada y rappel en la Quebrada de Zonda, rafting en el río Jáchal y una excursión en 4x4 hasta el Paso Internacional Agua Negra en el límite con Chile.
Por Julián Varsavsky
Eclipsados por el Valle de la Luna, en la provincia existen otros lugares ideales para las excursiones de aventura que merecen ser más conocidos. No sólo por sus relieves geográficos sino también por los asombrosos paisajes que los circundan, a tal punto que muchas veces la actividad física es sólo una excusa para disfrutar de los panoramas. Pero si de deportes se trata, hay quienes dicen que en un contexto así los cuerpos rinden mucho más.
Penitentes sanjuaninos
El cruce a Chile por el Paso Internacional Agua Negra –atravesando la cordillera de los Andes– es una de las excursiones más coloridas y deslumbrantes que hay en toda la provincia. El camino, si bien es de tierra consolidada, carece de complicaciones y lo ideal es recorrerlo con una camioneta 4x4 (con auto común se debe ir con mucha precaución).
Se sube hasta más de 4000 metros sobre el nivel del mar y las montañas carecen absolutamente de vegetación: no crece siquiera un mínimo yuyito. A simple vista no hay indicio alguno de que exista vida sobre la tierra. La aridez también deja al descubierto la compleja diversidad geológica de estas montañas, un abanico multicolor de minerales amarillentos, verdosos, rojizos, violetas, blanquecinos, ocres, marrones y anaranjados, que a veces están cubiertos por solitarios manchones de nieve. Además aparecen en lo alto glaciares de altura como el Agua Negra.
Dos kilómetros antes del cruce a Chile aparece tras una curva un gran brillo blanquecino que podría confundirse con un glaciar al borde de la ruta. Son los penitentes, esa extraña formación de hielo que surge por una acción combinada del sol y el viento a partir de grandes acumulaciones de nieve en los terrenos de extrema aridez. Este fenómeno es muy particular en el mundo, y se da sólo en latitudes como las de San Juan y algunos pocos lugares de Asia.
La gran serie de penitentes conforman una compacta pared de 200 metros de largo con hielos de cuatro metros de altura. En la parte superior son puntiagudos y parecen una sucesión de torres con punta de aguja que se despliegan una junto a la otra escalando la ladera montañosa. En ciertos lugares los penitentes forman pequeñas cuevas de hielo con agudas estalactitas que penden sobre las cabezas de los visitantes como mortíferas lanzas heladas.
El camino trepa hasta los 4770 metros, donde está el mojón que señala el límite con Chile. Prácticamente al borde de la ruta se levanta el escarpado Pico San Lorenzo, con sus descomunales 5600 metros de altura muy bien disimulados debido a la cercanía con otros gigantes cordilleranos
Las empresas de turismo aventura que organizan estas excursiones incluyen en el recorrido el traslado desde San Juan, almuerzo y baños termales en Pismanta.
A pie por la montaña
Una de las salidas de trekking más sencillas y de mayor belleza paisajística que se realiza desde la capital sanjuanina es en la Quebrada de Juan Pobre. La excursión se hace en el día y es una combinación de un paseo en 4x4 con una caminata que permite llevarse una imagen muy representativa del paisaje cordillerano.
