UNIVERSIDAD
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¿Cómo festejar en Sociales?
Por Horacio González
Un cumpleaños de 15 tiene siempre un sabor de inocencia, descubrimiento y promesa. ¿Es así en el 15º aniversario de la Facultad de Ciencias Sociales? El lugar que esta facultad ocupa en el conjunto de la UBA es volátil, un lugar de frontera. La arrastran los aires de época y la excitación de las crisis culturales. Su destino es la percepción de novedades, por lo que vive entre la aventura intelectual y las profesiones fortuitas, indeterminadas e “ideológicas”. Puede llamar ciencia a lo que hace, pero su estrella es la inagotable discusión sobre lo que tal cosa significa, sin poder ampararse en ninguna cuestión garantida. Una universidad sólo puede ser un diálogo dramático entre sus ciencias clásicas de lenguaje establecido (la medicina, las leyes, las artes de la construcción sólida, las matemáticas, la retórica y quizás la economía) y sus ciencias de lenguaje exploratorio, autorreflexivo (las humanidades en general, y dentro de ellas, en su mismo confín, las ciencias sociales). Sólo un equívoco interesado distribuyó estos campos en una terminología contable, “ciencias duras” y “ciencias blandas”, perdiéndose así la raíz de un gran debate. Y sólo la pereza cultural que atravesamos permite desconsiderar la relación necesaria e inestable entre ambos terrenos de la universidad, al punto de declararse a diario necias reivindicaciones de acopio jurisdiccional o presupuestario entre facultades o entre carreras dentro de facultades.
Las facultades nuevas tienen la responsabilidad de mantener vivo este debate, de él deben alimentarse a diario, porque si no sucumben a la imposibilidad de resolver la contradicción entre la inexorablemente alta matriculación de alumnos y la incapacidad múltiple (edilicia, financiera y cognoscitiva) de cobijarla. Lógicamente, esta disparidad debe llamar a la lucha por la justicia y la reparación. Pero nunca debe eximirnos de mostrar la máxima iluminación respecto del vínculo que nos mantiene en un mismo soporte habitacional, y qué ofrecemos a la vida contemporánea, no digo ni a la sociedad ni a la historia, por abstracto o pomposo, sino qué ofrecemos a esa vida social activa que en última instancia da origen a las casas universitarias y no les pide nada. Salvo que sepan (cada una en su lenguaje, estilo y reflexión) que esa ausencia visible de reclamos nos debe hacer más responsablemente justos con el saber. Aunque nadie pida, la universidad pública es deuda pura.
Las luchas presupuestarias, urgentes y lógicas, deben saber esto no para aminorarse sino para ser más inteligentes. No puede abandonarse, en medio de esas luchas, ni la idea del profesor como maestro impalpable, ni la exploración de todos los campos de la experiencia que eviten cerrarnos en neojergas profesionalistas, ni el vocacionalismo efusivo como fibra superior a las jerigonzas cada vez más informatizadas, en marcha hacia un balbuceo codificado que está matando el conocimiento emancipado. Tampoco es posible organizar planes de estudios con bibliografías surgidas de micromodas que en buena parte son dictadas por los gabinetes en las sombras de la globalización editorial. Leer todo significa también poder elegirlo todo. Una clase profesoral meramente transcribidora y receptora condena a nuestros trabajos a estudiarnos luego a nosotros mismos como obreros insípidos de lo que fuimos aceptando y adoptando.
La insatisfacción surgida ante este yermo panorama, junto a la certeza de que no hay presupuesto para guarecer las vocaciones, inspira justas protestas. En la Facultad de Ciencias Sociales, unas jornadas de protesta ampliamente justificadas, pues surgían de comprender los límites de estos opacos horizontes, fueron sin embargo tan mal resueltas que casi consiguenarrasar la carrera de Sociología. Cimbran sus estrechos edificios y cimbrará desventajosamente la futura casa, si el esencial espíritu reivindicador no se articula con la permanente revisión de los compromisos con el conocimiento libre, tan militante como sereno. Muchos hubiésemos deseado que se inscribieran estas señales en las rápidas conmemoraciones por el aniversario 15º de la Facultad de Ciencias Sociales.