Sáb 13.12.2003

VIDEOS  › LOS ARCHIVOS DEL PENTAGONO REVELAN UNA VERDAD

La trama secreta de Vietnam

En el telefilm protagonizado por James Spader se cuenta el “detrás de la escena” de un conflicto bélico que marcó los años sesenta.

› Por Horacio Bernades

El asesor del subsecretario de Seguridad viaja hasta la zona del conflicto y allí verifica que todo lo que hasta entonces se había dicho y escrito sobre esa conflagración era mentira. Que la moral y convicción del enemigo son considerablemente más altas de lo que los funcionarios y los medios se habían ocupado de reflejar hasta entonces, que las bajas propias han sido muchas más, que el gobierno mintió sistemáticamente sobre las verdaderas razones que lo han llevado a entrar en guerra en una zona tan alejada del globo y, sobre todo, que las posibilidades de ganar esa guerra son más bien pocas. No, no se trata de un cable fechado ayer en Bagdad, sino de algo sucedido hace treinta y pico de años, como si la historia se hubiera ocupado de escribir el presente.
Economista de profesión, ex marine y por entonces secretario privado del subsecretario de Seguridad de los Estados Unidos, Dan Ellsberg viajó, a mediados de los años ‘60, hasta Vietnam del Sur. Debía chequear en el terreno su incómoda sospecha (no se trataba de un pacifista, precisamente) de que las cosas no eran del color que su gobierno las había pintado hasta entonces. Su investigación terminó resultando un aporte decisivo para cierta voluminosa historia secreta de la guerra de Vietnam que desde mediados de los años circuló, de modo estrictamente confidencial, entre los más altos pasillos de Washington. Compuesta por 47 volúmenes y con 7 mil páginas en total, a comienzos de la década siguiente esa documentación caratulada top secret llegó a la prensa y terminó desatando un escándalo no sólo semejante al de Watergate sino, además, estrechamente en sincro con él.
Recientemente reavivada gracias a una serie de libros sobre el tema (incluidas las memorias del protagonista, tituladas Secrets: A Memoir of Vietnam and the Pentagon Papers y publicadas a fines de 2001), la historia de ese escándalo se narra en The Pentagon Papers, telefilm que la pantalla estadounidense emitió a comienzos de este año. Con el título Los archivos del Pentágono, en la Argentina se conoce directamente en video, gracias a una edición que el sello AVH hizo llegar a videoclubes. Dirigida por Rod Holcomb (quien desde hace dos décadas viene trajinando estudios de televisión) y con un James Spader de cabello oscuro, abundante y rizado en el papel de Ellsberg, Los archivos del Pentágono cuenta con el legendario Alan Arkin, el carismático Paul Giamatti y la bella Claire Forlani en otros papeles. Sin alterar jamás el formato expositivo y la narración estrictamente funcional que es propia del género, el telefilm utiliza las confesiones que el atormentado Ellsberg hace ante su psiquiatra como plataforma para dispararse hacia atrás, en una serie de flashbacks.
La larga temporada del funcionario en el infierno asiático da lugar a una serie de escenas características de todo film “sobre Vietnam”: la jungla, la lluvia, los soldados nerviosos y eventualmente confundidos, Jimi Hendrix como banda sonora. A partir del regreso a casa sobreviene su decisión de dar a conocer la verdad, y con ella el suspenso, la tensión y el aire de persecución, típicos de los thrillers paranoicos de aquella época. No por nada, al comienzo de Los archivos del Pentágono, Ellsberg dice haber querido pertenecer, cuando todavía creía en las razones oficiales, a “todos los hombres del Presidente”, citando así uno de los títulos clave del género. No casualmente, aquel que narraba el caso Watergate. La decisión de dar a luz esos documentos top secret, su publicación en la primera plana de The New York Times, la inédita orden, por parte del gobierno de Nixon, de “detener las impresoras” y la posterior y muy valiente resolución favorable de un juez son, sin duda, ejemplos de coraje civil que el telefilm no duda en exaltar. Hasta el punto de convertir a Hellsberg en héroe modélico, muy a la medida de las ficciones hollywoodenses.
El injerto, en medio de esta historia, de una love story protagonizada por esa mujer hermosa (y actriz espantosa) que es Claire Forlani –tan creíble en su papel de periodista contestataria como Araceli González podría serlo en el protagónico de Norma Rae– afecta, en cambio, el valor de verdad de un relato que requiere impostergablemente de él. A pesar de ello, la lucha de Ellsberg por evitar “que los próximos 20 años de los Estados Unidos se parezcan a los 20 años anteriores” adquiere, a la luz del presente, una actualidad indiscutible.

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