Sábado, 1 de octubre de 2011 | Hoy
EL PAíS › PANORAMA POLITICO
Por Luis Bruschtein
“A mí lo que me molesta es el enfrentamiento, hay momentos que se ponen muy intolerantes y eso hace que mucha gente se sienta molesta”, afirmó Mirtha Legrand a CNN. Y cuando le tocó el turno, Susana Giménez se lamentó “porque vivimos en un país donde reina la inseguridad”.
Ninguna de las dos son famosas por despreciar el dinero. Pero en la entrevista las dos se refieren en forma despectiva a “los argentinos” porque “cuando tienen plata en el bolsillo no les importa nada”, ese “nada” de Legrand sería el enfrentamiento. A Susana le va mejor la sorpresa desde la inocencia: según ella, nadie levanta la voz en protesta por la inseguridad, porque “sorprendentemente, la situación económica está muy floreciente”.
Desde el punto de vista de los medios, Mirtha y Susana constituyen el epístome de un sentido común generalizado hasta el punto de haber sido el lenguaje natural de los medios durante muchos años. Los medios pensaban así. A esta altura, aunque suene algo polvoriento, todavía seduce a muchas almas cuando se enuncia con la convicción de las dos divas veteranas de tantas batallas.
Llaman la atención de todos modos en este discurso las concesiones planteadas como datos indiscutibles de la realidad. Las dos coinciden en el reconocimiento de una etapa de gran prosperidad que ha provocado un respaldo electoral muy fuerte al Gobierno. Ninguna de las dos oculta el sustrato ideológico desde donde hablan, sobre todo Susana, que participó activamente en las campañas de Mauricio Macri y Miguel Del Sel.
El proceso de tejido permanente de ese sentido común granmediático acusa recibo del resultado de las primarias: se previene del que se anuncia para las presidenciales de octubre y lo explica por la situación económica, pero lo acota al presente. Desde esa mirada hay muchos problemas más graves que la economía (la confrontación, la corrupción o la inseguridad) que están siendo tapados por la economía. Como en el marxismo más ortodoxo, asumen que la economía determina los procesos políticos.
Ese discurso explica el respaldo al Gobierno por la prosperidad económica. Los grandes medios o la oposición no pueden hacer como antes, cuando salían a discutir que todo estaba mal, que había más pobres e indigentes, que el campo se estaba fundiendo, que iba a haber escasez de todo, que habría crisis de energía y que no habría inversiones. Después de las primarias detectaron que ese discurso era demasiado controvertido con la realidad. Ahora dicen que está todo bárbaro, que la gente tiene plata en el bolsillo y que por eso votó al oficialismo.
El nuevo discurso admite la prosperidad del presente, pero anuncia el precipicio inminente. Así se explican los titulares de La Nación y Clarín de esta semana. “Los bancos internacionales advierten de un aterrizaje forzoso de la economía para el 2012”, tituló La Nación el lunes, haciéndose cargo de los vaticinios de consultoras y bancos internacionales que se han convertido en los principales adversarios de la política económica argentina desde que Néstor Kirchner negoció la deuda externa con la quita más grande en la historia. Gran parte del artículo de La Nación es la opinión del Bank of America-Merrill Lynch. Es como si fuera la crónica de la Segunda Guerra Mundial contada por el nazismo alemán.
El lobby de los fondos buitre que acapararon bonos de la deuda externa argentina también tomó nota de los resultados preelectorales y lanzó una fuerte ofensiva a nivel judicial, mediático y político. En la parte judicial es poco o nada lo que han logrado. La parte mediática consiste en hacer anuncios terribles sobre el futuro de la economía. En Buenos Aires, han sido Clarín y La Nación los dos grandes medios que amplificaron esos anuncios agoreros cuya intención es dañar el proceso económico y chantajear con ese daño posible.
En el plano político, el lobby parlamentario de los fondos buitre presionó sobre Washington. El Tesoro norteamericano anunció entonces que en señal de protesta por la situación de esos bonos (impagos porque no aceptaron la quita) votará en el BID y el Banco Mundial contra la concesión de préstamos a la Argentina. El anuncio es una formalidad que no tiene ningún efecto. Estados Unidos no salió a convencer a los demás países para que se sumen a su voto y además aclaró que hará una excepción “con los créditos destinados a los humildes”. Simplemente votará en contra por la presión de su lobby interno. O sea que perdería las votaciones en caso de que Argentina solicitara esos préstamos como ya ha sucedido con otros anteriores. De todos modos, el lobby de los fondos buitre festejó la decisión del Tesoro norteamericano.
Clarín tomó esta problemática asumiendo el punto de vista de los fondos buitre y proyectándola como el título principal de su tapa, ya desde la semana anterior. Los titulares dieron la sensación de que después de Irak, Afganistán y Libia, la próxima invasión sería en Argentina. Cebado con la repercusión que obtuvo, el 28 de septiembre, Clarín puso otro título catástrofe como el principal de su portada: “Estados Unidos no descarta más sanciones contra Argentina”.
El título sonaba fuerte, pero no pudo ser más ambiguo. Nadie descarta jugar al fútbol alguna vez como Maradona, nadie descarta que alguna vez Argentina colonice las lunas de Júpiter. En realidad se trataba de la frase que una periodista argentina le había sacado a la fuerza a una funcionaria del Departamento de Estado norteamericano en una conferencia de prensa donde estaba hablando de Africa. Sin que tuviera nada que ver con el tema, esta periodista preguntó “si a partir de los anuncios del Tesoro”, Estados Unidos tomaría otras medidas en defensa de los fondos buitre. Tomada de sorpresa, la funcionaria dijo que no descartaba nada. El lobby de los fondos buitre tiene un brazo largo y generoso.
Ese mismo día hubo una desmentida del Departamento de Estado a Clarín. Los norteamericanos aclaraban que no suspenderán la asistencia bilateral ni tomarán otras medidas agresivas contra la Argentina, como daba a entender el matutino.
Pero los desmentidos no importan porque el objetivo de esta campaña es destruir lo que suponen que es el principal motivo del respaldo al Gobierno, que es la situación de prosperidad económica. Desde su lugar, para los grandes medios no importa si efectivamente la situación económica es buena. Lo que importa es lo que perciba la sociedad a partir de amplificar toda la campaña contraria de las consultoras internacionales y los fondos buitre. De alguna manera están transmitiendo que la situación está bien, pero a costa del futuro: “Mucho pan para hoy se pagará con mucha hambre para mañana”.
Desde el 2003, los grandes medios se han cansado de anunciar el fracaso de las políticas heterodoxas. Las votaciones en las primarias les demostraron que debían incorporar más datos de la realidad para construir una mirada que pudiera lograr una inserción mejor. Entonces cambiaron: la catástrofe ya no está más en la actualidad, sino que el Gobierno la habría instalado indefectiblemente en el futuro inmediato.
Motivados por sus intereses, los grandes medios han promovido a los economistas neoliberales que trabajan para el esta-
blishment y asumieron sus propuestas como las únicas sensatas. Esa estrategia los lleva a coincidir además con estos fondos buitre de especuladores financieros que apuestan al fracaso del país porque viven de las desgracias y las sobras. Varios de esos economistas son empleados de las consultoras y los fondos buitre.
Esa coincidencia llevó también a los grandes medios argentinos a formar parte de la estrategia de presión contra la Argentina que lanzaron estos fondos antes de las elecciones presidenciales de octubre. Los fondos buitre especulan con la desgracia de los argentinos, son sus enemigos. Y la alianza de los grandes medios con ellos sitúa a la corporación granmediática en uno de los peores momentos de su historia.
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