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Por M.C.

En la esquina donde se cruzan las calles Encina y Carnelli, en el antiguo Barrio Sur, una casa que mantiene siempre sus puertas abiertas me permite ver desde la calle, en una de las paredes del patio, un gran mural. La pintura cuenta en imágenes fragmentos de la historia de los negros que alguna vez llegaron como esclavos a tierra uruguaya. Aunque la dictadura los expulsó del barrio, los desarraigó de los conventillos, ellos regresaron a sus calles de antaño, reivindicando la memoria de su propia historia. Javier y Amanda me extendieron su mano abierta para conocerlos, y me contaron acerca de la Asociación Cultural y Social Uruguay Negro, que fue creada en 1941 con la voluntad de borrar para siempre la exclusión y la desesperanza. Hoy, los afro-uruguayos se mantienen unidos para conservar vivas sus tradiciones y para luchar por mejores condiciones de vida. En la calidez de mis dos nuevos amigos descubrí un mágico rincón del otro Montevideo, y me llevé estas palabras escritas a mano en un pequeño trozo de papel: “Al paso del tambor / mi pueblo caminó / repique, chico y piano / Barrio Sur y Palermo / una raza perduró”.