VENEZUELA EL PARQUE NACIONAL ARCHIPIéLAGO LOS ROQUES
En pleno Mar Caribe, un archipiélago de 42 islas y 250 cayos de fina arena blanca declarado parque nacional para resguardar su increíble biodiversidad submarina. Sin grandes hoteles pero con encantadoras posadas, este “paraíso” sin palmeras es uno de los lugares preferidos del turismo internacional.
› Por Julián Varsavsky
Es el Caribe en su máxima expresión; un archipiélago de islas y cayos de arena blanca rodeados por un diáfano mar de aguas turquesas, una imagen que suele asociarse con la idea del paraíso. Y aunque nadie sepa a ciencia cierta cómo será el paraíso en los cielos, lo cierto es que el Parque Nacional Archipiélago Los Roques bien podría ser el Edén en el reino de este mundo. Reflexiones al margen, en lugares así no faltan las razones para creer que se ha llegado a un mundo feliz: islas semidesiertas, una aldea de pescadores que disfrutan sin urgencias de sus labores en el mar, algunas confortables posadas frente a una playa con peces de colores, y la posibilidad de deleitarse con una langosta asada en cuyo caparazón se refleje el resplandor de un mar azulísimo.
Desde
el aire
Un vuelo de 35 minutos en avión desde Caracas es la forma más
práctica de llegar a Los Roques. Desde la ventanilla del avión
ya se distinguen los fulgores con distintos tonos de azul que colorean este
archipiélago de 42 islas y 250 cayos. El aeropuerto es una simple pista
cercana al mar sin ninguna clase de infraestructura, negocio o bar. A pasos
del avión, los peñeros (lancheros) esperan a los turistas para
llevarlos a los distintos cayos del parque.
La isla Gran Roque es la principal del archipiélago, con 3,5 kilómetros
de largo por uno de ancho. Pero no se debe pensar en ella como una especie de
Cancún o Varadero sino como un lugar sencillo donde no hay shoppings
ni grandes hoteles hay unas pocas posadas y casi todas las calles
son de arena. Un dato curioso es que en Los Roques, la industria del calzado
es un negocio en baja, ya que muchos lugareños prefieren vivir descalzos
en este microcosmos de finas arenas. Gran Roque es la única isla con
población estable del archipiélago, un centenar de familias originarias
de la isla Margarita que viven de la pesca de langostas y mariscos y también
del turismo.
El reglamento del parque nacional no permite levantar nuevas edificaciones e
incluso están prohibidas las ampliaciones. Así que para hacer
las casas más atractivas muchas convertidas ahora en posadas,
los lugareños las pintan con un sinfín de colores vivos.
Por
las islas
Gran Roque no es necesariamente la isla más representativa del encanto
natural del archipiélago (aunque tiene la mejor infraestructura). Muchos
visitantes optan por abordar un peñero y dirigirse a cayos como Francisqui,
Crasqui o las islas Larga y Dosmosquises.
Según la mayoría de los viajeros, Crasqui es una de las islas
más hermosas para visitar. Allí lo recomendable es quedarse a
dormir en una carpa en el camping Rancho Agua Clara (ver datos útiles).
En la isla se pueden alquilar tablas de windsurf, kayacs y botes a pedal. Y
en el restaurante de Juanita ofrecen los platos más sabrosos con la pesca
del día.
La excursión más famosa y una de las más caras
es al cayo de Agua, donde habitaron alguna vez los indios ocumaroides. Lo singular
de este cayo es que se trata de un largo brazo de arena muy angosto que une
dos islotes como si fuese un pasadizo radiante en la inmensidad del mar.
Sobre
y bajo las olas
Los Roques es un paraíso caribeño sin palmeras. Esto es porque
las condiciones climáticas son bastante extremas y llueve muy poco, así
que la vegetación escasea. Apenas treinta especies vegetales se han adaptado
al archipiélago, y la vegetación se limita a una variedad de cactáceas
y espinares. En las partes planas y arenosas hay una vegetación de porte
bajo llamada el tabaco de pescador, famosa por los efectos alucinógenos
que producía en los indígenas, así
como mangle rojo y también negro.
Además de las aves, la verdadera riqueza biológica de Los Roques
está en las especies del submundo marino que convierten a estas islas
en un lugaróptimo para practicar snorkel y buceo. Una biodiversidad excepcional
se concentra en los arrecifes coralinos donde con un simple snorkel se pueden
observar fantásticas apariciones como el pez ángel, el mariposa
o el loro, que tiene unas poderosas mandíbulas con las que raspa los
pólipos de la superficie calcárea de los corales. Otros peces
llamativos son el medio luto y el navajón azul, que pasean su belleza
entre los corales cuerno de ciervo y cerebro golgoniáceas. Sin embargo,
las especies más buscadas son la langosta de mar y el botuto, un molusco
particularmente rico que abunda en Los Roques. En esta zona se obtiene el 90
por ciento de las langostas que se consumen en Venezuela, pero su pesca está
vedada entre noviembre y abril (se recomienda no comprarle langostas a los pescadores
dentro de ese período).
Sobre las aguas y los cayos sobrevuelan noventa especies de aves como los pelícanos,
que se lanzan en picada al agua formando violentos grupos que atacan sin piedad
a los cardúmenes. Las especies de aves más comunes son las tijeretas
de mar, las gaviotas blanca y rosada, los pájaros bobos y los flamencos
rojos. Los más románticos aseguran que aquí se dan cita
todas las aves del paraíso. Pero exageraciones al margen, para la mayoría
de los viajeros Los Roques es un viaje sin escalas al mismísimo paraíso,
pero con pasaje de regreso.
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