Domingo, 12 de marzo de 2006 | Hoy
CUBA > EN JARDINES DEL REY
Cayo Coco y Cayo Guillermo están en el archipiélago Sabana-Camagüey, el más extenso y numeroso de los cuatro que rodean la isla de Cuba, con más de 2500 cayos e islotes de una inconmensurable belleza. Desde hace unos años, y con la instalación de resorts, se han convertido en uno de los destinos de playa cubanos más visitados por el turismo internacional.
Por Leonardo Larini
Unos extraños y simpáticos pájaros negros picotean los restos de pan de las mesas mientras una cálida bruma trae el aroma del mar al quincho del hotel. Estar almorzando contemplando el Caribe, después de casi diez años de no salir de subtes y ascensores, y con apenas dos horas de llegado a Cuba, es una experiencia tan placentera como insólita. La escena transcurre en uno de los tantos resorts que abundan en Cayo Coco que, junto a su vecino Cayo Guillermo, están en Jardines del Rey, una zona turística ubicada al norte de la provincia de Ciego de Avila. Y no son los únicos cayos, ya que forman parte del archipiélago Sabana-Camagüey, el más extenso y numeroso de los cuatro que rodean la isla de Cuba, con más de 2500 cayos e islotes de una inconmensurable belleza.
Unas horas más tarde, después de haber disfrutado de las piscinas, la escena se traslada a la playa: la contemplación del atardecer a orillas del mar, con la grata compañía de un mojito y en la más armónica de las soledades, llevan al cronista a creer que alguien, en Buenos Aires, le ha puesto algo en su trago y que esta naturaleza pintada con los naranjas y violetas que se mezclan en el cielo, mientras el mar susurra y la brisa se filtra entre las palmeras despeinadas, no es más que una alucinación que transcurre en algún bar del Bajo o el Microcentro. Pero no, está ocurriendo a muchos kilómetros de allí, en uno de los mágicos espacios de los 22 kilómetros de playa de Cayo Coco. En realidad, lo mismo podría ocurrir en alguna de las amplias playas de Cayo Guillermo que, si bien es más pequeño que su hermano Coco, comparten la impronta paradisíaca del Caribe cubano. Por algo fueron los cayos preferidos de Ernest Hemingway, quien recorrió con su yate de roble y caoba gran parte de la costa norte de la isla persiguiendo al pez marlin.
Toda esta región se caracteriza por la existencia de colonias de flamencos y otras aves migratorias que eligen diferentes sitios para desarrollar sus ciclos de reproducción. Y lo mejor de todo es que, a lo largo del día, verlas sobrevolar sobre las instalaciones de los hoteles es tan común como los avioncitos de telgopor en Mar del Plata. Además de estas maravillas, los dos cayos tienen otro atributo esencial para los amantes del buceo: en las cercanías hay una formación coralina de 400 kilómetros considerada por los expertos como la segunda en importancia en el orden mundial después de la australiana.
Desde los resorts de los cayos se pueden realizar excursiones para conocer sitios de interés cultural o histórico. Y para ello nada mejor que visitar las cercanas ciudades de Morón y Ciego de Avila.
Fundada en mayo de 1543, la Morón cubana se fue conformando con la llegada de familias que emigraron desde la provincia de Sancti Spiritus y marineros de diversos orígenes que se instalaron aquí después de navegar la costa norte en busca de fortuna. Existen diversas versiones sobre el origen del nombre: una afirma que se debe a que fue levantada sobre una lomada de escasa altura, lo cual coincide con la definición geográfica de “morón”, que quiere decir “pequeño montículo de tierra”. La otra atribuye el nombre a que uno de los primeros pobladores del lugar era de Morón de la Frontera, un pueblo sevillano. Y una tercera versión sostiene que la parcela donde se localiza la ciudad fue otorgada en 1525 al señor Ramón Morón, por acuerdo del Ayuntamiento de Puerto Príncipe. Pero aquí no termina la cuestión porque la ciudad también es conocida como “La Ciudad del Gallo”, ya que es precisamente un gallo el símbolo de sus pobladores.
En las callecitas de Morón hay hermosas viviendas decoradas con zócalos, baldosas vidriadas, azulejos, barandas de madera y elegantes rejas de hierro de diversas figuras geométricas. Asimismo, cuentan también con alquitrabes lisos o decorados, arcos y aleros. La iglesia, por su parte, es una de las construcciones más antiguas del país y es la única que posee una torre almenada y aspilleras en sus paredes.
Ciego de Avila, que fue fundada en 1840, está situada 100 kilómetros al sur de Cayo Coco. El atractivo principal es su ecléctica arquitectura que incluye influencias del estilo árabe de raíz andaluza, el barroco y el art déco, con portales corridos y columnas neoclásicas de variado diseño.
Uno de los lugares ineludibles es el Parque Martí, que marca el centro de la vida social de la ciudad. Asimismo, son muy interesantes el Teatro Principal, en cuya fachada confluyen los estilos renacentista, imperial y barroco; la iglesia de San Eugenio de la Palma, el Museo de Arte Decorativo e Histórico y La Casa de la Trova.
También en las cercanías de los cayos, se pueden visitar el Parque Natural El Bagá y el Parador La Silla, en el que conviven varios ecosistemas; el Sendero de las Dolinas, con amplias áreas ocupadas por bosques; el Sendero Sitio la Güira, y el Area Protegida de la Loma de Cunagua, que es una de las mayores alturas de Ciego de Avila (364 metros) y refugio de la fauna local.
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