Domingo, 11 de febrero de 2007 | Hoy
RUSIA > LA RUTA DEL MISTERIO
Lagos, cuevas y la leyenda del Yeti aún circulando por las más remotas regiones del mundo. En Rusia, el turismo misterioso crea tendencia e invita a viajar en busca de monstruos y chamanes.
Por Graciela Cutuli
La última moda del turismo ruso ya no tiene que ver con la herencia de los espías de la KGB ni con los palacios imperiales de Moscú y San Petersburgo. A puro escalofrío, se trata de embarcarse en excursiones que se internan en los más remotos misterios de la tradición rusa, desde los Urales hasta Siberia. El fenómeno crece –incluso la prensa de Moscú recientemente se hizo eco de la nueva tendencia– y los distintos operadores turísticos compiten por ofrecer nuevas aventuras, subidos a la ola creciente de las “vacaciones misteriosas”. Eso sí: timoratos, abstenerse. Este tipo de turismo sólo está reservado a quienes no teman un encuentro cercano del tercer tipo con un feroz Yeti, ni les huyan a las maldiciones ancestrales que guardan algunas misteriosas cuevas, capaces de sepultar bajo reparadores aluviones a los curiosos que se adentren en sus entrañas.
MONSTRUOS DE LAGOS Y MONTAÑAS La pasión por los monstruos lacustres que hizo famoso al Loch Ness en Escocia, y que tímidamente asoma también con Nahuelito en Bariloche, tiene su versión ártica en el monstruo de Lovozerovo, en la península de Kola, al norte del Círculo Polar. La región, que limita con Finlandia, Noruega y Carelia, cuenta con la influencia moderadora de la corriente del Golfo, y tiene una pequeña población aborigen de “kola saami” (esquimales). Por “apenas” 550 dólares, es posible contratar una excursión en busca del no por improbable menos emocionante monstruo que acecha en las frías aguas del lago local: sin duda, un buen recurso para incentivar la actividad turística en la región, desbordante de riquezas minerales (sobre todo titanio, gas, petróleo, metales raros, cobre y níquel).
Otra posibilidad es salir en busca del legendario Yeti en la remota región de Altai, en Siberia Meridional. Las agencias rusas organizan paquetes que, por unos 900 dólares, incluyen el guía y los perros de trineo necesarios para internarse en estas tierras inhóspitas. Y ¿quién dice que el encuentro finalmente no se produzca? Hace poco más de un año, el explorador y escalador ruso Serguei Semionov encontró en un glaciar de Altai una pata peluda con garras, momificada, que según los científicos no pertenece a ningún animal conocido, ni vivo ni en extinción. Ni hay que decir que el hallazgo reavivó las leyendas del abominable hombre de las nieves: el pie/pata encontrado por Semionov correspondería a un número 43, está cubierto de pelos rojizos incluso en la planta y correspondería a un hombre de no más de 1,80 metros de altura. El propio explorador contó que terminó por creer en la leyenda del Yeti después de los muchos relatos de encuentros que conoció en sus expediciones por la región limítrofe entre China y Mongolia, cuyos pobladores creen que los yetis son seres mágicos pertenecientes a otra dimensión, que de tanto en tanto aparecen en la nuestra.
RITOS DEL BAIKAL En el centro-sur de Siberia, el lago Baikal también es buscado por quienes prefieren las vacaciones diferentes. Sin emociones tan fuertes, los operadores invitan a adentrarse en los antiguos ritos chamánicos que practican los habitantes de la región, cuyo lago –de 1620 metros de profundidad– es el más profundo del mundo, y de una extraordinaria belleza natural. Durante el verano, la visibilidad de las aguas transparentes alcanza unos 40 metros, y las orillas resplandecen con todos los colores de la flora silvestre.
El ambiente es más que propicio para conocer los antiguos misterios religiosos del lago y absorber su energía vital. Las visitas, que duran alrededor de una semana y cuestan más o menos 1000 dólares, parten de la localidad siberiana de Irkutsk y proponen detenerse en los lugares sagrados de los chamanes en torno del lago, visitando a quienes todavía conocen los arcanos de la antigua religión rusa y participando en cenas basadas en ritos y danzas chamánicos.
Esto no es todo. Quienes quieran demostrar su coraje podrán dar un paso más allá y atreverse a emociones más fuertes atravesando las Puertas Doradas en la región de los Urales, junto al río Vozhai. A orillas del río –en la región de Sverdvlok– se encuentran dos arcos de cuatro metros de diámetro y dos grutas, que apenas si permiten el paso de una persona. Dicen las leyendas, muy difundidas en la zona, que conviene mantenerse alejado. Como prueba citan una expedición organizada en 1999 por un grupo que quiso cruzar el umbral prohibido, y fue recibido por un violento aluvión en el mismísimo momento en que el último de los participantes atravesaba los arcos. Se salvaron milagrosamente, pero no recomiendan repetir la experiencia.
Así es el nuevo turismo ruso. Emociones fuertes, y para todos los gustos, ya lejos de la Guerra Fría y bien cerca de la aventura que se despliega en algunas de las más remotas regiones del mundo.
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