Las elecciones generales del 3 de octubre le permitieron a la futura presidenta amplia mayoría en el Senado y en la Cámara de Diputados, en base a la coalición que el oficialista Partido de los Trabajadores armó con el Partido del Movimiento Democrático Brasileño y otros ocho partidos de centro izquierda.

Ni Fernando Henrique Cardoso, del PSDB, ni Luiz Inácio Lula da Silva pudieron encontrarse en sus dos períodos de gobierno con un panorama tan favorable, por lo que la situación de Rousseff es el mayor acompañamiento parlamentario a un mandatario desde el regreso a la democracia en 1985.

Las proporciones abrumadoras en ambas cámaras le permitirán a Rousseff garantizar la aprobación de sus proyectos y hasta impulsar una reforma constitucional.

En la suma de las bancas de la decena de partidos aliados, la petista contará con una base oficialista de 311 de los 503 diputados, que se ampliaría a unos 400 parlamentarios si se toma en cuenta a aquellos partidos que sumaron su apoyo por fuera de la coalición oficial y que ya daban su respaldo a Lula.

En la Cámara Baja, el PT es la principal fuerza política con 88 diputados, seguido por el PMDB, que ocupará 79 escaños, y a los que se suman los representantes de los partidos de izquierda para alcanzar una cómoda mayoría calificada.

En el Senado, la presidenta también tendrá una confortable mayoría 55 de las 81 bancas, por lo que la oposición estará limitada a 22 representantes, un tercio menos que hasta ahora, y tendrá que buscar alianzas con los cuatro senadores considerados como independientes.

De los 54 senadores elegidos el 3 de octubre, 40 fueron de la coalición aliada. El PT logró ampliar su bancada de 11 a 15 senadores, y será el segundo mayor de la Casa legislativa superado solamente por el PMDB, que tendrá a 20 representantes.