Algunos sostienen que los acantilados de Etretat fueron testigos, el 8 de mayo de 1927, del extraño accidente en el cual los aviadores franceses Nungesser y Coli perdieron misteriosamente la vida sin poder alcanzar la meta propuesta: realizar el primer vuelo interoceánico. Los pilotos, cuyos cuerpos y avión jamás fueron encontrados, habían despegado dos semanas antes que el aviador norteamericano Charles Augustus Lindbergh, quien finalmente logró la proeza de cruzar el océano Atlántico por primera vez. Lindbergh partió de Long Island el 20 de mayo de 1927, voló 33 horas y 32 minutos y aterrizó exitosamente muy cerca de París. Por su parte, Nungesser, un apasionado de la acción que se había destacado como piloto durante la Primera Guerra Mundial, había viajado a Estados Unidos para participar en la filmación de una película bélica. Durante su estadía en ese país se enteró de la recompensa ofrecida por un filántropo llamado Raymond Orteig: U$S 25.000 a la primera persona que lograra unir América y Europa en avión. No dudó ni un instante, convenció a Coli, y así se embarcaron en la aventura fatal. En Etretat se encuentra el museo que recuerda a los protagonistas del trágico desafío.