"El viento frío de la xenofobia vuelve a soplar su falsa respuesta para los retos de la economía y de la sociedad", expresó el mandatario, en un discurso pronunciado en San Pablo sobre la Directiva de Retorno aprobada este mes por el Parlamento Europeo, que endurece el trato hacia los inmigrantes ilegales, informaron las agencias de noticias ANSA y DPA.

El mandatario calificó a los países desarrollados como "la parte del planeta más prejuiciosa", y consideró como un "problema extremadamente serio en toda Europa" el prejuicio contra los inmigrantes, que se sustenta en "el miedo a perder la posición social, el miedo a perder el empleo, el miedo a que alguien ocupe su espacio".

"No es impidiendo que los pueblos entren en Europa que (los europeos) van a resolver sus problemas", expresó el mandatario, quien sostuvo que esta es una "falsa respuesta al conflicto migratorio en las naciones pobres".

La solución "no es prohibir a los pobres irse a Europa, es ayudar a los países pobres a desarrollarse, por eso hablamos tanto en la construcción de asociaciones, para que podamos producir etanol y biodiesel en algunos países pobres que necesitan producir".

El mandatario aprovechó para contrarrestar las críticas hacia Brasil por la producción de biodiesel, disparadas luego de que Amnistía Internacional denunciara situaciones análogas a la esclavitud en los cañaverales donde se produce la materia prima para el etanol.

"Debemos decir claramente que las condiciones de trabajo (en los cañaverales) no son las que soñamos, pero que no aceptamos que falsas acusaciones obstaculicen las cosas que hace Brasil afuera", resaltó y atribuyó estas denuncias al temor a la competitividad brasileña en el rubro de los biocombustibles.

"En la medida en que Brasil empieza a conquistar mercados, a ocupar espacios que antes eran de otros países, enfrentaremos fricciones", dijo Lula y advirtió que si la Unión Europea alentara la producción de etanol en países pobres se podría reducir el número de personas que emigran ilegalmente.

Hace tres meses, el gobierno de Lula se enfrentó al de España por el endurecimiento en los controles migratorios en los aeropuertos españoles que determinó un considerable aumento de las deportaciones de brasileños, por lo que aplicó el criterio de reciprocidad para los ciudadanos de ese país que pretendían ingresar a Brasil.

La semana pasada la Cancillería brasileña expresó su preocupación por la detención de brasileños en Francia.