La eterna espera llegó a su fin para los pueblos aborígenes de Formosa, y a partir de diciembre próximo tendrán por primera vez un representante en la política provincial. Se trata de Ricardo Mendoza, integrante de la etnia toba, quien ganó una banca en la Legislatura formoseña en las elecciones del domingo último. “Ahora vamos a tener voz y voto”, aseguró entusiasmado apenas se confirmó que los votos cosechados por el Frente para la Victoria (FPV) en los comicios alcanzan para su acceso al recinto.

“Vamos a acompañar el proyecto de los más humildes; voy a trabajar con transparencia. Para los aborígenes de mi provincia pretendemos vivienda digna y vida igual por igual para todos, blancos y criollos, con igualdad de condiciones”, fue el primer grito de victoria de Mendoza al conocer el dato aguardado por años.

Su llegada a la Legislatura tiene un significado histórico, ya que las etnias poseen en Formosa una cantidad de habitantes equivalente a poco menos del 10 por ciento del total provincial, y pese a eso nunca habían conseguido insertar un representante en niveles superiores a algunos concejos deliberantes de la zona oeste de la provincia.

Mendoza es integrante del PJ provincial y figuró en el puesto número 12 de la boleta de candidatos a legisladores del FPV, en la que confluyeron sectores kirchneristas y justicialistas. Nacido el 5 de enero de 1950 en Misión Laishí, en sus primeras manifestaciones tras el logro resaltó que “ahora vamos a tener voz y voto”, y subrayó: “Queremos ser partícipes de la integración. Tendré asesores aborígenes, pero no voy a discriminar: tengo que trabajar para todos”.

El hombre se caracterizó siempre mucho más por el trabajo junto a las etnias, tanto la suya como las wichí y pilagá, que por su contacto con la capital provincial, más bien escaso. Tal vez por eso allí, en la zona urbana, señalen que tiene un perfil ultrabajo, con una presencia casi nula en los medios de comunicación. A tal punto que muchos en la ciudad de Formosa todavía se preguntan por qué el FPV no realizó, durante la campaña, ningún tipo de difusión ni promoción del hecho de tener a un aborigen en su lista electoral.

El hombre remarca que a la hora de seleccionar un representante para integrar la lista provincial, “una asamblea de todas las comunidades” lo eligió a él. “A partir de ahora queremos que siempre haya una banca para los aborígenes”, manifestó, con vistas a futuro.

“Para evitar celos y rencores, lo ideal sería que el próximo diputado sea un hermano de la etnia wichí, pero eso se va a decidir en asamblea. El nombrado tiene que ser querido, abierto y aplaudido”, condicionó el diputado electo.

Mendoza ya tiene experiencia legislativa, ya que fue convencional constituyente provincial en 2003, pero en aquella ocasión se trató de una tarea acotada en el tiempo. Más tarde en el mismo año, fue candidato suplente a diputado provincial y, finalmente, este año logró ser incluido entre los postulantes titulares.

“No voy a cambiar, seré el cacique de las tres etnias”, prometió el legislador electo en referencia a los pueblos toba, wichí y pilagás. Y luego sostuvo que si bien “el anhelo” de que un aborigen se incorporara a la Cámara de Diputados existía hace mucho tiempo y tardó demasiado en ocurrir, “lo importante es que ahora se concretó”.

En Formosa habitan 41 mil aborígenes distribuidos en tres etnias: la wichí, integrada por 22 mil personas divididas en 69 comunidades, la toba –-a la que pertenece Mendoza–, en la que 12 mil personas se distribuyen en 35 comunidades, y la pilagás, cuyas 17 comunidades totalizan 7 mil habitantes.