El arroyo Cheonggyecheon –un afluente del río Han– atraviesa Seúl de oeste a este, a lo largo de más de ocho kilómetros. Hasta hace algunos años estuvo cubierto por una ruta de hormigón y luego por una autopista sobreelevada: pero en 2003 comenzó un proyecto de renovación que cuando fue llevado a término, dos años más tarde, demostró la notable capacidad surcoreana de transformar el entorno, esta vez en favor de la naturaleza. Después de tantos años, el arroyo estaba casi seco, pero se le aportó agua del río Han y se quitó el cemento que lo cubría, convirtiéndolo en un paseo urbano donde hoy es posible sentarse a ver correr el agua, caminar entre plantas y disfrutar de su diseño urbano y ecológico, que también fue “adoptado” por los peces del arroyo y varias especies de aves. A lo largo de este arroyo, durante los días del Festival se instalan faroles de todas las formas y colores, conformando uno de los más lindos paseos de Seúl al anochecer.