Apenas nueve kilómetros separan Sierra de la Ventana de Saldungaray, un pueblo tranquilo y silencioso que tiene, sin embargo, muchos puntos de interés para visitar, en una recorrida por la región. Empezando por el portal del cementerio, concebido por el arquitecto Francisco Salamone, que dejó varias obras públicas de megalómana grandeza diseminadas por el territorio bonaerense. Sobre todo cementerios, palacios municipales y mataderos. El portal del camposanto de Saldungaray es un gigantesco círculo con una cruz central que resulta tan imponente como excesivo para el tamaño final del cementerio y del pueblo en general. Muy cerca, frente a la plaza principal, está la iglesia Nuestra Señora del Tránsito, que tiene como curiosidad una imagen de la Virgen en descanso, importada de Francia. Y se destaca sobre todo la reconstrucción del Fortín Pavón, sobre la margen oeste del río Sauce Grande, que exhibe un conjunto de ocho ranchos rodeados por una empalizada de postes y un foso perimetral, con el infaltable mangrullo. Finalmente, en la visita por el pueblo hay que pasar por la Bodega Saldungaray, sobre todo ahora que se aproxima la vendimia: el establecimiento, situado a unos 700 metros de la estación de tren, tiene unas 20 hectáreas de viñedos plantados con Malbec, Merlot, Cabernet Sauvignon y otras cepas que producen –como explica Karina, una de las guías del lugar– “vinos jóvenes y secos”. La cosecha, manual, va de febrero a marzo, tras lo cual sigue una etapa de elaboración, controles en los laboratorios y un período para “enmaderar” el vino con chips de roble. La visita a la bodega, muy completa, termina con una degustación.