ESQUEL > CIRCUITOS Y EXCURSIONES VERANIEGAS
Esquel invita este verano a los turistas con nuevas propuestas, además del tradicional pero siempre imponente Parque Nacional Los Alerces, y las actividades de aventura. Desde un nuevo circuito por el Alto Río Percy hasta una visita participativa a una chacra orgánica de frutas finas.
› Por Graciela Cutuli
La comarca de Esquel tiene todos los encantos que pueden ofrecer las vacaciones patagónicas. Grandes distancias, como para sentir que a pesar del avión uno comparte un poco la aventura de los pioneros; cordillera y lagos, para meterse dentro de las postales del sur; estepa y soledad, para adentrarse en las leyendas de una región milenaria... Cuando llega el buen tiempo y los bosques empiezan a hacer gala de sus mejores colores, largamente ocultos bajo la nieve, también empieza la temporada de pesca en los lagos y ríos, mientras los responsables de las numerosas actividades de turismo alternativo que se realizan en los alrededores se encargan de los últimos preparativos para recibir a los visitantes de verano.
Esquel es el punto de partida de La Trochita, el legendario tren que hace soñar a los extranjeros con un viaje por la estepa en una locomotora a vapor, y también el lugar ideal para comenzar la exploración del Parque Nacional Los Alerces, que con sus espléndidos bosques conforma un espacio protegido donde se refugian los últimos huemules de la región y se preservan los milenarios alerces que pueblan la cordillera. Todos los años, la temporada espera con novedades: nuevos senderos, como el que lleva al mirador del Glaciar Torrecillas dentro del Parque Nacional, nuevos platos a base del muy apreciado cordero patagónico, nuevas excursiones para conocer los alrededores, desde Cholila –con su leyenda de Butch Cassidy y Sundance Kid– hasta el pueblo galés de Trevelin. En particular, esta temporada se podrán realizar caminatas hasta un nido de águilas en Alto Río Percy –en las afueras de Esquel– y visitar una chacra orgánica para cosechar con las propias manos las cerezas, frambuesas y grosellas maduras.
A principios del siglo XX, una comunidad formada en su mayoría por inmigrantes chilenos se afincó en la región del río Percy (o Percey, según las dos grafías que se le atribuyen), en las afueras de Esquel, donde se dedicaban a la explotación de leña. La madera era llevada a la ciudad, a 15 kilómetros de distancia, en carros: por eso la fiesta anual local es la Fiesta del Carrero, que se realiza todos los veranos y concentra numerosos visitantes de los alrededores. Los años trajeron la difusión del gas como medio de calefacción, con el consiguiente decaimiento de la actividad leñera, que llevó a buscar nuevas alternativas para la subsistencia y desarrollo de los lugareños, decididos a preservar su lugar y su forma de vida. Así surgió el proyecto de construcción de una confitería y parrilla, y de apertura de senderos para realizar a pie y en bicicleta, por una zona que hasta ahora era sólo un secreto de los nativos.
A partir de este verano, gracias a la capacitación realizada por un conjunto de instituciones, entre ellas el Programa Social Agropecuario y el programa provincial "De qué va a vivir mi pueblo", serán los propios pobladores quienes lleven a los turistas por un recorrido especial que atraviesa campos privados, pero que por ser los senderos que han recorrido durante toda la vida estos nuevos "guías de sitio", transmiten con un afecto y un conocimiento sin igual.
Al llegar, los grupos son recibidos en la confitería Mi Sueño por Dionisio Montero, que lleva 35 años afincado en la región. Dionisio es bisnieto del cacique Mariano Epulef, y nacido en Colán Conhué, a 80 kilómetros de Esquel, en plena meseta, donde aún viven sus parientes. Tres de sus sobrinas –Fernanda Cifuentes, de 19 años, Marina, de 21, y Mariana, de 25– son las encargadas de guiar a los visitantes en un recorrido que lleva alrededor de dos horas y media, durante el cual van relatando las particularidades de la vida cotidiana en Alto Río Percy. Porque aquí, donde la luz eléctrica llegó hace apenas cuatro años, estamos realmente lejos de algunos adelantos que hoy parecen adquiridos en todas partes: ni teléfono ni señal de celular, por ejemplo. La llegada de los turistas, para que tengan las tortas fritas recién hechas, se anuncia mediante los "mensajes al poblador" de Radio Nacional, el principal medio de comunicación de la comunidad rural.
El sendero de Alto Río Percy es de dificultad media, con tramos en subida, rodeado por la magnificencia de los cordones montañosos Nahuel Pan y Esquel, entre arbustos de calafate florecidos y recuerdos de los pobladores que antiguamente vivían en el lugar, como un artesano famoso por la fabricación de sillas. De tanto en tanto, las guías van realizando algunas paradas para explicar las características de la flora, contar algunas leyendas locales y detenerse a observar las aves que sobrevuelan, sin timidez, el espléndido paisaje. Aquí y allá se ven manadas de ovejas, algunas con corderitos recién nacidos; árboles donde se forman los típicos llao-llao, troncos agujereados por los pájaros carpinteros y líquenes que revelan la pureza del ambiente. Fernanda también cuenta que el sendero que siempre recorrieron de chicas es un poco diferente, pero no lograron todavía la autorización para ingresar en algunos campos privados: el temor que detiene a algunos pobladores es la ola de compra de tierras de parte de extranjeros... Finalmente, el camino concluye frente a una pared de roca donde, aguzando la vista, se puede distinguir en la copa de un árbol el nido de un águila. Y mientras el animal sobrevuela preocupado ante los extraños visitantes, se emprende el regreso, pasando por un mirador que permite divisar el serpenteante recorrido del río Percy. Los grupos de turistas finalmente terminan la excursión con un almuerzo o una picada en Mi Sueño, para reponer las fuerzas que se llevó la caminata.
Esta visita de medio día puede combinarse con otra de igual duración en la chacra orgánica El Sosiego, también en las afueras de Esquel, cuyas plantaciones pueden divisarse incluso durante el recorrido en La Trochita. El establecimiento tiene en total unas 130 hectáreas de producción, de las cuales seis son de fruta fina, e incluye un complejo de cabañas. Jorge Ansy y Viviana Pirillo son los responsables de llevar adelante el emprendimiento, que durante los meses de enero y febrero es toda una fiesta para los sentidos, cuando las frutas maduran y los propios visitantes pueden recoger frutillas, cerezas o frambuesas de las plantas. Mientras van recorriendo las plantaciones, Jorge explica los detalles de cada planta, las particularidades del cultivo orgánico, y la forma en que se exportan las frutas cosechadas, entre ellas también corintos, grosellas, cassis, manzanas, peras, membrillos y ciruelas. También invita a probar el resultado de convertirlas en mermeladas o licores, un proceso que se realiza en forma integral y artesanal en las instalaciones de El Sosiego. Orgulloso, muestra asimismo sus macizos de amapolas, las colmenas puestas para mejorar el calibre de las cerezas, y los corralitos donde los turistas pueden dar la mamadera a los corderitos recién nacidos.
Finalmente, a partir de este año la visita puede terminar con un almuerzo al aire libre, donde se prueba "la" especialidad local: el cordero patagónico al asador, fuente de tentación irresistible para la mayoría de quienes pasan por este refugio esquelense, aromatizado por el perfume de lavanda, mentas y tomillos.
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