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"Duhalde perjudica a la gente"

Por David Cufré

Al equipo económico las expresiones de Eduardo Duhalde sobre la deuda externa le resultaron intolerables. La recesión se prolonga más allá de sus predicciones, la Bolsa se sacude, el desempleo aumenta y las peleas con el ala política del Gobierno por la crisis del PAMI lo pusieron al borde de la renuncia. En ese contexto, el candidato justicialista salió a agitar el debate sobre la relación con los acreedores. Los Roque boys sintieron que Duhalde les complicó un panorama de por sí sombrío. Pablo Guidotti, número dos del Palacio de Hacienda, lo responsabiliza en este reportaje con Cash de haber tensado la cuerda innecesariamente. Y reclama que deje de hablar de la deuda. “Sus declaraciones las termina pagando la gente”, asegura, y advierte que “no se puede ignorar lo que dicen los mercados”.
–¿Está enojado por lo que dijo Duhalde de la deuda?
–Es obvio que sus declaraciones han generado preocupación. Aumentó el riesgo país y la tasa de interés. Duhalde salió a aclarar y en parte tranquilizó a los mercados. Pero el problema es que no importa cuál fue la intención; el daño ya estaba hecho. Y el resultado fue un aumento de las tensiones económicas.
–¿El problema son las declaraciones sobre la deuda o la persistencia de la recesión?
–El problema es que generó un costo innecesario a los argentinos. Duhalde perjudica a la gente. Al final, el costo de todo este debate lo termina pagando la gente. De ese modo, se complicó la salida de la recesión, aumentó la tasa de interés y el Estado tiene más dificultades para recaudar. Sería muy conveniente que la discusión sobre la deuda desaparezca de la campaña. Es absurdo generar problemas con este tema, cuando Argentina no tiene ningún inconveniente con la estructura de su deuda.
¿De la Rúa es ahora más confiable que Duhalde para los inversores?
–Los inversores ven que en Argentina hay un grado de consenso muy alto sobre las políticas económicas básicas. Nosotros somos optimistas en que cualquiera de los dos candidatos y sus equipos económicos van a hacer muy buen trabajo de llegar al gobierno. Además, estamos dispuestos a trabajar con ellos de acá a diciembre, para que los mercados lo entiendan, que es la mejor señal que se puede dar.
–¿Las críticas a Duhalde por hablar de la deuda son un ejemplo de la disciplina que imponen los mercados?
–Claramente, porque genera preocupación y eso se ve en el mercado con la venta de los títulos y las acciones de empresas argentinas. Entonces el costo para el país sube. Si los candidatos insisten en aumentarle los costos a la gente, lo sufrirán en las urnas.
–¿Seguirá la pelea dentro del Gobierno por el gasto público?
–En un año electoral siempre hay muchos pedidos de fondos. El control del gasto va a seguir siendo una tarea ardua, pero nosotros estamos decididos a llevarla a cabo. A la larga la situación fiscal es central para que baje el riesgo país, y eso tiene inmediatamente un “efecto bienestar” muy grande. Permite que las empresas accedan al financiamiento, se genera empleo y aumenta el consumo.
–La crisis del PAMI evidenció las fuertes diferencias entre el equipo económico y el ala política del Gobierno. ¿La continuidad de Roque Fernández está en duda?
–Espero que el tema del PAMI haya quedado resuelto. Es una cuestión difícil porque tiene que ver con la vida de mucha gente que no tiene demasiados recursos y necesita ayuda. Pero al mismo tiempo, nosotros tenemos una responsabilidad hacia la sociedad, que es cuidar la marcha de la economía.
–Alderete se queja de que no le giran los fondos que le corresponden.
–El PAMI recibió más fondos que el año pasado, y está claro que son suficientes para que pueda dar un buen servicio a los jubilados. Nosotros sostenemos que el PAMI es una obra social de derecho privado, que no es parte del Estado, y que tiene que ser manejada por los jubilados. Pretender que el Estado asista y se haga cargo de los problemas del PAMI es volver a intervenir la obra social. Lo que Alderete debe hacer es mejorar la administración y evitar que sea un tema político. Las discusiones del último mes fueron algo puntual y se resolvieron como lo hace cualquier entidad del sector privado, pidiendo créditos al sistema financiero.
–¿Los mercados hubieran aceptado que el Gobierno destinara más fondos al PAMI?
–Todos los países emergentes, y la Argentina no es excepción, deben atenerse a las reglas del mundo globalizado. Hoy, lo que se llama “mercado”, es una variable que no puede ignorarse de ninguna manera, porque lo que hace es poner disciplina a todos los países. Ahora, ¿qué es el mercado? No son los banqueros de Wall Street. Ellos son intermediarios. Lo que importa son los ahorristas, y ellos no quieren que se pongan en riesgo sus inversiones. Por eso se venden los bonos de países que descuidan su situación fiscal.
–¿Los grandes operadores dejan poco margen de maniobra a este y al próximo gobierno?
–Muchas veces se exagera el poder de individuos. Por ejemplo, si Soros tuviera la posibilidad de mover los mercados como quisiera, nunca perdería plata. Y se ha demostrado que muchas veces perdió un montón. El poder lo tienen millones y millones de ahorristas en Argentina y en el mundo. Ellos imponen disciplina a quienes tienen a su cargo la aplicación de políticas. Cuando estos mecanismos no existían, se estaba librado a decisiones más autoritarias.
–¿Le preocupa la transición política?
–Sin duda está generando mayores tensiones en la economía, y tal vez las habíamos subestimado. Por ejemplo, hasta las elecciones el riesgo país será más alto del que le correspondería a Argentina. Una señal importante para despejar la incertidumbre política es la reunión que organiza Goldman Sachs en Nueva York (el próximo 29). Allí expondremos el equipo económico, Machinea y Remes Lenicov. Y va a quedar claro que entre todos cuidaremos la estabilidad.
–¿Por qué la recesión es más aguda de lo que había previsto el equipo económico?
–La recesión tocó piso en el primer trimestre. Con un poco de optimismo, empezaremos a superarla este trimestre, aunque será una salida lenta. El shock por la caída rusa y la crisis brasileña fue muy fuerte. A eso se sumó el derrumbe de los precios de las commodities y las tensiones de la transición. Pero la perspectiva es que en el 2000 haya un fuerte ingreso de capitales. Puede ser un año similar al ‘97, durante el cual el crecimiento se recuperó de manera muy importante. No descartaría que el año que viene la economía crezca a un ritmo del 4 por ciento.

