CUYO RECORRIDOS PALEONTOLóGICOS
San Luis y San Juan preservan un valioso patrimonio paleontológico. Durante este mes hay varias opciones para descubrirlo, siguiendo las huellas de los primitivos animales de la tierra. Circuitos guiados en Sierra de las Quijadas y en el Parque Nacional Ischigualasto.
› Por Graciela Cutuli
En algunos lugares de la Argentina, el pasado es extraordinariamente tangible. Como si de pronto la prehistoria surgiera de las páginas de un libro troquelado –o, para ser más actuales, de una película en animación tridimensional–, los dinosaurios y todo el mundo que los rodeaba parecen corporizarse. San Luis y San Juan, junto a Neuquén, son algunos de los principales lugares para la preservación del patrimonio arqueológico, gracias a la particular evolución de su historia ecológico-climática. Y también algunos de los mejores sitios donde hoy se pueden iniciar rutas de paleoturismo, turismo geológico y turismo científico. Es decir, una forma de acceso al paisaje que incluye la exploración del terreno a pie o en los medios de transporte adecuados, el conocimiento y reflexión del pasado de una región geográfica a través de los restos de flora y fauna fosilizada, y la combinación de la ciencia académica con la educación ambiental, llegando incluso a compartir el trabajo de campo de los investigadores.
En San Luis en particular se está trabajando en una nueva iniciativa para revalorizar los yacimientos paleontológicos como bienes patrimoniales, con el fin de que se reconozca su incidencia en el desarrollo regional y conocer a su vez el estado de la investigación paleontológica sobre dinosaurios, pterosaurios y otros reptiles gondwánicos. Los responsables de la fundación Inti Cuyum, que impulsan esta iniciativa, recuerdan que la propuesta se basa en que Cuyo y las regiones inmediatamente aledañas cuentan con tres de los más importantes yacimientos geopaleontológicos del país: Talampaya (La Rioja), Ischigualasto (San Juan) y Sierras del Gigante-Sierras de las Quijadas-Guayaguas (San Luis), eslabones de un inédito corredor turístico.
Estas zonas naturales cuyanas, que abarcan unas 458 mil hectáreas, contienen los principales legados de la “era de los reptiles”, y se remonta 245 millones de años atrás, cuando vivían en el Cuyo actual pterosauros alados, grandes dinosaurios y otras especies que misteriosamente un día dejaron la faz de la tierra. A futuro, son el escenario ideal para un proyecto de características semejantes al Proyecto Dino de Barreales (Neuquén), el Parque Dinópolis de Teruel (España) y el Parque Cretácico Cal Orck’o de Sucre (Bolivia), cuya inauguración se espera para mediados de este año.
PREHISTORIA PUNTANASierra de las Quijadas se creó como Parque Nacional quince años atrás, y es la principal de las áreas protegidas puntanas. Algunos lo consideran la versión local del Cañón del Colorado, y en verdad los colores y relieves del Potrero de la Aguada, con sus rocas desparejas y un cañón de hasta 300 metros de profundidad que se extiende a lo largo de ocho kilómetros, contribuyen a la asociación con el imponente parque norteamericano.
Sierra de las Quijadas es el ámbito de protección ideal para numerosas especies amenazadas, entre las cuales se encuentran el águila coronada y la boa de las vizcacheras, además de guanacos, maras, pecaríes y cóndores. Además de ser un centro convocante en la Argentina para el turismo aventura, los yacimientos fosilíferos de Sierra de las Quijadas le dan a San Luis relevancia mundial, ya que ha revelado a las generaciones de los siglos XX y XXI huellas, huesos y huevos de reptiles, fósiles de arácnidos, plantas con hojas, frutos y flores, y otras evidencias fósiles de las eras Paleozoica y Mesozoica, que en algunos casos se remontan a los 300 millones de años.
