El acuerdo firmado ayer en Ginebra para pacificar la región del este y sur ucraniana que quiere seguir el ejemplo independentista de Crimea sigue siendo tensa. Se había acordado desarmar a todas las agrupaciones no estatales, además del desalojo de los edificios y plazas ocupados. Sin embargo, los separatistas siguieron enfrentándose contra fuerzas ultranacionalistas como Sector de Derechas y hasta anoche se escucharon disparos cuando tropas del gobierno ucraniano asaltaron un puesto de uniformados prorrusos, en la ciudad de Slaviansk.

La guardia fronteriza ucraniana no deja entrar en el país a ningún ruso de entre 16 y 60 años por temor a que pase a formar parte de las fuerzas prorrusas. El ministerio de Asuntos Exteriores en Moscú criticó la prohibición de ingreso en el país vecino señalando que se trata de una violación del derecho internacional.

A decenas de personas se les impidió viajar, indicaban los medios en Moscú. La medida también afecta a los periodistas. La compañía estatal rusa Aeroflot informó el jueves sobre las restricciones de viaje. Rusia, por ahora, no ve necesidad alguna de una intervención militar, según declaró la presidenta del Consejo de la Federación, Valentina Mavyenko, y señaló que el presidente Vladimir Putin no hará uso de sus plenos poderes para proteger, en caso de necesidad con ayuda del Ejército, a los ciudadanos rusos en Ucrania.

Por su parte, el gobierno de Kiev reconoció la competencia de la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya durante un período limitado de entre fines de noviembre de 2013 y fines de febrero de 2014, informó el tribunal, lo que permitiría un juicio internacional contra el derrocado presiente Viktor Yanukovich y otros exmiembros del gobierno.