Dom 21.08.2005
turismo

ESQUEL NIEVE, LAGOS, GLACIARES Y BOSQUES MILENARIOS

La Comarca de los Alerces

En La Hoya, el centro de esquí de Esquel, la temporada llega hasta mediados de octubre. Pero el placer del manto blanco se combina con los bosques de alerces y el tradicional recorrido de “la Trochita”, el viejo expreso patagónico que recorre estas antiguas tierras de colonización galesa en Chubut.

› Por Graciela Cutuli


Vista de lejos, la “Patagonia profunda”, recostada sobre la cordillera, con sus pueblos enclavados en la estepa y una soledad tan intensa que se convierte en la única presencia tangible a lo largo de los caminos que la atraviesan, tiene un aire mítico y lejano, casi inalcanzable. Cierto halo de misterio, de leyenda, como el que contribuyeron a difundir Bruce Chatwin y Paul Theroux, fascinados por estas regiones que aún parecen tierras de pioneros y escenarios de cuentos. Sin embargo, a medida que las distancias se acortan y el viajero se acerca a su destino, los pueblos, ciudades y paisajes empiezan a hacerse más reales, y sobre el relieve magnífico de los Andes y la estepa empieza a dibujarse una vida cotidiana inundada de cordialidad y pasión por la vida al aire libre.

Esquel, situada en un valle rodeado de montañas que alcanzan los 2 mil metros de altura, rebosa de belleza y tranquilidad, de espacios abiertos y colores que parecen tocados por la varita mágica de un hada singularmente imaginativa. Desde el cielo, parece que los ojos no alcanzaran para abarcar la inmensidad de los cordones que la rodean: Situación, Rivadavia y Esquel, un anillo de picos que protegen la ciudad como centinelas de piedra. Se cuenta que el primer avión que llegó a la zona, un aparato de LADE, recibió el nombre de “Nahuel Pan”, justamente en homenaje al primer cerro que se divisa desde el aire: “Nahuel Pan” significa “Tigre Puma” en mapuche, la lengua originaria sobre la cual se asentaron el castellano y el galés. Hoy, Esquel es la puerta de entrada a la Comarca de los Alerces, una región de lagos, glaciares y bosques milenarios, donde el tiempo no se mide en años sino en siglos. Al mismo tiempo, esta ciudad –la principal población de Chubut sobre la cordillera, cercana al encantador pueblo galés de Trevelin– brilla en la temporada invernal por su centro de esquí, La Hoya, uno de los preferidos de las familias y de los esquiadores más tardíos, que aprovechan la nieve presente hasta mediados de octubre.

LA TIERRA DE LOS “LAHUAN” Los mapuches llamaban a los alerces, lahuán, que significa “abuelo”: es un nombre perfecto para estos árboles milenarios que se cuentan entre las especies arbóreas más longevas del mundo, y que dan nombre al Parque Nacional cercano a Esquel. Cada año que pasa, el alerce aumenta su diámetro apenas un milímetro: basta medir entonces sus gruesos troncos para calcular la edad de estos árboles, que alcanzan entre 2 mil y 3 mil años. Tiempos prehistóricos que dieron origen a estas coníferas, de verdes copas y gran altura, prósperas sobre todo en los suelos más húmedos.

Una de las excursiones más tradicionales de la región de Esquel y el Parque Nacional se realiza por vía lacustre, y permite acercarse a un espléndido bosque de alerces. Comienza en Puerto Limonao, recorre parte del lago Futalaufquen y remonta el río Arrayanes hasta el lago Verde: allí, en la orilla oeste, se desembarca para caminar unos 800 metros hasta Puerto Chucao, sobre el lago Menéndez. Nuevamente una embarcación lleva a los visitantes a recorrer parte de este lago, hasta desembarcar en el brazo norte para realizar una caminata por El Alerzal, cuyos árboles superan los 50 metros de altura, con troncos de hasta cuatro metros de diámetro. Allí, todos se sienten como Gulliver en el país de los gigantes, pequeños ante el tamaño del bosque y la majestuosidad de los cordones montañosos, coronados de nieves eternas. Contra el cielo se recorta el cerro Torrecillas, con su espléndido glaciar colgante, que tiene una vertiginosa caída de 300 metros.

Además del trekking por los senderos del Parque Nacional, hay otras maneras de practicar turismo activo en la región: muchos eligen el mountain-bike, ya que se pueden alquilar bicicletas para realizar excursiones autoguiadas o sumarse a los circuitos que proponen los guías. Uno de los senderos favoritos es el trazado de la RP 71, que atraviesa Los Alerces llegando desde Cholila. También se ofrecen cabalgatas, por la estepa o por los angostos senderos de montaña, entre los bosques nativos. A la luz de la luna, o de día, una tradicional excursión a caballo recorre la estancia Los Alamos, mientras los más avezados se animan a las travesías de una semana por la cordillera, que en algunos casos incluyen el cruce hacia Chile.

Los cordones que rodean Esquel, además, son ideales para la práctica del montañismo: entre los preferidos están los cerros Alto El Dedal y Alto El Petiso, dentro del Parque Nacional, que superan los 1900 metros. Hay que tener, en cambio, más equipo y experiencia para acceder al cerro Cocinero y su glaciar, que tiene cumbre en los 2140 metros. Y si la idea es descansar las piernas y dejar que el vehículo haga todo el trabajo, la propuesta son las excursiones en 4x4 por el cerro La Cruz.