“No salimos a tapar agujeros”


–¿Cómo cree que será recordado el equipo económico?
–Supongo que se recordará la frase del piloto automático. Eso es simplemente un reflejo de que por haber tomado siempre medidas con anticipación, nunca tuvimos que salir a tapar agujeros a último momento, que es lo que típicamente a la gente le gusta ver cuando habla de políticas activas. Nos tocó atravesar una etapa de gran volatilidad internacional y hemos priorizado mantener ordenada la macroeconomía. Hemos sido pioneros en aumentar las defensas de liquidez. Eso permitió que la economía, a pesar de los muy fuertes shocks externos, haya evolucionado cada vez mejor.
–¿También se recordará que empeoró la distribución del ingreso?
–Los análisis que se hacen sobre ese tema son superficiales. Lo que interesa es el bienestar, y eso se está dejando de lado cuando se interpretan los datos de distribución del ingreso. Claramente el bienestar en los últimos diez años mejoró mucho. Medido por cualquier índice, los ingresos de las personas subieron, se eliminó la inflación y mejoró la calidad de los bienes públicos. El mayor bienestar explica por qué el gobierno fue votado y tuvo continuidad durante una década.
–¿El principal problema económico que dejan al próximo gobierno es la pérdida de competitividad?
–No, es un tema que está sobreactuado. Si miramos la performance de las exportaciones durante los ‘90, el volumen creció más que el de cualquier otra región en el mundo. Este año fue malo por diversos factores: cayeron los precios de los commodities, se apreció el dólar y hubo menor actividad económica en el mundo. Pero esos factores externos comienzan a evolucionar mejor y el año que viene las exportaciones volverán a aumentar.

Guidotti pronostica una caída del desempleo
“No se irá con hiperdesocupación”

–¿Menem dejará de herencia la hiperdesocupación?
–Es completamente aventurado pronosticar un aumento del desempleo. No habrá hiperdesocupación. Los analistas que dicen que en octubre llegará al 18 por ciento opinan sin fundamentos. Aunque no hay dudas de que el número de 14,5 es alto, en la última medición aparecen datos positivos. Lo más importante es que entre mayo del ‘98 y mayo del ‘99 se crearon 130 mil puestos de trabajo. No es cierto que se hayan destruido empleos. El aumento de la desocupación se explica porque creció la oferta laboral.
–El ministro de Trabajo, José Uriburu, dijo que es probable que la desocupación siga aumentando.
–Para mí no hay elementos para predecir eso. Tendería a pensar que va a bajar. A pesar del shock económico, el aumento fue moderado en comparación con el Tequila. En aquella ocasión, en cuanto la economía se recuperó, el desempleo cayó bastante rápido. Soy optimista porque creo que la recesión tocó su piso en el primer trimestre. Ahora veremos una salida paulatina. Además, se puede potenciar la reducción del desempleo con la baja de 60 por ciento de los impuestos al trabajo que haremos este año. Sin embargo, el principal desafío económico para el futuro es mejorar la legislación laboral porque las empresas lo necesitan para generar nuevos empleos más rápido.
–¿Por qué se insiste con la flexibilización laboral, si de hecho el mercado está flexibilizado y la desocupación aumenta?
–Es cierto que de hecho hay mucha flexibilidad. Pero lo que se necesita es generar un marco jurídico estable, que no esté sujeto a incertidumbre. Como cualquier cuestión de teoría económica, si aumentamos el costo de un bien, ese bien va a ser menos demandado. Impulsar la modernización de las leyes laborales y rebajar los impuestos al trabajo tiene que ver con eso: hacer más atractiva la contratación de personal.
–Si lo que se busca es bajar costos, ¿la flexibilización equivale a una caída del salario?
–No, porque la principal reducción de costos es con la baja de impuestos. Ahora, el tema de la indemnización tiene que ver con el miedo a contratar. Nuestra economía es muy volátil, y las empresas necesitan poder adaptarse a los cambios. El régimen indemnizatorio complica esa adaptación. Si las empresas no pueden hacer nada en el momento malo, su respuesta es: “no contrato durante el período de auge”. Se ha demostrado que con esta legislación, las empresas son reticentes a contratar.