Se cuenta que Copahue era un poderoso cacique mapuche que dominaba esta región neuquina entre Chile y la Argentina, siempre al frente en las batallas de su pueblo. Un día, en la travesía de la cordillera, Copahue quedó separado de sus hombres y fue salvado por una misteriosa mujer, llamada Pirepillán, que le profetizó una vida de victorias y poder, destinada a seguir manifestándose mucho después de su muerte en el campo de batalla. El cacique regresó con los mapuches, pero jamás dejó de pensar en Pirepillán, de quien no tendría noticias hasta mucho después, el día en que un viajero procedente del norte le contó que la joven estaba presa de un tigre y cóndor de dos cabezas. Decidido a rescatarla, Copahue desoyó los consejos de quienes desconfiaban de Pirepillán, considerándola una hechicera peligrosa, y emprendió la aventura. Al llegar cerca de su amada, después de incontables obstáculos, logró vencer en una dura batalla a ambas fieras, y durante muchos años vivió junto a la mujer que su pueblo consideraba como una maga de la montaña que no les traería ningún bien. Alejado de las batallas, sólo cuando se vio obligado a luchar volvió a convertirse en guerrero, pero fue muerto por sus enemigos. Los mapuches, despechados, capturaron a Pirepillán e intentaron matarla: pero ella, en la desesperación, gritó el nombre de Copahue y se abrieron a su alrededor bocas humeantes que arrojaban agua hirviendo desde el corazón de la tierra. Y todavía hoy Copahue arroja agua y humo en defensa de su amada, vigilando celoso sus antiguos dominios.