TIEMPO DE NIEVE La Hoya está situada a sólo veinte minutos de Esquel. La estación dispone de nueve medios de elevación, 24 pistas, servicio de pista, balizamiento, pisteros profesionales y cañones de nieve que mejoran el estado de los distintos circuitos. Este año se sumó además una aerosilla cuádruple, que duplicó la capacidad del cerro. El centro es conocido por la variedad de sus trazados para los niveles iniciales, y sobre todo porque su conformación lo convierte en uno de los más seguros del país, en particular para los chicos: esto se debe a que la topografía del cerro permite la interconexión de las pistas y la convergencia en una base común. En otras palabras, es imposible perderse. Al mismo tiempo, es una estación relativamente pequeña, poco masiva, sin congestionamiento en las pistas, donde se practica no sólo el esquí alpino tradicional sino también el fuera de pista y el snowboard.

Para los que se inician en los secretos de la nieve, hay escuela de esquí y snowboard para adultos, en tanto los chicos pueden quedar a cargo de maestras e instructores de esquí que los guían en sus primeros pasos por la nieve, para aprender jugando. Una de sus ventajas es que, por su posición austral y la orientación sur del cerro, La Hoya recibe pocas horas de sol, de modo que la nieve permanece más fría y en mejores condiciones durante más tiempo. Y a la hora del descanso, hay hosterías, confiterías y restaurantes donde tentarse con las especialidades patagónicas.

Para el mes próximo, Esquel prepara uno de sus grandes acontecimientos anuales: es la Fiesta Nacional del Esquí, que se realiza del 10 al 18 de septiembre, sobre las nieves de la primavera. Las celebraciones empiezan el sábado 10 con el Baile del Hachero, seguido del Concurso del Hachero el domingo 11. Ambas fechas tienen que ver con una actividad tradicional de la zona, el hachado de leña para calentar las casas, que sigue siendo un oficio predominante en algunos barrios y pueblos. Por eso llegan participantes desde distintas localidades cordilleranas, donde los concursos de hacheros ya son un esperado desafío. El mismo domingo 11 se organiza la Búsqueda del Tesoro, uno de los momentos más esperados por grandes y chicos, turistas y locales, que recorren en auto todo Esquel –como si la ciudad fuera un gran tablero de juego– hasta dar con el tesoro en cuestión. El siguiente fin de semana, el sábado 17 es la Noche Mágica, ocasión de elegir a la Reina Nacional del Esquí y de escuchar a Luciano Pereyra, además de asistir a un vistoso espectáculo de láser. Este año, la Noche Mágica conmemora los 99 años de Esquel, que ya se está preparando para celebrar su primer centenario, el 25 de febrero del año próximo. Al día siguiente, se organiza una trepada al cerro La Hoya en parejas, mientras los niños tienen agendada una carrera cross-country. Pero antes los espera un lindo momento: previamente a la competencia, cada chico planta un árbol en el faldeo del cerro La Cruz, una de las iniciativas de Esquel para crear conciencia sobre el cuidado del ambiente.

A TODO VAPOR Esquel también es sinónimo de uno de los iconos de esa Patagonia mítica que conquista la imaginación a fuerza de historia y distancia: el Viejo Expreso Patagónico, cariñosamente llamado “laTrochita”, un tren a vapor que recorre una vía angosta de apenas 75 cm de separación entre los rieles. La Trochita realiza hoy un recorrido turístico que va de Esquel a la cercana estación de Nahuel Pan, a sólo 20 kilómetros, lugar de asentamiento de la comunidad mapuche. El trayecto dura alrededor de una hora y media, después de lo cual los viajeros pueden bajar mientras la máquina maniobra y prepara su regreso. La Trochita es una verdadera superviviente, el vehículo que transporta a un viaje en el tiempo hasta las épocas en que las locomotoras a vapor eran las dueñas de los lejanos trazados ferroviarios por tierras desérticas, como cuando este tren fascinante iba de Ingeniero Jacobacci a Esquel. Tiempo atrás, este tren transportaba 25 mil toneladas anuales de madera, lana y ovejas, además de ser el principal medio de transporte de los pobladores. Cuentan que bastaba con que se pusieran en las rectas para que el maquinista los viera e improvisara una parada en medio de la estepa. El halo de leyenda que todavía rodea a la famosa locomotora permitió salvarla, aunque sea en una acortada versión turística, de la muerte que alcanzó a tantas líneas ferroviarias en la Argentina. Hoy es un encanto más de Esquel y la región de Los Alerces, que bajo las nieves del invierno o bajo el cálido sol veraniego despliega naturaleza e historia como para llenar infinitas páginas del libro de la belleza patagónica.

Historia y cultura de la region

La región de Esquel, que está a punto de celebrar sus primeros cien años el próximo 25 de febrero, tiene también una interesante historia que puede conocerse en los monumentos históricos de la ciudad y sus museos. Vale la pena visitar el Museo de Culturas Originarias, el Museo de Arte Naïf, la Capilla Seion –inaugurada en 1904, uno de los hitos del patrimonio cultural chubutense–, el Museo del Molino y la Capilla Bethel, levantada en 1910. Y es emotiva la visita a la Tumba del Malacara, guiada por Clery Evans, nieta del baqueano John Evans, cuya historia y la de su caballo Malacara cuenta durante el paseo.

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