La ex ministra de Economía Felisa Miceli se negó ayer a declarar en la audiencia inaugural del juicio por el hallazgo en 2007 de una bolsa con 100 mil pesos y 31.670 dólares en el despacho que ocupaba en el Palacio de Hacienda, aunque dijo que es “inocente de todas estas cosas”. Tras dos horas de lectura de la acusación fiscal, a cargo de Guillermo Marijuán, del auto de elevación a juicio, realizado por María Servini de Cubría, el Tribunal Oral Federal 2 (TOF-2) convocó a Miceli para que hiciera su descargo. Pero la ex funcionaria se limitó a expresar que prefería “declarar en otro momento”, porque sus abogados dijeron que podía “responder después las preguntas”.

La secretaria del TOF-2 describió que Miceli está acusada de encubrimiento agravado en concurso real con destrucción de documento público, pero la ex ministra se limitó a señalar: “Soy inocente de todas estas cosas y espero que el resto se aclare en lo que va a pasar acá”. Al responder las preguntas de identificación que le hizo el tribunal, dijo que es “empleada” en el Centro de Estudios Económicos y Monitoreo de Políticas Públicas (Cemoc) de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Y contó que a la vez asesora “a empresas particulares”. Reconoció cobrar “aproximadamente de 25 mil a 28 mil pesos por mes”. También reveló que “me he quedado sola”, viviendo en su casa de la calle Amenábar al 3900, en el barrio de Saavedra, porque sus tres hijos, explicó, han formado sus familias y se han ido a vivir a otros domicilios.

En este juicio se trata de dilucidar si Miceli tuvo o no responsabilidad material en los cargos que pesan sobre ella a partir del hallazgo de una bolsa de papel, colgando de una percha en el armario del baño privado de la que era su oficina, en el quinto piso del Palacio de Hacienda, y que en su interior contenía miles de pesos y de dólares. Dos bomberos de la Brigada de Explosivos de la Policía Federal realizaron la revisión de rutina en el lugar el 5 de junio de 2007, a las 6.40 de la mañana, y al encontrar un “ladrillo” con 100 mil pesos identificado como lote “38.057 Bco. 30”, del Banco Central, y los 31.670 dólares labraron un acta por escrito y avisaron a sus superiores. Los uniformados dejaron el dinero y una copia del acta a las secretarias de Miceli y se fueron, pero a media mañana la ministra llegó a su despacho y al enterarse de lo ocurrido mandó a sus colaboradores a pedir a la policía el original del acta, que más tarde llegó a sus manos y desde entonces permanece desaparecida. Los bomberos inspectores declaran hoy, desde las 10.30, y luego lo harán oficiales de la Policía Federal y empleados del Ministerio de Economía.

Aunque en su momento hubo versiones sobre un número mayor de dólares y la posible existencia de euros, el fiscal dijo que ello “no pudo ser comprobado en autos”. Al investigar la ruta del dinero, Marijuán averiguó que los pesos del “ladrillo” habían salido “contados, clasificados, envasados y termosellados” desde el Banco Central y habían sido entregados a la “Caja de Crédito Cuenca Cooperativa Limitada”, de la localidad de Villa Lynch, pero que no existía ninguna operación allí de Miceli. La Unidad de Información Financiera (UIF) informó que “había antecedentes” de que esa caja de crédito facilitaba “flujo de pesos” desde cuentas corrientes de terceras personas “para evitar que se conozca a los verdaderos titulares de las operaciones”. Por eso, para el fiscal, la entonces ministra mantuvo una “actitud mendaz” porque conocía “el origen espurio del dinero”.

En diciembre de 2007, cuando declaró como imputada, Miceli sostuvo que el dinero era un préstamo de su hermano José Rubén para comprar una casa. Dijo estar buscando una propiedad de alrededor de 250 mil dólares en Saavedra y aseguró que el “ladrillo” de pesos lo había envasado ella misma en su casa con un aparato doméstico de termosellado. Acerca del acta original sobre el hallazgo del dinero que recuperó del sitio de la Brigada de Explosivos donde estaba archivada, aseguró que le había perdido el rastro porque mandó a hacer fotocopias para repartirlas al periodismo y no recordaba a cuál de sus colaboradores la había entregado.