Vie 31.05.2002

UNIVERSIDAD  › CONGRESO SOBRE POLITICAS SOCIALES EN LA UNQ

Cómo rescatar a los pobres

En la Universidad de Quilmes, debatieron Lozano, Llach, Isuani y Coraggio sobre la necesidad de cambiar la asistencia social.

“Lo que hoy está en debate es el ordenamiento de la sociedad, el tipo de matriz distributiva del país, que está vigente desde el ‘76 y todavía sigue en marcha.” La intervención de Claudio Lozano (CTA) arrancó una avalancha de aplausos entre las más de mil personas que ayer participaron del Primer Congreso Nacional de Políticas Sociales, realizado en la Universidad Nacional de Quilmes. “La masiva participación muestra el fuerte interés que hay por buscar una reconstrucción del país desde las bases sociales”, celebró el rector de la universidad, Julio Villar.
Organizado por la Asociación Argentina de Políticas Sociales y la UNQ, el congreso seguirá hoy con debates, conferencias y una muestra permanente de experiencias. El tema central del encuentro es “Estrategias de articulación de las políticas sociales”.
Tras la conferencia inaugural, a cargo del secretario ejecutivo de la Cepal, José Antonio Ocampo, la primera sesión plenaria fue abierta ayer a la mañana por José Luis Coraggio, rector de la Universidad de General Sarmiento. Describió el contexto (“estamos en un país extranjerizado en su economía y su política... este país ha sido saqueado y hay quienes quieren seguir saqueándolo”) y definió que “las políticas sociales deben tener una visión de largo plazo. Pero no podemos pedirle a la gente que espere. Debe haber una inmediata redistribución del ingreso y de las propiedades”.
Coraggio propuso un cambio de paradigma, “dejar de pensar en la contención y el alivio de la indigencia, para volver a pensar en términos de desarrollo. Hay que articular las políticas sociales desde arriba y desde abajo, desde el Estado y la sociedad. Las nuevas políticas se deben construir socialmente y deben ser políticas socioeconómicas, es decir, políticas que busquen otra sociedad y otra economía. Debemos cuestionar la separación entre economía, sociedad y política que ha impuesto el pensamiento único. Es necesario cambiar las ideas, es necesario entablar una lucha cultural, porque el sentido común ha sido introyectado por los valores del mercado”.
Para el siguiente orador, Aldo Isuani, la política social en Argentina “sigue anclada en el mundo del pasado, no tiene nada que ver con la realidad actual”. El ex secretario para la Tercera Edad aseguró que “en un contexto de desintegración social, no hay política social posible”. Por eso, defendió la necesidad de constituir un verdadero proyecto nacional y no una mera confederación de provincias. La nota disonante del debate la puso el economista Juan José Llach, ex ministro de Educación. “Hay tres factores condicionantes para que haya más recursos para políticas sociales y también menos necesidad de esas compensaciones. Uno es el crecimiento económico, donde la Argentina fracasó, porque ha carecido de una estrategia... Otro es la macroeconomía, que cada tres o cuatro años se viene abajo. Estas caídas son tremendamente generadoras de pobreza. La manera en que se salió de la Convertibilidad fue equivocada. Y ahora tenemos al peor enemigo de los pobres, que es la inflación. Eso es lo que tenemos que atacar. Esa sería la mejor política social –dijo el ex colaborador de Domingo Cavallo–. El tercer factor es la cuestión impositiva: si no existe un sistema más progresivo, las políticas sociales siempre van a correr por detrás.” Llach agregó a la educación como “cuarta condición para que sean menos necesarias las políticas compensatorias”.
El más enérgico polemista fue Claudio Lozano, director del Instituto de Estudios y Formación de la CTA. Disparó contra Llach y contra el vocero presidencial Eduardo Amadeo, que compartía la mesa en calidad de presidente de la Asociación Argentina de Políticas Sociales. “La Argentina de la Convertibilidad nos dejó 14,5 millones de personas por debajo de la línea de pobreza. Las opciones buscadas por el actual Gobierno no han hecho más que aumentar la desocupación del 18 al 23 por ciento; destruir el empleo; pulverizar los ingresos reales, que cayeron un 20 por ciento en cuatro meses por la inflación; y llevar a 18 millones las personas pobres.” Advirtió que “no hay posibilidad de discutir políticas sociales si no se pone en el centro del debate la cuestión de la distribución” así como “el tipo derelación salarial, el régimen fiscal y el régimen monetario”. El dirigente de la CTA reclamó “una política social que garantice una nivelación hacia arriba de los ingresos, con criterios de universalidad... y desarrollada sobre bases participativas”.

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