








|
Por M. Fernández López
Rapiña
Una forma de producción arcaica puede estar enquistada en otra moderna y no existir aisladas, sino intercambiando una con otra. En el país tuvimos el caso célebre de las vaquerías: ingente cantidad de ganado sin dueño era cazado a campo abierto sólo para obtener la piel del animal, cuyo cuerpo, una vez desollado era abandonado como basura. La actividad permitía el mayor rubro de exportación a Europa, por supuesto con un fin de lucro. En Europa gobernaban Luis XIV y Colbert: era la frontera de la civilización. Aquí, gobernadores cuyos nombres ni recordamos. En los campos del Plata imperaba el modo de producción neolítico: captura de frutos naturales, sin reposición. Luego hubo otros casos, como la tala del quebracho en Santiago del Estero. En Inglaterra gobernaba la reina Victoria: era la frontera de la civilización. En el Chaco, imperaba el trabajo servil. También el fin era el intercambio y el lucro, en este caso como insumo del tanino o para durmientes de vías férreas. En el primer caso, el ganado cimarrón llegó casi a extinguirse. En el segundo, el quebracho desapareció y se trastornó la ecología. En general, fue la estrategia empleada por todas las metrópolis con sus colonias: en éstas, explotación, rapiña y depredación, aun hasta agotar los recursos. En las metrópolis, delikatessen en las mesas, alta cultura y tecnología avanzada en la producción. Era el caso de una especie que explota o caza a otra, y otra que es explotada o cazada por la primera, estudiada en biología por Lotka y Volterra. Y en economía, por Samuelson: Llamémosles -decía- tigres y conejos; bacterias y hombres; o capitalistas y proletariado. ¿O empresa pública privatizada y clientela cautiva? Prebisch en 1949 sostuvo que el haber entrado la periferia en vínculo con el centro no significaba que éste le transfiriese la tecnología o los frutos del progreso tecnológico a la primera. Hoy, a 50 años, vemos que haber entregado los servicios públicos a capitales del Primer Mundo no nos puso automáticamente en la frontera de la civilización, sino como campo de explotación y depredación. El comportamiento que grandes empresas internacionales tienen en sus lugares de Primer Mundo -dice Zlotogwiazda- aquí no lo tienen, porque somos del Tercer Mundo, porque el Estado no controla, porque las empresas concesionarias de servicios públicos tienen una avidez de ganancia descomunal.
GENTE
Se suele escuchar que el fundamentalismo de mercado, o que tal o cual gobierno, miran sólo sus intereses, sin importarles qué le pasa a la gente. O dicho de una forma alternativa: sólo miran a la gente a la hora de cobrar sus abultadas facturas, o a la hora de votar, respectivamente. Sin negar que ello sea así, hay testimonios del maltrato a la gente, aun sin empresas privadas de servicios públicos ni de gobiernos democráticos. Esteban Echeverría, en un escrito donde condensó, en apenas siete hojas, todo su pensamiento económico, decía en 1837, refiriéndose a la implantación de un impuesto como el IVA actual: Este impuesto indirecto no sólo es precario sino monstruosamente injusto porque recae principalmente sobre el mayor número de consumidores, sobre los pobres. ¿Pero cuándo nuestros gobiernos, nuestros legisladores se han acordado del pueblo, de los pobres? ¿Cuándo han echado una mirada compasiva a su miseria, a sus necesidades, a su ignorancia, a sus industrias? Nada, absolutamente nada han hecho por él, y, antes al contrario, parecen haberse propuesto tratarlo como a un enjambre de ilotas o siervos. Los habitantes de nuestra campaña han sido robados, saqueados, se les ha hecho matar por millares en la guerra civil. Su sangre corrió en la de la independencia, la han defendido y defenderán, y todavía se les recarga con impuestos, se les pone trabas a su industria, no se les deja disfrutar tranquilamente de su trabajo, única propiedad con que cuentan mientras losricos huelgan. Se ha proclamado la igualdad y ha reinado la desigualdad más espantosa: se ha gritado libertad y ella sólo ha existido para el poderoso. Para los pobres no han hecho leyes ni justicia, ni derechos individuales, sino violencia, sable, persecuciones injustas. Ellos han estado siempre fuera de ley. Podríamos ampliar las preguntas de Echeverría: cuando se congelaron las jubilaciones, ¿se miró al jubilado o a las prescripciones del FMI sobre gasto público? Cuando se autorizaron las AFJP, ¿se atendió la futura vejez del trabajador actual o la formación inmediata de una masa de capital? Cuando no se arbitran medidas para expandir el empleo, ¿se considera la degradación social que causa, o se procura impedir los reclamos de aumento de salarios? El engaño del Riachuelo limpio en mil días fue en beneficio de la gente o de las empresas que siguen vertiendo efluentes contaminantes?
|