Tras una maratónica jornada de debates, la propuesta de ley recibió el respaldo de 220 legisladores, mientras que 215 representantes votaron en contra.

Todos los congresistas republicanos rechazaron el texto, con excepción de uno, mientras también 39 demócratas votaron en contra.

Obama calificó de "histórica" la aprobación en la Cámara de Representantes y auguró que "hará finalmente realidad la promesa de un seguro de salud accesible y de calidad para el pueblo estadounidense", en una declaración difundida por la Casa Blanca inmediatamente después de la votación.

El demócrata agregó que ahora "el Senado debe seguir el ejemplo y aprobar su versión del proyecto", tema sobre que el que manifestó su confianza.

"Confío absolutamente en que lo hará y espero firmar la reforma sanitaria para convertirla en ley hacia fin de año", dijo el jefe de estado.

Sin embargo, la norma, que aún no se sabe cuando será votada en el Senado, debe recorrer un largo y difícil camino. De salir adelante también en el Senado, habrá que compatibilizar los proyectos aprobados por ambas cámaras y volver a votar el resultante.

Los republicanos rechazan la reforma por sus altos costos (estimados en más de 1,2 billones de dólares) y porque consideran que constituye un paso hacia un sistema de salud público que llevará al país a la quiebra.

Obama, por el contrario, considera que su plan sanitario conseguiría apuntalar la recuperación de la economía norteamericana, seriamente dañada por la crisis financiera internacional.

La votación de anoche implica una victoria sin precedentes para Obama, quien había jugado gran parte de su capital político en la lucha por esta reforma de salud.

Una derrota habría puesto fin a esta pelea a la que el demócrata asignó gran importancia, además de debilitar el resto de su agenda legislativa.