UNIVERSIDAD › LA ASAMBLEA DE LA UBA SE REUNIO, PERO NO LLEGO A DEBATIR PROYECTOS DE REFORMA
La sesión convocada para modificar el estatuto de la UBA se abrió en un clima tenso. La FUBA quiso cambiar el orden del día, pero la mayoría se opuso. El encuentro se suspendió por falta de consejeros.
› Por Julián Bruschtein
Hubo casi nueve horas de sesión, pero casi no hubo debate. De hecho, no se trató ningún proyecto para reformar el estatuto vigente en la Universidad de Buenos Aires desde 1958, y ése era, justamente, el propósito de la asamblea convocada ayer en el Colegio Nacional de Buenos Aires, de la que participaron 204 representantes de profesores, graduados y estudiantes. Hasta que por la tarde se quedó sin quórum y debió suspenderse, la sesión transcurrió entre la aprobación de cuestiones referidas a su propio funcionamiento, el sucesivo rechazo de las propuestas presentadas por la izquierda estudiantil de la FUBA, muchos gritos y algunos incidentes. El rector Rubén Hallú fue blanco fallido de huevazos y denunció haber recibido golpes de parte de “la patota del (Hospital de) Clínicas”.
Antes de las 9, una columna de estudiantes de izquierda, agrupados en la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), se concentró frente al Cabildo junto con trabajadores del Hospital de Clínicas y alumnos de la Escuela Carlos Pellegrini. A esa hora, la asamblea ya tenía que estar sesionando, pero la falta de consejeros la retrasó poco más de una hora. En la entrada del Nacional Buenos Aires se escuchaban los bombos y los cantitos de los estudiantes, un sonido que continuaría después en los pasillos marmolados del colegio y dentro del aula magna.
Ahí, el rector Hallú, secundado por el secretario general, Carlos Más Vélez, abrió la sesión tratando de que su voz, amplificada por el micrófono, se impusiera al griterío. De los 236 asambleístas habilitados para participar de la sesión, 204 dieron el presente a medida que los nombraba Más Vélez. Entre la rechifla y los gritos de los estudiantes, Hallú reconoció como “un hecho histórico que después de cincuenta años” se reuniera una asamblea para reformar las normas de la UBA. Cuando terminó de leer el orden del día, el primero en pedir la palabra fue el dirigente de la FUBA Agustín Vanella (MST): “Exigimos que se ponga a disposición de la asamblea el nombramiento de Hallú”, dijo, y repudió “la represión en la asamblea de diciembre”, cuando se designó al actual rector, en el Congreso y mientras se enfrentaban estudiantes y policías.
El tramo inicial de la asamblea estuvo marcado por una guerra de cantitos cruzados entre ambos lados de la sala, reservados para el público, mientras el centro era ocupado por los asambleístas. A su derecha, la izquierda estudiantil de la FUBA, con banderas del MST, el PO, la CEPA, el PTS. Y a su izquierda, las agrupaciones con simpatías kirchneristas, el Movimiento Universitario Sur, La Vertiente y Causa K, entre otras. “Salta, salta, salta, pequeña langosta, la Franja y la FUBA son la misma bosta”, vociferaban los alumnos K. Sus rivales contestaban con un lacónico: “Ya pasaron treinta años, Kirchner dice nunca más, pero el compañero López, no se sabe dónde está”.
Desde un comienzo, los consejeros de la FUBA propusieron que se modificara el orden del día para introducir sus iniciativas: la realización de un plebiscito vinculante que determine el nuevo estatuto, una declaración de emergencia presupuestaria, el pago urgente de salarios a los docentes ad honórem, el pedido de más fondos para el Clínicas, sumado a la moción de orden para que se le cediera la palabra a los trabajadores del hospital. Primero se intentó realizar la votación a mano alzada, pero las autoridades no podían divisar a todos los asambleístas. En el segundo intento, los estudiantes –que pretendían una votación nominal para identificar el voto de cada asambleísta– hicieron que levanten las manos todos sus militantes, incluidos los que no eran consejeros. Por eso se pasó al voto nombre por nombre, que dilató aún más el desarrollo de la asamblea.
