El rol de la educación en los procesos de integración regional constituye el tema principal sobre el que gira el Programa de Apoyo al Sector Educativo del Mercosur (Pasem), una iniciativa conjunta del bloque regional y la Unión Europea que busca contribuir a mejorar la calidad educativa. Para hacerlo, el programa se enfoca en fortalecer la formación y el desarrollo profesional de los docentes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Entre sus distintas líneas de trabajo, se destaca la creación del Banco de Experiencias Innovadoras en Formación Inicial y Desarrollo Profesional Docente, una recopilación de las distintas experiencias de la región. La directora del programa, Paula Pogré, explicó a Página/12 que este banco reúne documentación y material multimedia para consultar, a la vez que brinda la posibilidad de contactarse con quienes protagonizaron cada experiencia.

“Propiciamos la posibilidad de crear una cultura de la documentación, porque en la región hay una cantidad de experiencias muy interesantes que quedan circunscriptas a núcleos muy pequeños”, dijo Pogré, para quien, en el caso de la educación, muchas de las experiencias no están documentadas en una forma sencilla para poder difundirlas o debatirlas entre los propios formadores. “No son de fácil acceso”, agregó.

En ese sentido, la iniciativa está dirigida especialmente a universidades e institutos, “tanto los que tienen la responsabilidad de formar docentes y profesores como aquellos ámbitos de capacitación continua”, dijo. La propuesta es “sistematizar estas experiencias de manera amigable y sencilla” y que, además, esto se pueda hacer a través de Internet. La web permite, según Pogré, “narrar los fundamentos de los proyectos, los principios y los sentidos de cada uno e incluir evidencias y testimonios en formato audiovisual” para que sean los mismos protagonistas quienes los cuenten.

El diseño y la gestión de políticas de formación docente, el reconocimiento mutuo de títulos y estudios dentro de los países del Mercosur, la formación continua sobre el uso de las tecnologías de la información y de la comunicación son algunas de las metas que se propone recoger el Pasem con el banco.

Para convocar a los docentes y a las instituciones educativas a compartir las experiencias con las que nutrir el banco, el programa también lleva adelante el Concurso de Experiencias Innovadoras en la Formación Docente. A través de la primera edición de esa iniciativa, que otorgó el premio Paulo Freire, se destacaron once casos compartidos por los profesores o por equipos. El reconocimiento contó con la participación en un seminario regional sobre la temática de educación y un apoyo económico para bibliotecas o equipamiento pedagógico o didáctico.

En esa edición se consideraron cuatro categorías: experiencias de formación para alfabetización inicial, enseñanza en ciencia, acompañamiento a noveles (proyectos para acompañar a docentes en sus primeros desempeños en su vida profesional) y formación para las TIC en la educación.

En la Argentina, por ejemplo, se destacó una actividad del Instituto de Tecnologías en Detección y Astropartículas (Conicet-Unsam) que relaciona astronomía e inclusión y propone, literalmente, tocar el cielo con las manos: se trata de permitir una aproximación al cielo estrellado desde una novedosa perspectiva que admite el acceso a este fenómeno para quienes no pueden verlo o tienen discapacidad auditiva y motora y tienen dificultades para aproximarse a un material audiovisual tradicional.

Otra experiencia, denominada Ateneo Permanente de Problemas de la Práctica Docente, fue compartida por el Instituto de Enseñanza Superior en Lenguas Vivas Juan Ramón Fernández, donde se desarrolló un abordaje psicodramático para trabajar los conflictos.

La segunda edición del concurso ya se puso en marcha y seguirá abierta hasta el 27 de febrero de 2015. Esta vez, la idea es documentar experiencias innovadoras relacionadas con las prácticas profesionales en la formación inicial y “las prácticas innovadoras de educación en y para la diversidad”. En este punto, lo que se busca –según Pogré– es debatir sobre las distintas formas de diversidad, desde el trabajo con grupos heterogéneos en el aula hasta la tarea con poblaciones que han estado excluidas de los sistemas o con alumnos con edades diversas.

Para Pogré, el banco genera “una dinámica que contribuye a la difusión, ya que no hay que leer papers para entender lo que se hizo, sino que es una manera sencilla y ágil para ver nuevas perspectivas, saber qué se hizo y cómo y compartir testimonios de los propios actores”. En ese sentido, poner todas estas actividades en un espacio público que permite conocerlas ayuda “a transformarlas en experiencias, tener un espacio de reflexión para ver qué pasó y generar una red” entre los distintos formadores.

Entre otras líneas, el programa también lleva adelante un sistema de pasantías donde se trabaja en conjunto con los directores de programas de formación docente de los cuatro países involucrados. Además, se implementó una línea de subvenciones para redes de instituciones.

Informe: Aldana Vales.