Domingo, 6 de noviembre de 2005 | Hoy
Beau Rivage, de Ginebra: el Atrium Bar de este hotel ginebrino, donde gustaban pasar el tiempo desde la emperatriz Sissi hasta Luis II de Baviera, pasando por los herederos del imperio del Sol Naciente, es uno de los más tradicionales de Suiza. A orillas del lago, ofrece un paisaje excepcional y es ideal para el té y el café de la tarde.
Caffé Pedrocchi de Padua: está considerado como el centro del Risorgimento, el movimiento inspirado por los deseos de liberación del norte de Italia del dominio austríaco. Son hermosas las salas del piso superior, en estilo árabe, egipcio, griego y medieval.
Café Sacher: es el café del hotel vienés del mismo nombre, donde se inventó la célebre torta Sacher. El postre fue creado por Franz Sacher, pastelero oficial del príncipe de Metternich, que tuvo la idea de agregar mermelada de damasco bajo el espeso baño de chocolate de la torta. En Viena también son célebres el Café Landtmann, al que concurría Sigmund Freud, y el Café Central, uno de los más espléndidos de la antigua capital imperial.
Caffé Gambrinus: nació en 1890 sobre lo que había sido el Gran Caffé de Nápoles, junto a la plaza del Palacio Real. Fue cuidadosamente restaurado y decorado por los mejores artistas de la época, y fue desde siempre punto de reunión de periodistas, poetas (D’Annunzio entre otros), intelectuales y galantuomini de la ciudad partenopea.
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