Durante su esperado discurso televisivo, Al Assad calificó a los rebeldes como "terroristas" que albergan la ideología extremista de Al Qaeda y criticó el enfrentamiento que sostienen contra su régimen: "Lo llaman revolución pero no tiene nada que ver con una revolución. Una revolución necesita pensadores. Esos son un puñado de criminales".

Por eso, el mandatario acusó a las potencias extranjeras y a los Estados árabes de estar apoyando a los rebeldes y exigió que dejen de entregarles armamento. Según Al Assad, el Ejército está dispuesto a un alto el fuego, pero como en ocasiones anteriores, dejó claro que no piensa dejar el poder.

Tanto los grupos opositores como las potencias militares rechazaron las demandas del presidente sirio e insistieron en que ninguna solución política a la crisis podría ser efectiva si le presidente no renunciaba. "El discurso fue repetitivo. Al Assad y sus funcionarios siguen viviendo fuera de la realidad", dijo Rami Abdel Rahman, jefe del opositor Observatorio Sirio para los Derechos Humanos con sede en Londres.

Por su parte, el canciller británico William Hague indicó que el discurso fue "hipócrita". "Las promesas vacías de reforma no engañan a nadie", agregó. En el mismo tono, la Unión Europea (UE) pidió nuevamente la dimisión del presidente sirio.

Turquía criticó a Al Assad por querer aferrarse al poder. "Las propuestas de presidente son promesas vacías, señaló el ministro de Exteriores", Ahmet Davutoglu, según informes de los medios de comunicación turcos.