SOCIEDAD › ADVERTENCIA POR LOS RIESGOS DE RADIACIóN EN LA UTILIZACIóN DE TOMOGRAFíAS COMPUTADAS

Los peligros de una práctica en aumento

La Asociación Médica de los Estados Unidos publicó una investigación que mostraba que alrededor del dos por ciento de los casos de cáncer que se diagnostican en ese país podrían relacionarse con tomografías computadas.

 Por Pedro Lipcovich

“Gracias a las investigaciones sobre relación entre riesgo de cáncer y radiación procedente de tomografías computadas, el crecimiento de estos estudios disminuyó en Estados Unidos en los últimos años”, según una publicación de la Asociación Médica de ese país: es que la conciencia de esos riesgos “impactó en la frecuencia con que los médicos ordenan tomografías computadas”. Esto a su vez respondería a “los importantes esfuerzos educativos de las organizaciones médicas”. La necesidad de esta labor de educación –sobre médicos y pacientes– surgió a partir de una serie de estudios significativos, entre ellos el que indica que “alrededor del dos por ciento de los casos de cáncer que se diagnostican en Estados Unidos podrían relacionarse con tomografías computadas”, ya que “el riesgo de cáncer permanece elevado por muchas décadas después de la exposición”. En ese marco, “cada médico debe evaluar cuidadosamente los beneficios que espera de cada tomografía computada e informar ampliamente a sus pacientes sobre los riesgos conocidos de radiación”.

Los datos fueron anunciados el mes pasado en American Medical News, publicación electrónica de la Asociación Médica de Estados Unidos (AMA). “El mensaje de ser más consciente de los riesgos de la radiación está alcanzando a los proveedores de salud y es probable que éstos hayan empezado a hablar del tema con sus pacientes”, estimó Keith Kocher, profesor de medicina de emergencia en la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan. Entre 1996 y 2007, el uso de tomografías computadas en los servicios de emergencias se había multiplicado por cuatro, pero permaneció estable entre 2008 y 2009. La publicación puntualiza que “también podría haber contribuido la reducción de los pagos de Medicare (seguro de salud de ese país) por estos diagnósticos”.

El uso de tomografías computadas se había triplicado entre 1996 y 2010, desde 52 hasta 149 por cada mil pacientes, pero el crecimiento anual bajó desde el 10,2 por ciento entre 1998 y 2005 al 4,2 por ciento entre 2005 y 2008; “tendió a estabilizarse desde 2007”, según la publicación de la AMA. David Seidenwurm –titular del panel de AMA que, en 2011, desarrolló medidas para reducir tomografías innecesarias y optimizar la dosis de radiación– destacó que “hay en marcha numerosos proyectos para propiciar el uso adecuado del diagnóstico por imágenes”.

En 2009, la revista Archives of Internal Medicine publicó un artículo de Rebecca Smith-Bindman y colaboradores que, a partir de una muestra, sostiene: “Se estima que una de cada 270 mujeres a las que se les realizó angiografía coronaria por tomografía computada a los 40 años de edad desarrollará cáncer por ese motivo (uno en 600 varones), en comparación con una en 8100 mujeres que tuvieron una tomografía computada de cabeza a la misma edad (uno en 11.080 hombres). Para pacientes de 20 años, los riesgos se duplican, y para pacientes de 60 años son un 50 por ciento más bajos” (porque la expectativa de vida, a lo largo de la cual pueden contraer cáncer, es menor). Y advierte que “para cada tipo de tomografía computada, la dosis varía entre las instituciones e incluso en la misma institución, con una variación de hasta 13 veces entre la dosis más alta y más baja para cada estudio. Las dosis de radiación son mayores y más variables de lo generalmente admitido, lo cual subraya la necesidad de una mayor estandarización entre las instituciones”.

El mismo año en la misma revista, la investigación “Riesgos proyectados de cáncer por exámenes de tomografía computada efectuados en Estados Unidos en 2007” –por Amy Berrington de González y colaboradores– estima que “29.000 cánceres futuros podrían relacionarse con las tomografías computadas efectuadas en Estados Unidos en 2007”; este número equivale a “aproximadamente el 2 por ciento del total de 1,4 millón de cánceres que se diagnostican anualmente en Estados Unidos”, y toma en cuenta que “el riesgo de cáncer permanece elevado por muchas décadas después de la exposición a la radiación”.

También en Archives... en 2009, “Riesgos de cáncer y exposición a radiación proveniente de tomografías computadas: ¿cómo podemos estar seguros de que los beneficios superan a los riesgos?”, firmado por Rita Redberg, destaca que “los pacientes deberían ser plenamente informados sobre el riesgo de radiación: actualmente, muy pocos pacientes saben que una sola tomografía computada representa una radiación equivalente a centenares de radiografías de pecho”. Señala “la probabilidad de un uso excesivo de este procedimiento en lugares de Estados Unidos” y advierte que “la explosión de exámenes por tomografía computada en la pasada década ha sobrepasado la evidencia de sus beneficios”. Destaca que “cada médico debe evaluar cuidadosamente los beneficios que espera de cada tomografía computada e informar ampliamente a sus pacientes sobre los riesgos de radiación”. En 2010, el Colegio Estadounidense de Radiología se unió con la Sociedad de Radiología de Estados Unidos para la iniciativa “Imágenes con prudencia” (Image Wisely), que ofrece instrucciones para bajar la dosis de radiación en todos los pacientes.

Los pocos estudios efectuados sobre el grado de conciencia de los médicos arrojaron resultados alarmantes. Dos artículos de 2004 en la revista Clinical Radiology (del Royal College of Radiologists de Gran Bretaña) arrojaron que “sólo uno de cada cinco médicos prescriptores tenía conciencia del riesgo de inducir un cáncer a partir de una tomografía computada de abdomen”. El segundo, firmado por especialistas de la Universidad de Yale, advirtió que sólo el 47 por ciento de los radiólogos reconocían que un examen de tomografía computada implicaba un riesgo aumentado de cáncer; de los médicos prescriptores, sólo el 9 por ciento lo sabía y, de los pacientes, apenas estaba informado el 3 por ciento. Aun en 2012, un artículo en la revista ISRN Gastroenterology (“Minimización de la exposición a la radiación debida a la tomografía computada en la enfermedad inflamatoria del intestino”) advierte que “los médicos se desempeñan desalentadoramente al subestimar las exposiciones a la radiación asociadas con estudios de diagnóstico por imágenes”.

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Entre 1996 y 2007, el uso de tomografías computadas en las guardias se multiplicó por cuatro en Estados Unidos.
Imagen: Corbis
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