Boca salió a jugar su partido con una carga extra que se había generado en la semana, bien lejos del terreno de juego. Los rumores sobre la hipotética renuncia de Julio Falcioni sobrevolaban la Bombonera. Pero en el terreno de juego, Boca no tuvo ni una jugada para pensar en esa situación. En la primera maniobra colectiva que armó, se puso en ventaja.

Riquelme trepó por la izquierda y envió un buscapié que Erviti devolvió de taco de manera perfecta, para habilitar a Viatri. Solo ante Bologna, no tuvo inconvenientes para anotar con un remate cruzado.

De un plumazo, todos los fantasmas se disiparon. La presión, los nervios y la ansiedad que podía generar el 0-0 quedaron rápidamente en el olvido. A partir de allí, el local manejó el partido con serenidad ante un rival muy tímido cuya premisa principal era mantenerse ordenado y no pasar sobresaltos.

El único problema para el equipo de Falcioni fue haber dispuesto de dos variantes muy disímiles para atacar. Una muy interesante fue la sociedad Erviti-Riquelme, de la que nacieron los mejores ratos de fútbol, y una muy tosca, que fue la más habitual, los pelotazos que partieron desde los centrales para buscar a los dos centroatacantes, Cvitanich y Viatri. Esas dos maneras de atacar quedaron muy expuestas y marcaron el termómetro del local. Cuando predominó la primera, Boca generó peligro y casi llega el segundo gol con una palomita de Cvitanich que Bologna tapó en gran forma. Cuando abusó de la segunda, Unión no tuvo inconvenientes para defenderse y hasta emparejó el desarrollo. Para fortuna de Boca, las incursiones ofensivas de los santafesinos resultaron casi nulas por lo que a Orión pasó una noche tranquila.

Unión amenazó más en la segunda mitad, pero a ese adelantamiento lo terminó pagando caro. Con espacios, la conducción de Riquelme y los buenos ingresos de Chávez, Colazo y Mouche, Boca comenzó a producir fútbol y provocó numerosas ocasiones de gol.

Por falta de puntería, sobre todo de Viatri, pareció que iba a sufrir. Una chance increíble abajo del arco, un tiro en el travesaño y una tapada espectacular de Bologna le habían impedido al nuevo 9 de Boca sentenciar el juego. Recién en la cuarta ocasión, se sacó la mufa tras un pase atrás de Colazo, tras habilitación de Riquelme, y se desató la fiesta de Boca.

Con cargadas a River y Riquelme a pleno, que además convirtió un golazo, el equipo de Falcioni despejó todas las dudas con las que había arrancado el juego. Colazo cerró con un zurdazo en el primer palo de Bologna.