No tienen la capacidad de realizar una imponente marcha como la de los camioneros y colectiveros para copar el centro de la ciudad. Ni la posibilidad de organizar movilizaciones en todo el país con cortes de rutas y tractorazos. Tampoco se animarían a instalar una carpa en señal de protesta. Sin esas alternativas de queja, un grupo importante de grandes empresarios la están pasando tan mal como los transportistas, los hombres de campo y los docentes. Lo que los diferencia con esos sectores en problema es que sus llantos no se dirigen hacia el Gobierno, sino que se lamentan en discretas reuniones con banqueros. Estos, con cara de pocos amigos, les exigen pagar la deuda en mora.
Nunca antes hubo tantos incumplimientos de Obligaciones Negociables (títulos de deuda privada) por parte de grupos económicos como en el primer semestre de este año. Años atrás hubiera sido impensable que un holding como Comercial del Plata no pudiese honrar sus obligaciones. Los default (cesación de pagos) y los que están por venir son varios más, totalizando un paquete de capital e intereses impago de más de 2000 millones de dólares. Entre ellos, se destacan Alpargatas, Central Térmica Güemes, Supercanal, Hidroeléctrica Piedra del Aguila y los bancos Mayo, Patricios, Israelita de Córdoba y Almafuerte. Lograron zafar a último momento, cuando esta semana iban a anunciar la imposibilidad de pagar, las empresas distribuidoras de energía en el norte y sur de la provincia de Buenos Aires -Eden SA y Edes SA-. También logró una refinanciación de su ON caída Droguería Magna, que tiene como fiador a Laboratorios Richmond.
Con esa performance para el olvido, las empresas argentinas encabezan el ignominioso ranking de los países peores pagadores de América latina. Y si se suman otras -como todo hace prever-, superarán el monto de incumplimientos establecido por México en 1982, cuando anunció el no pago de su deuda externa. Es un secreto a voces en la city que una importante siderúrgica, un fuerte operador de cable y un banco mediano sufren apuros para renovar el vencimiento de sus Obligaciones Negociables.
La situación es tan dramática que ni en el peor momento del Tequila hubo tantas dificultades financieras para las empresas. En esa otra crisis sólo una compañía, Alto Paraná, comunicó a sus acreedores que no les iba a pagar. Ahora, ante la multiplicación de grandes morosos, existe un pacto entre los empresarios y los bancos para no agitar las aguas. Ni uno ni otro quieren pisar la cáscara de banana cruzada en su camino. Hay que tener en cuenta que esas ON impagas son apenas una parte del pasivo total. Muchas de las empresas afectadas también tienen préstamos otorgados por el sistema financiero local, y si no cumplen también con esos compromisos los bancos deberán castigar su cartera crediticia con el consiguiente deterioro de su patrimonio.
El incumplimiento de ON de grandes empresas es apenas la punta del iceberg de lo que sucede con el endeudamiento privado. Una economía en recesión, con pérdida de competitividad y, por lo tanto, sin capacidad de retomar la senda de un crecimiento vigoroso, se dirige a una explosión de incumplimientos. Cientos de empresas con pasivos por 6000 millones de pesos buscan la salvación con una suerte de Plan Brady; los productores agropecuarios presionan para obtener una refinanciación a su abultada deuda de unos 7000 millones; en el circuito comercial los cheques rechazados superarán este año los 8500 millones; y la mora en el sistema bancario crece mes a mes, superando los 12 mil millones.
En ese escenario de deterioro financiero, si tienen problemas para cumplir con sus compromisos las grandes empresas y si le va mal al campo, sector bendecido en Argentina por contar con ventajas competitivas naturales, ¿qué tiene que espera al resto?