turismo

Domingo, 25 de abril de 2004

Viento, mucho viento

La Cuesta del Viento hace honor a su nombre, porque allí uno literalmente se vuela. Hasta el mediodía no se mueve una hoja pero después, en ciertos lugares, si no se hace fuerza con el cuerpo hacia adelante, se corre el riesgo de ir a parar al suelo. Por momentos el viento sopla fuertemente sobre el lago produciendo olas y ráfagas de agua que se levantan varios metros sobre la superficie. Y al fondo del paisaje, del otro lado del lago, unos rojizos vendavales de arena se elevan en remolino hacia el cielo. La razón de tanto viento es una especie de embudo que se forma justo donde las corrientes de aire entran en el valle. Al estrecharse el paso, la velocidad del viento aumenta hasta llegar a ochenta kilómetros por hora. El dique –como es lógico– es uno de los mejores lugares del mundo para la práctica de windsurf.

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