turismo

Domingo, 22 de enero de 2006

Pipinas recupera un hotel

En 1913 surgió al sudoeste del Partido de Punta Indio –a 155 kilómetros de Buenos Aires– un pueblo llamado Pipinas, que se desarrolló alrededor de una planta cementera. Fue un poblado de obreros que dependían directamente de la fábrica y que transcurrió sus días en calma hasta que en 1994 el grupo Loma Negra compró la empresa, despidió a 250 de sus 300 trabajadores y la convirtió en una calera. Hasta que siete años después la cerró. Con el eje de su economía suprimido, el pueblo entró en una depresión profunda, los jóvenes emigraron y gran parte de sus 900 habitantes pasaron a depender del asistencialismo municipal. Hoy, el pueblo rural de Pipinas mantiene en sus calles la calma absoluta de siempre –casi sin autos–, pero la novedad es que un grupo de jóvenes creó la cooperativa de trabajo Pipinas Viva, que se propone el ambicioso objetivo de reanimar a un pueblo entero, orientando su economía hacia el turismo. Para ello recibieron de la municipalidad la concesión de un viejo hotel y un campo de deportes que habían pertenecido a la original cementera, y que Loma Negra cedió al municipio –en mal estado– para pagar sus deudas y darle un uso social.

Luego de estar 10 años cerrado, el hotel tenía las cañerías tapadas, las paredes descascaradas, ningún mobiliario... o sea que lo único que quedaba era la estructura vacía. Pero los miembros de la cooperativa se pusieron manos a la obra y pintaron paredes, compraron camas, reacondicionaron el camping –que el año pasado recibió a 170 personas– y reabrieron una pileta preolímpica en el centro de este complejo de trece hectáreas con canchas de fútbol y de bochas. El año pasado, la cooperativa firmó un contrato con una empresa que realizaba un trazado de fibra óptica en la zona y alojó a sus trabajadores por tres meses, lo cual les permitió obtener capital y terminar de poner a punto el hotel de 16 habitaciones.

Los quince socios de la cooperativa –que va en camino de agrandarse– no dejan nada librado al azar. Entre ellos hay licenciados en economía, comunicadores sociales, técnicos en decoración, cocineros, profesores de educación física y especialistas en turismo. Todos hacen una apuesta grande, aspirando a que Pipinas sea –a través de su hotel– un centro de descanso simple, donde salir a andar en bicicleta o a caballo por el campo para visitar viejas canteras llenas de agua, donde habitan cisnes de cuello negro y por sobre todo que sirva de base para recorrer el Parque Costero del Sur. A partir de hoy –22 de enero de 2006– está reinaugurado el Pipinas Hotel.

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En bici, por un camino de conchilla en las afueras de Pipinas.
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