› Por Graciela Cutuli
Esta ruta se extiende por la línea sur (es decir región sur) de la provincia y atraviesa la región de las mesetas norpatagónicas, como la de Somuncurá. Corre paralela al recorrido del tren que une Bariloche y Viedma, sólo jalonada por los pueblitos que fueron surgiendo junto a las vías del ferrocarril. Aquí el panorama es el opuesto a la exuberancia del Alto Valle y la Cordillera: el clima riguroso se suma a la aridez del paisaje y los vientos que barren permanentemente el suelo inhóspito. Por eso mismo se adaptó bien aquí para la cría el ganado ovino y caprino, mientras en las aguadas y arroyos los habitantes aprovechan la presencia de agua para desarrollar cultivos agrícolas y frutales. Ingeniero Jacobacci, Valcheta, Maquinchao, Ñorquinco y Los Menucos son algunos de los lugares donde parar en esta ruta, así como la meseta de Somuncurá, a la que hay que aproximarse con el corazón abierto para poder comprender la dura vida de sus habitantes. Estos lugares de la Ruta de la Carne Ovina, donde el ganado se dedica a la producción de lana y a la carne, son ricos también en vestigios paleontológicos y permiten conocer las artesanías desarrolladas por la gente de la región. Una de las mejores formas de recorrerlos es alojándose en las estancias, lugares ideales para degustar asados de cordero, capón o chivito, al asador o a la parrilla. Para los conocedores, el “cordero a la Maquinchao”, con cebollas y aceitunas negras, es una de las especialidades imperdibles en esta ruta. Y si se quiere probar sabores diferentes, autóctonos, la opción pueden ser el choique y el guanaco, carnes poco conocidas y sin duda sorprendentes para el viajero que se adentra en las extensiones patagónicas.
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