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Laura y los peajes Difícil tomar posición en la polémica entre el Dr. Laura y los concesionarios del peaje, más allá de las ya rutinarias menciones de corrupción. Por una parte, el sistema de peaje se ha revelado como una interminable máquina de renegociar, que prórroga tras prórroga, asegura un permanente flujo de recursos hacia los concesionarios, quienes se hacen así de obras sin licitación alguna. La recaudación actual representa más de la mitad del total de recursos de la Dirección Nacional de Vialidad. Además, las cabinas de cobro absorben alrededor del 15 por ciento de lo recaudado; esto es, 40-50 millones de pesos anuales se destinan a este uso improductivo. Por otra parte, el Proyecto 10 es de una tal carencia de seriedad técnica, que asusta el nivel de difusión y los términos en los que se ha debatido. Del total de 10.000 km que propone convertir en autopistas, 1000 ya lo son (básicamente, el corredor Santa Fe-Mar del Plata) y los niveles de tránsito actuales sólo justificarían autopistas en unos 300 km más. Pero además, el Dr. Laura pretende cobrar nada menos que 30 millones de dólares en pago de su genial idea, consistente en financiar el sistema vial con un impuesto a los combustibles. Algo que el Estado hizo durante 50 años. ¿Tendremos alguna vez derecho los ciudadanos de este país a debatir algo más razonable que esto? Por ejemplo, qué proyectos son los más convenientes. Alberto
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