Vie 10.07.2015

19:03  › PAPAMANíA

Última escala de la gira

El presidente paraguayo Horacio Cartes recibió al papa Francisco en el aeropuerto de Asunción, donde finalizará con una misa dominical su segunda visita a Latinoamérica. La presidenta Cristina Kirchner, quien participará de la ceremonia religiosa, recibió un saludo del pontífice, cuando sobrevoló el espacio aéreo argentino antes de su llegada a suelo guaraní.

El pontífice llegó a Paraguay, tras visitas Ecuador y Bolivia, donde ayer participó de un encuentro con movimientos sociales de 40 países. Antes de dejar el país del antiplano, Francisco visitó esta mañana la cárcel estatal más poblada de Bolivia y se entrevistó con dos hombres y una mujer detenidos allí, quienes denunciaron las malas condiciones de vida y el hacinamiento.

"Reclusión no es lo mismo que exclusión, porque la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad", exclamó el pontífice al hablar en Palmasola. Francisco lamentó el hacinamiento, la lentitud de la Justicia, la falta de terapias ocupacionales y de políticas de rehabilitación, y la violencia.

"Entre ustedes no tengan miedo a ayudarse. El demonio busca la rivalidad, la división, los bandos. No le hagan el juego. Luchen por salir adelante", exclamó el Papa.

Francisco recibió un clamoroso pedido de justicia de los presos bolivianos en un acto que se realizó en la cárcel pública Palmasola, que en 2013 se manchó de sangre con la muerte de 35 personas por una disputa entre presos. Allí escuchó el testimonio de dos hombres y una mujer que están presos por diferentes delitos en el penal, que se convirtió en una ciudadela en un área de 34 hectáreas con 4.800 presos.

"Esto era Sodoma y Gomorra. Matan aquí y te tapan con una sábana. Nadie sabe nada", relató Leonardo, de 42 años, preso desde 1997 por homicidio. "Hay 330 internas en el PC-2. Hay mujeres embarazadas, con hijos menores, mujeres de la tercera edad con cáncer. Muchas estamos por no tener un buen abogado ni dinero para pagar a los abogados", sostuvo Analía, delegada de las mujeres.

"Dormimos en el piso, sobre frazadas. Con seis bolivianos (0,90 centavos de dólar) nos dan de comer. ¿Qué clase de comida recibimos?. Sufrimos la negligencia de la Justicia. No tenemos sentencia", apuntó Andrés, de 19 años, preso por homicidio.

El pontífice tuvo contacto directo con los presos y sus hijos, obsequió rosarios y abrazó a muchos de ellos. En el interior de la cárcel había ambiente festivo con banderines de color blanco y amarillo en las calles de la inmensa ciudadela, que cobija a asesinos, violadores, estafadores, narcotraficantes y presos políticos.

La población penal a unísono coreó dos canciones: "No hay rejas que nos separen del amor de dios" y "Libertad, libertad".

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