El martes 7 a la noche, una asamblea estudiantil decidió tomar la sede Puán de nuestra facultad. El argumento fue, en sus inicios, que era en solidaridad con los estudiantes secundarios, que vienen sufriendo tanto el desinterés por los problemas de infraestructura como la persecución del Gobierno de la Ciudad. Al poco tiempo, algunos sectores estudiantiles comenzaron a señalar en los medios de comunicación que la medida se realiza por los “problemas edilicios de la facultad”, pasando a segundo plano e invisibilizándose la denuncia de los problemas de los colegios de la ciudad.

En la universidad pública gratuita y masiva el problema de la relativa insuficiencia de infraestructura es una cuestión siempre presente. Por ello es que en Filosofía y Letras existe un Plan de Infraestructura y una comisión de trabajo del consejo directivo (en el que participan con voz y voto los estudiantes) que viene promoviendo, más allá de las dificultades existentes y reconocidas, acciones concretas. Se inauguraron hace un mes nuevas aulas de grado. Se equiparon con nueva tecnología otras 18. Se modernizaron ascensores. Se construyó un nuevo sistema de calefacción en la sede de 25 de Mayo. Se avanzó en el mejoramiento de las instalaciones y obras de restauración del Museo Etnográfico. Se está automatizando y digitalizando el acervo bibliográfico de las bibliotecas. Se instaló acceso wi fi a Internet en toda la facultad. Se restauró el principal salón de actos y la sala de docentes. Se ampliaron las instalaciones y biblioteca del Instituto de Tilcara. En el transcurso del último año y medio, se han elaborado los pliegos para la construcción de un nuevo edificio adyacente que permitirá resolver las limitaciones de infraestructura que tienen nuestros 22 institutos de investigación, unificándolos a la actividad docente en Puán.

Ningún esfuerzo será suficiente frente a los problemas históricos. Lo que llama la atención en este caso es la insistente pretensión de equiparar los esfuerzos de la comunidad universitaria y el Ministerio de Educación nacional (que llevó el presupuesto educativo del 3,7 por ciento al 6,5 del PBI, entre otras acciones) por el sostenimiento de la universidad pública con un modelo de desinterés por el financiamiento en todos los órdenes de la educación media por parte del Gobierno de la Ciudad, cuya muestra más clara es la subejecución del presupuesto. Más aún si tenemos presente que lo que agudizó el conflicto con el gobierno de Mauricio Macri ha sido la respuesta regresiva y persecutoria que ha tenido ante el reclamo estudiantil. Todo ello desmiente las imposturas de quienes farfullan ante los medios que el consejo directivo y la gestión no se ocupan del tema.

Algunos incluso han afirmado que el edificio planeado es para aulas de posgrados arancelados. Esto no es verdad. El consejo directivo solicitó desde hace un año y medio a la gestión de la facultad la elaboración de una propuesta edilicia que retomara el proyecto de construcción de una sede para los institutos de investigación, tal como fue pensada la sede Puán originalmente. Sin embargo, sólo existía un bosquejo del mismo. A partir de allí y con esfuerzos de gestión, se logró financiar la producción de los pliegos para que la búsqueda de financiamiento sea factible. Este proyecto integral posibilitará además recuperar espacios para construir entre 20 y 25 nuevas aulas de grado en la sede hoy tomada. Otra aclaración importante: desde que asumimos el decanato, los doctorados en Filosofía y Letras y algunas maestrías académicas son gratuitas para nuestros egresados.

Esto no es un partido de truco y la falta de reflexión sobre el tipo de juego que algunos están jugando preocupa. Y preocupa aún más cuando de la mano de un conflicto cuyo origen era denunciar al gobierno privatista de la ciudad se permite que los medios que concentran la información se paseen por los edificios de la universidad pública, cuando tod@s sabemos que ésta es la táctica de los mercaderes de la educación: dado que no pueden competir en la producción de conocimientos y en la calidad de la enseñanza pública, se regodean con notas amarillistas sobre los edificios. Informamos ya de los múltiples inconvenientes que se están causando al trabajo de docentes, investigadores, no docentes y estudiantes. Sólo deseo que la alegría y capacidad transformadora de la juventud universitaria no queden atrapadas en este triste truco que con cartas prestadas le guiña el ojo a la privatización educativa pretendida por el poder económico y el desgobierno de la ciudad.

* Decano de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA).