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“Doble visión” a “El agujero”, dos muestras del cine “made in Taiwan”
Simultáneamente, se editan estos títulos realizados en la China capitalista, ambos parte de una vasta y rica producción cinematográfica.
› Por Horacio Bernades
Aunque el nombre de la isla suela estar asociado con las peores baratijas, en materia cinematográfica el marbete “Made in Taiwan” no es precisamente una deshonra, como por estos días dos lanzamientos en video permiten corroborar. Por obra de la más pura casualidad, al tiempo que el sello LK-Tel lanza el exitosísimo thriller Doble visión –que desde fines del año pasado se ha convertido en uno de los más sólidos fenómenos de taquilla en todo Extremo Oriente–, la firma Primer Plano Video hace lo propio con El agujero, algo brusca traducción literal de The Hole, que el admirado Tsai Ming-liang filmó hacia fines del siglo pasado.
Que LK-Tel lance Doble visión no es un hecho aislado sino consecuencia de la política de penetración en los mercados asiáticos que la Columbia Pictures (cuyos productos en video distribuye ese sello) viene llevando adelante desde hace unos años, y cuyo resultado más visible fue El tigre y el dragón, producida por la filial oriental de esa compañía. Los mandamases de la Columbia son los que antes y mejor vieron el filón que representaba invertir en Oriente. Téngase en cuenta que, además de contar con un alto grado de desarrollo tecnológico y cinematográfico, los países asiáticos ofrecen mercados gigantescos. Y encima permiten probar talentos locales para luego, eventualmente, importarlos a Hollywood. Así ocurrió con John Woo, Jackie Chan, Chow Yun-fat (estrella de El tigre y el dragón) y Ang Lee (realizador de esa película y de Hulk).
Dirigida por el muy bien formado Chen Kuo-fu y coestelarizada por Tony Leung Ka Fai (protagonista de El amante) y el estadounidense David Morse (visto en Bailarina en la oscuridad), Doble visión es un producto con altos valores de producción. Algo así como un cruce entre Pecados capitales y Los expedientes X, la película narra la investigación emprendida por un agente de asuntos externos taiwanés y un especialista enviado por el FBI, que se enfrentan con una serie de crímenes tan atroces como indescifrables, cometidos en Taipei. A medida que las piezas encajan, va tomando forma la figura de un asesino mutante que aspira a la vida eterna. Para lo cual, se supone, deberá despanzurrar a cinco pecadores, enviándolos a cada uno de los cinco infiernos de los que habla el Tao Te-king.
Excelente en todos sus rubros técnicos y narrada con mano muy segura por Chen Kuo-fu, Doble visión desparrama tantas pistas que termina siendo un rompecabezas con demasiadas piezas, a dos aguas entre la pretensión cientificista y el disparate liso y llano. Pero está claro que su realizador podría ponerse ya mismo al frente de cualquier producto de Hollywood, y salir mejor parado de allí que muchos de sus colegas estadounidenses. Cuarto escalón de la saga de formación que Tsai Ming-liang inició a comienzos de los ‘90 con Rebeldes del dios Neón (y siguió luego con Vive l’amour y El río, todas vistas en Buenos Aires en salas de estreno, ciclos de revisión o festivales), no podría concebirse una película más opuesta a Doble visión que The Hole. Paradójicamente, El agujero es lo más parecido a la ciencia ficción que su autor haya filmado jamás.
A fines del siglo XX, una misteriosa epidemia ha dejado semivacía la ciudad de Taipei, mientras los últimos residentes tiran la basura por la ventana. Un chico y una chica sumamente reclusivos se conocerán gracias a un agujero que las continuas filtraciones de agua han abierto en el piso del primero y el cielorraso de su vecina de abajo. Parábola sobre la soledad, la incomunicación y el vacío que tiene más que ver con el cine de Antonioni que con cualquier novela de anticipación, El agujero es una nueva incursión de su autor en esa idea de apocalipsis íntimo que lo obsesiona desde siempre. Y que en esta ocasión presenta, como novedad, una serie de desconcertantes números musicales intercalados. Curiosamente, la actriz del film de Tsai (Yang Kuei-mei) aparece, en un papel secundario,en Doble visión. Eso, y el hecho de que ambos films representan modos opuestos de intentar salir del ahogo en el que se halla el cine taiwanés para abrirse al mundo, parecería ser lo único que estas películas tienen en común.