UNIVERSIDAD
› DEBATE EN LA UBA POR EL TRABAJO COMO FORMACION
El velo negro de la pasantía
Rectorado quiere reglamentar las pasantías. El riesgo de que sean empleo en negro o mera fuente de ingresos para las facultades.
› Por Javier Lorca
La ley las define como una “extensión orgánica del sistema educativo” en empresas u organismos públicos. Pero demasiadas veces las pasantías terminan siendo meras pantallas para ocultar el trabajo flexibilizado. O para disfrazar una preciada fuente de ingresos para casas de estudios que “venden” a módico precio la fuerza de trabajo recién capacitada de sus alumnos. En la Universidad de Buenos Aires (UBA) acaba de abrirse la discusión sobre cómo reglamentarlas para evitar que se desvirtúen. El Rectorado presentó un proyecto de régimen para ordenar un área que, hasta ahora, cada facultad administró a gusto. Pero deberá enfrentar la oposición de la mayoría estudiantil, así definida por el presidente de la FUBA, Santiago Gima (PO): “Rechazamos las pasantías. Son un arancelamiento, porque cada pasante paga con su trabajo una cuota a la universidad. Y también son parte de la reforma laboral”.
Sancionada en 1999, la Ley 25.165 entiende las pasantías como extensiones educativas en las que alumnos de universidades o terciarios realizan “residencias programadas u otras formas de prácticas supervisadas relacionadas con su formación y especialización”. Un decreto del 2000 añade que pueden durar entre dos meses y cuatro años, insumiendo cinco días de trabajo semanal, cada uno de seis horas.
En la UBA hay miles de pasantes pero no hay un régimen claro. Por eso, el Rectorado acaba de presentar un proyecto para fijar un marco general para administrar y controlar las pasantías. La idea, que todavía debe tratar el Consejo Superior de la universidad, es crear una oficina central que se encargaría de registrar y controlar a las empresas interesadas. Para inscribirse, éstas deberán abonar un arancel. Entre las numerosas cuestiones que pretenden introducir las autoridades, se cuentan:
- las pasantías durarán 6 meses, renovables por otros 6;
- podrán ser pasantes los alumnos de tercer año de una carrera de grado (quedarían excluidos los del CBC, el Nacional Buenos Aires y el Pellegrini);
- los pasantes cobrarán un estímulo máximo igual a lo que percibe un docente ayudante de primera con dedicación exclusiva (500 pesos);
- los pasantes tendrán tutores, que deberán ser docentes regulares de la facultad respectiva;
- el tutor tendrá que asegurarse de que las tareas desarrolladas por el pasante “se vinculen con su formación específica y contribuyan a su desarrollo académico”.
- cada facultad tendrá una Unidad de Pasantías, que podrá cobrar a la empresa u organismo un canon de hasta el 5 por ciento del convenio.
“La pasantía sólo se justifica si consiste en una actividad que forma parte del proceso educativo y formativo del estudiante. Si no, es trabajo en negro encubierto”, definió un decano, en diálogo con Página/12. Aclaró que el proyecto del Rectorado recién comienza a debatirse. La aclaración apuntaba a que varias cuestiones del proyecto no tienen todo el apoyo de las facultades: en especial, los topes máximos a lo que pueden cobrar las facultades como canon (hoy, en muchos casos supera el 10 por ciento y llega hasta el 20) y los pasantes como estímulo (muchos cobran más de 500 pesos, aunque son minoría).
Como se indicó, la conducción del movimiento estudiantil de la UBA –con las agrupaciones de izquierda a la cabeza– rechaza las pasantías. “Son una maniobra burda para meter la mano en el bolsillo de los estudiantes y fomentar la competencia desleal con los trabajadores. El proyecto del Rectorado sólo pretende blanquear esta situación.”
Pero hay otras posturas entre los estudiantes. “Lo fundamental es que las pasantías sirvan para la formación profesional y que no sean empleo precarizado. Y esto tiene que ver con las tareas a cumplir: deben ser trabajo vinculado con la carrera –opinó Pablo Vommaro, consejero superiorpor los estudiantes independientes–. Además, las pasantías deberían tener un fin social. Hoy no hay posibilidad de hacer pasantías en organizaciones civiles, sólo se puede en empresas privadas o estatales.” Otra consejera superior, Laura Kniznik (CEPA), señaló que el proyecto del Rectorado “podría evitar el trabajo flexibilizado, pero pondría tantos requisitos que complicaría el acceso de los estudiantes. Tampoco contempla derechos para los pasantes, fundamentales para evitar que sean explotados. Por ejemplo, el derecho a tomarse días por examen”.
Otro riesgo es que las pasantías sean funcionales al afán recaudador de las instituciones: “Como las facultades necesitan generar recursos propios para funcionar, muchas veces se ocupan más de mantener contentas a las empresas que de garantizar un espacio de formación para los alumnos”, dijo Vommaro. En la página web de la Facultad de Ciencias Económicas, por ejemplo, se publicita al sistema de pasantías como un servicio para las empresas. Incluso se enumeran las ventajas para el empresariado: “ahorro de esfuerzos en búsqueda y selección” (lo hace la facultad); “los pasantes cuentan con el aval de su experiencia en los claustros de la UBA”. Otro beneficio del sistema es que “reduce la incidencia de costos laborales”.
Subnotas