Mié 14.08.2013

20:33  › REPRESIóN A LOS ISLAMISTAS

Una jornada sangrienta en Egipto

Las autoridades del gobierno de transición, conformado por la cúpula militar que derrocó y mantiene detenido al presidente electo Mohamed Mursi, elevaron a 278 las muertes por causa de los violentos desalojos que las fuerzas de seguridad realizaron en los campamentos de protesta de los Hermanos Musulmanes. Luego de la fuerte represión, el líder opositor y vicepresidente Mohamed el Baradei renunció a su cargo. Se declaró el toque de queda y el estado de excepción.

El Ministerio de Sanidad egipcio informó que al menos 235 civiles murieron y 2000 resultaron heridas en los disturbios registrados en El Cairo y otras provincias del país tras el desalojo de las acampadas de los islamistas. La operación de desalojo se produjo por la mañana, cuando muchos de los acampantes aún dormían, y fue respaldada desde el aire por los helicópteros del Ejército. El ministro del Interior Mohamed Ibrahim informó que 43 policías fueron muertos y 221 heridos.

Los seguidores de Mursi que permanecían en el campamento como símbolo de protesta por el derrocamiento del presidente fueron despertados por los altavoces de los organizadores, cuando la policía llegó para arremeter contra ellos y desalojarlos. "El valiente es valiente y el cobarde es cobarde", predicaba el islamista Safwat al Hegasi en la tribuna del campamento de protesta ante la mezquita de Rabia al Adauia en El Cairo.

Cientos de manifestantes huyeron cuando la efectivos empezaron a disparar granadas de gases lacrimógenos contra las tiendas de campaña, mientras las piedras llovían como granizo sobre los cascos de los miembros policiales, que llegaron con máscaras antilacrimógenas, camiones hidrantes y grúas.

Seis horas tras el inicio de la intervención policial en El Cairo, la policía había desalojado la plaza Al Nahda en el barrio de Giza. Y el campamento en Ciudad Naser había sido reducido a en torno al 20 por ciento de su tamaño. Allí, jóvenes levantaron nuevas barricadas con sacos de arena y chatarra. Tras los hechos de violencia, el vicepresidente El Baradei presentó una carta dirigida al jefe de Estado de facto, Adly Mansour, en la que el premio Nobel de la Paz pidió "a Dios el altísimo que preserve nuestro querido Egipto de todo lo malo, y que cumpla las esperanzas y aspiraciones de pueblo".

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