El sábado 1º de diciembre de 1492 Cristóbal Colón plantó en la bahía que bautizó Porto Santo –más tarde Baracoa– una cruz de palo de dos metros de alto, la única que dejó en Cuba de las 29 que trajo a América. Los habitantes originarios la ignoraron, pero 18 años más tarde el conquistador Diego de Velázquez la encontró envuelta por una enredadera y la convirtió en reliquia milagrosa. Por eso La Cruz de la Parra es el símbolo más antiguo que la religión cristiana tiene en el Hemisferio Occidental. Un fragmento de la cruz fue sometido a una prueba de carbono 14 y los números coincidieron, así que se la considera auténtica, aunque ahora es bastante más chica porque a lo largo de los siglos no pocos fervientes católicos se llevaron algún fragmento como recuerdo. Se la exhibe dentro de una vitrina en la iglesia Nuestra Señora de la Asunción, que por cierto no pasa por su mejor momento, luego de haber sufrido el paso de varios ciclones.