20:31 › EL "INCOMPRENDIDO"
Invitado por organizaciones políticas de extrema derecha, y declarado persona no grata por el oficialismo salvadoreño, el ex presidente de facto de Honduras, Roberto Michelleti, aseguró que no se arrepiente del golpe de Estado que derrocó a Manuel Zelaya en junio de 2009, desmintió las denuncias del actual mandatario, Porfirio Lobo, acerca de la gestación de un nuevo golpe y criticó el aislamiento internacional de su país.
"Yo no me voy arrepentir de nada de lo que pasó en mi país, de lo único que me arrepiento es de la incomprensión que nunca esperé de parte de los demás países del mundo", dijo Micheletti a la empresa privada de telecomunicaciones Telecorporación Salvadoreña, en el marco de una visita a ese país, invitado por espacios políticos de derecha, cuando está por cumplirse un año del golpe de Estado que interrumpió el gobierno constitucional de Manuel Zelaya.
El 28 de junio de 2009, oficiales del ejército hondureño amparados por partidos políticos, sectores sociales y organismos de Gobierno que no estaban de acuerdo con la realización de una consulta popular que el Ejecutivo había impulsado para llevar a cabo la modificación de la Constitución, detuvieron a Zelaya en su domicilio y lo expulsaron a Costa Rica. En su lugar, Micheletti tomó el mando del país.
No obstante, el partido de Gobierno de El Salvador declaró a Micheletti persona no grata en ese país "por la trayectoria antidemocrática, violadora de los derechos humanos y por irrespetar a la comunidad y organismos internacionales".
En tanto, el ex presidente de facto alegó que la decisión de ocupar el lugar de Zelaya y de apoyar su destitución fue para "defender la democracia mediante una sucesión constitucional. Estoy totalmente seguro que no fue un golpe de Estado", mantuvo en el marco de una entrevista. Además, señaló que el Ejército respetó la Constitución y que con la expulsión del presidente evitaron "un inminente contragolpe" para que Zelaya se quedara en el poder.
Micheletti dijo que él no decidió la expulsión del país de Zelaya, pero la apoyó "totalmente" para evitar un "derramamiento de sangre" en Honduras. Recordó que antes de asumir el gobierno de facto había colaborado con la campaña electoral de Zelaya y que nunca esperó que "cambiara tan de repente" de orientación política, yendo de la derecha a la izquierda, giro por el que culpó a la ex canciller Patricia Rodas, quien según él lo "indujo" a "enamorarse del poder político de izquierda".
Admitió que uno de los momentos difíciles fue cuando en septiembre, en forma subrepticia, Zelaya ingresó a la embajada de Brasil en Tegucigalpa en busca de refugio. "Yo estoy seguro que él (Zelaya) salió de aquí de El Salvador hacia Honduras, más que seguro; sin embargo, no puedo acusar al gobierno (salvadoreño) ni a nadie" por esos hechos ante la falta de pruebas, recordó.
Micheletti recordó que los hondureños sintieron "mucha tristeza" cuando Zelaya respaldó al presidente venezolano Hugo Chávez luego de que éste afirmara que los hondureños que no apoyaran el ingreso de Tegucigalpa a la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) era "un vendepatria o un ignorante".
Micheletti confesó que desde ese momento se comenzó a revisar la Constitución para analizar si no había sido vulnerada por la situación política planteada, ya sea por el llamado a consulta popular de Zelaya o por los dichos de Chávez.
"Empezamos a revisar cada uno de los artículos de la Constitución para hacer sentir que nosotros los hondureños tenemos una Carta Magna que respetar", aseguró Micheletti.
El dictador hondureño concluyó que Chávez "a Honduras la tenía ya practicamente en la bolsa. Estaba listo y servido él con este país" para llevarlo al llamado socialismo del siglo XXI, y que era obligación de los hondureños el impedirlo.
En tanto, Micheletti tranquilizó a al actual primer mandatario de Honduras, porfirio Lobo, que a principios de junio había denunciado la gestación de un golpe de estado en su contra similiar al que derrocó a Zelaya.
Si bien Micheletti negó que en su país haya condiciones para otro golpe ya que "nadie se prestaría para ello, nuestras Fuerzas Armadas son muy profesionales", advirtió que "ya elegimos un gobierno democráticamente, él (Lobo) va a
permanecer los cuatro años allí si respeta las leyes de la República".
Lobo reemplazó a Micheletti en la presidencia de Honduras tras unas elecciones realizadas a fines de 2009 que muchos países de América Latina, incluída la Argentina, no reconocen como legítimas.
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