La restauración
El área conocida como el Pelourinho abarca más de un millar de inmuebles dispuestos en un área de 140.000 metros cuadrados. Cuando el gobierno del estado de Bahía comenzó la restauración en 1991, alrededor de 30 predios por año se desplomaban poco a poco. En un comienzo hubo una natural desconfianza de los pobladores, que se resistían a ser desplazados a otros sectores de la ciudad para iniciar la restauración. Fue necesario entonces un plan educacional a cargo de un grupo de sociólogos que convenciera a la gente de aceptar una indemnización para adquirir una casa en mejores condiciones.
El trabajo comenzó por un bloque de 104 casas que eran las más degradadas. Rápidamente se descubrió que el método de ir restaurando casa por casa era ineficaz cuando se corría el riesgo de que la casa de al lado se desplomara afectando a la anterior. Fue por eso que se decidió avanzar cuadra por cuadra. Siempre que fue posible se utilizaron materiales originales, pero la madera podrida se reemplazó por concreto. Cuando los albañiles iban raspando siglos de pintura y argamasa hicieron importantes descubrimientos que revelaron algunos secretos decorativos. No había oro oculto pero encontraron viejos techos de madera, ladrillos recubiertos de porcelana azul y blanca, balcones tapiados, púlpitos y azulejos recubiertos por sucesivos revoques.
Gran parte de la población que fue removida de sus casas durante el primera etapa de la restauración –hasta 1993– decidió no volver al barrio. Y esos inmuebles se reconvirtieron en espacios comerciales ligados al turismo. Al mismo tiempo se instaló una red de desagote sanitario y otra eléctrica con un sistema subterráneo que mejoró las condiciones de vida de quienes continuaron viviendo en el barrio.