Mientras, la demarcación de espacios en el aula magna ya había sido desbordada. Había estudiantes en los pasillos, se mezclaban asambleístas y público general, e incluso los militantes desplegaron banderas en las mismas espaldas del rector. Dos alumnas de 2º año del Pellegrini comentaban que estaban ahí “por el colegio y por la universidad. No puede ser lo que hicieron en el Congreso el año pasado”. Frente al pedido de la FUBA para que se les cediera la palabra a los trabajadores del Clínicas, en la votación se esbozó el mapa de los bloques que dividían la asamblea: la mayoría (radicales, peronistas y aliados) votó en contra; el espacio de centroizquierda de Sociales, Exactas, Filosofía y Arquitectura se abstuvo; la izquierda estudiantil se manifestó a favor.
Así se llegó a poner en consideración el primer punto del temario, la ratificación del paquete de resoluciones –ad referéndum de la asamblea–. que habían puesto en marcha las comisiones donde se dio el debate preliminar sobre los proyectos de reforma. Se aprobó por mayoría. Los chiflidos de la FUBA se ensañaban más con los “cuatro decanos”, cada vez que eran nombrados para votar: “Tenemos mucha voluntad de debatir. Pero parece que ser progresista es peor que ser conservador”, decía el decano de Sociales, Federico Schuster.
A las 13, el profesor Aníbal Franco mocionó para que la asamblea pasara a cuarto intermedio. La FUBA se opuso gritando contra “la camarilla” y “los corruptos”. En el medio del conteo de otra votación nominal, el rector se paró y salió del recinto, apuntando al baño. Hubo un gran revuelo, muchos trabajadores del Clínicas no dudaron en seguirlo. Volaron algunos huevos, que no dieron en el blanco, sino en la cabeza de otra consejera. Ya de vuelta en la sala, Hallú denunció que “había sido golpeado por la patota del Clínicas”, lo que desató otro cruce de gritos e insultos, alusiones a la golpiza que el año pasado recibieron los estudiantes por parte de sindicalistas no docentes, “la patota de Apuba”.
Todo se calmó un par de horas, con el receso hasta las 14.30, que terminó siendo las 15.30, pasadas. Cuando se abrió la lista de oradores se anotaron cerca de veinte, casi todos estudiantes. La FUBA presentó un proyecto de declaración de emergencia presupuestaria, entre otros. La mayoría de consejeros, a través del estudiante Walter Palacios (MNR), presentó otra propuesta sobre el financiamiento, más diplomática para con el Gobierno y las negociaciones ya en marcha. La mitad de los oradores estudiantiles se despachó contra las autoridades y la mayoría de los asambleístas, hasta que el decano de Farmacia y Bioquímica, Alberto Boveris, presentó la moción de votar los proyectos. Ahí fue que la cuenta denunció la falta de quórum. En la sala quedaban sólo 81 asambleístas, cuando el mínimo necesario es 119. La asamblea quedó automáticamente suspendida, sin que se abriera propiamente el debate sobre la reforma. “La FUBA quiso debatir, Hallú y los decanos se retiraron. La asamblea fue una verdadera farsa”, dijo después Vanella. “La estrategia de la izquierda fue dilatar sistemáticamente para que no se pudiera aprobar nada –opinó Más Vélez, secretario general de la UBA–. Pero teniendo en cuenta la situación de la que venía la universidad, el balance fue bueno: por lo menos pudimos empezar el proceso de reforma.”
La asamblea universitaria de ayer no terminó con un cuarto intermedio, sino que resultó abruptamente suspendida por falta de quórum. Por lo tanto, no tiene fecha cierta de continuación. La idea que circulaba en el rectorado de la UBA era convocar a una nueva reunión en la primera semana de septiembre, posiblemente el primer lunes de ese mes. Pero la decisión formal, precisando fecha, hora y lugar del llamado, deberá tomarla el Consejo Superior de la Universidad, cuya próxima reunión está prevista para el miércoles 15 del corriente, la semana que viene. Cuando vuelva a sesionar, antes de poder abrir propiamente el debate, la asamblea deberá formalizar el ingreso de los proyectos presentados a través de las comisiones y por fuera de ellas: los puntos segundo y tercero del temario. Ayer apenas se completó el primero.
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