El punto de partida es el Valle de Zonda, 16 kilómetros al oeste de la ciudad de San Juan, a bordo de una 4x4 que rápidamente deja la ruta para ingresar en la Quebrada de la Sierra Chica, en plena precordillera de los Andes. El recorrido avanza por el lecho arenoso de un arroyo seco entre dos paredes montañosas que se van cerrando cada vez más, hasta que la senda es tan angosta que impide el paso de la 4x4. Ahí empieza la caminata por un terreno cuyos pliegues y fallas sacan a la luz antiquísimos fósiles. Una diversión de este trekking consiste en dedicarse a descubrir trilobites, fósiles marinos del paleozoico que aparecen a montones incrustados en las rocas. Después de una escalada simple de 4 metros que no requiere ni siquiera el uso de cuerda, se llega al filo de la montaña.El esfuerzo físico no es menor, pero el premio de llegar a la parte superior lo justifica: se ve un espectacular panorama de todo el Valle de Zonda, con el cuadriculado de las fincas viñateras y el río San Juan desembocando en el espejo de agua del dique de Ullum. Pero lo más interesante es ver la estructura geológica de la precordillera sanjuanina, compuesta por cinco cordones longitudinales que se extienden paralelos entre sí y de forma escalonada, separados uno del otro por valles intermedios. Desde ese mirador se ve a la perfección esa estructura escalonada que culmina con el Cordón del Tontal, cuya altura llega hasta los 4350 metros.
En lo alto de la montaña existe una especie de parador natural donde las paredes de roca brindan cobijo y forman unos asientos rústicos tallados por la erosión. Allí, los guías preparan un sabroso picnic con frutas y chocolate. La caminata dura alrededor de dos horas en total.
Subiendo y bajando laderas
En la Quebrada de Zonda –16 kilómetros al oeste de la capital sanjuanina– hay varias palestras rocosas que parecen diseñadas por la naturaleza para deportes como la escalada, el rappel y la tirolesa. En primer lugar debe quedar claro que, a pesar de lo que parezca a simple vista, estos deportes son mucho más sencillos de lo que uno se imagina. Y aunque los riesgos son prácticamente nulos, se segregan buenas dosis de adrenalina, esa extraña hormona derivada del miedo que, en estos casos, genera un excitante placer.
La especialidad más emocionante es la escalada en la roca, que se realiza sólo con las manos y los pies, más un casco y un arnés con una cuerda doble de seguridad atada en la parte superior de la pared. Ya desde el principio el novato escalador se da cuenta de que una escalada simple no requiere mucha fuerza ni habilidad, sino inteligencia. La clave está en aplicar la técnica tal como la explica el instructor. Siguiendo estas instrucciones –practicadas antes en un lugar sencillo–, aquella persona que nunca se haya trepado siquiera a un árbol descubrirá que es capaz de escalar una pared vertical de roca que mide 20 metros de altura. Como todo lo que sube, baja, también existe el descenso en rappel, una técnica que se realiza con la ayuda de una cuerda y un arnés. En la Quebrada de Zonda hay un sector de 25 metros de altura donde la pared tiene una hendidura ideal para que los más experimentados practiquen el rappel aéreo, llamado así porque obliga a bajar sin siquiera poder apoyar los pies en la montaña.
Navegando en el desierto
En el departamento de Calingasta, y muy cerca del Parque Nacional El Leoncito, está el Barreal, un gran terreno reseco que alguna vez fue una laguna, considerado el mejor lugar del mundo para practicar carrovelismo. Esta extraña modalidad deportiva se realiza a bordo de un carrovela, un vehículo con mástil de aluminio que se mueve exclusivamente por acción del viento. Y en el Barreal, todos los días a media tarde sopla un poderoso viento llamado El Conchabao, que permite a los carrovela alcanzar velocidades de 120 kilómetros por hora. Además, este sitio es una pista natural perfectamente lisa que mide 12 kilómetros de largo y cuatro de ancho, condiciones ideales para “volar” sobre el terreno sin ningún obstáculo.
Los prestadores turísticos de esta modalidad deportiva tienen un carro especial que lleva a dos personas. El acompañante no debe hacer absolutamente nada salvo disfrutar, y si se siente seguro puede aprender a maniobrar un poco el vehículo, que avanza haciendo largos zig-zags con curvas de hasta 200 metros. La sensación de ir a toda velocidad por este insólito lugar podría compararse con la idea de navegar a todo vapor por el desierto, pero de manera silenciosa. Si el acompañante no tiene miedo, el conductor puede realizar algunas piruetas, como inclinar el carro hacia un lado y levantarlo para que ande en dos ruedas.