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DES economías

Por Julio Nudler


Para estacionar en espacios públicos libres hay que pagar, y quien se retobe encontrará su coche saqueado. La mafia le plantea al automovilista una regla de juego inequívoca, menos confusa o azarosa que la de muchos servicios legales (taxis, teléfonos o cable, por ejemplo). Los mafiosos brindan el suyo sobre la base de un enfoque empresario que sortea los problemas que afectan a los emprendedores honestos.
Por empezar, no sólo no pagan impuestos, sino que evitan la inscripción, que crea un lazo irresoluble con los entes recaudadores nacionales, provinciales y municipales. Aunque el negocio no funcione, Impositiva, Rentas y la ANSeS seguirán enviando determinaciones y emplazamientos. Los mafiosos se ahorran todos estos disgustos. Ellos no necesitan saber de antemano si tendrán éxito.
Como no invierten en instalaciones ni equipos, los mafiosos no tienen costos hundidos ni fijos. Pueden, por tanto, cesar en cualquier momento si la explotación no resulta, o trasladar la playa callejera a otro sitio sin ningún costo de desplazamiento. No piden subsidios ni autorización para operar. Sus costos son estrictamente variables: mano de obra no registrada y las debidas coimas a la policía y a los inspectores municipales, que en esto no son nada burocráticos.
En cuanto al precio de su servicio, los mafiosos no siempre aplican el mismo criterio. Los tradicionales establecen un valor fijo y confían en la inelasticidad de la demanda. Los innovadores prefieren bucear las tendencias del mercado, librando al usuario-víctima la atribución de un precio al servicio extorsivo que le prestan, ejercicio de su derecho de consumidor que lo vuelve cómplice de los maleantes.
La economía no es nunca una relación entre buenas personas, y los mafiosos no fingen serlo. Depredan como cualquier corporación, sin cargos de conciencia. Convierten en oneroso lo que debería ser gratuito, con lo que contribuyen al aumento real del PBI, aunque su valor agregado no lo capten las cuentas nacionales. Esto no es culpa de ellos.