También al nordeste de San Luis capital, cerca de Santa Rosa de Conlara, hay otro sitio excepcional: es el Bajo de Véliz, una quebrada cavada por un arroyo que los indígenas habían elegido como hábitat. Rica en yacimientos de piedra pizarra y en vestigios de la población originaria, en el Bajo de Véliz también hay una extraordinaria riqueza fósil, sobre todo de vegetales, última huella de un mundo cubierto de lagos hace 200 millones de años y hoy desaparecido. Tanto este sitio como Sierra de las Quijadas apuntan a ser incluidas, en el futuro, en el listado de Patrimonios Naturales de la Humanidad.
Inti Cuyum participa junto a tres provincias argentinas, La Rioja, San Juan y San Luis, en la gestión de la “Ruta de los Dinosaurios de la Argentina”, y en la candidatura como Patrimonio de la Humanidad de Sierra de las Quijadas, considerando que es una extensión de Ischigualasto y Talampaya. En este marco organiza, en coordinación con el Subprograma de Turismo de San Luis, el Simposio Internacional de Turismo y Paleontología “Dinosaurios: Patrimonio Turístico de Argentina al Mundo”, a fines de abril en la ciudad de San Luis. Casi coincidentemente, se organiza la II Travesía Nacional Corredor de los Dinosaurios, que abarcará Talampaya, Ischigualasto y Sierra de las Quijadas.
DINOS SANJUANINOS El clima semidesértico de San Juan genera la presencia de una cubierta vegetal muy escasa, de modo que el visitante puede observar los procesos geológicos que sucedieron hace millones de años, y quedaron plasmados en la roca, con gran claridad. Sus circuitos geopaleontológicos son entonces una suerte de libro abierto sobre la historia de la Tierra. En el departamento de Ullum se organizan circuitos de día completo para observar no sólo la fauna y la flora que vivió en la región hace más de 200 millones de años sino que se inicia también a los turistas en el mundo del termalismo y hasta se rememoran hechos históricos vinculados al paso del Ejército de los Andes por el territorio sanjuanino, durante las guerras de la Independencia.
Para visitar Ischigualasto, el bien llamado Valle de la Luna, el punto de partida es San Agustín del Valle Fértil, un nombre revelador de lo que resulta ser una suerte de auténtico oasis en el desierto, con plantaciones de cítricos y viñedos. El Parque Provincial de Ischigualasto abarca unas 60 mil hectáreas que continuamente van sacando de sus entrañas nuevos secretos de la prehistoria: aquí se han encontrado fósiles de increíble valor, que permitieron forjar y modificar las teorías existentes sobre la evolución de la vida en nuestro planeta. El Valle sólo se puede recorrer con guías (hay recorridos de 30 o de 45 kilómetros) y se puede bajar en algunas estaciones permitidas, todas emblemáticas por las raras formaciones que talló la naturaleza: El Gusano, Valle Pintado, Cancha de Bochas, El Submarino, el Hongo y Barrancas Coloradas. Como si fuera un caleidoscopio gigante, a medida que cambia la luz del sol Ischigualasto va tomando distintos matices, diferentes también en los distintos sectores.
La formación de Los Rastros tiene unos 220 millones de años y es donde se encuentran El Gusano y el Submarino; aquí se pueden avistar vizcachas, pumas y guanacos. La formación de Ischigualasto es en cambio la más rica en restos fósiles de dinosaurios, con un relieve ondulado cuyas imágenes más conocidas son El Hongo y la Cancha de Bochas. El sector más joven, que tiene .apenas. cien millones de años, es Los Colorados, donde las barrancas rojas de entre 100 y 200 metros de altura revelan que este lugar tiene continuidad natural con el Parque Nacional Talampaya, en la vecina provincia de La Rioja. La cuarta formación del valle es Ischichusca, pero su visita no está abierta a los turistas. Tanto este lugar como Sierra de las Quijadas o Talampaya son ideales para visitar a partir de abril, cuando el fuerte calor del verano se atenúa y favorece las caminatas entre los cañadones, un viaje que sin duda ofrece más distancia en el tiempo que en el espacio.
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